Segunda parte
Por Héctor Medina Varalta
Según Jung, interpretar lo que cada tirada tiene para decirnos es una forma de conocernos a nosotros mismos más en profundidad. En ese viaje de introspección, y gracias a los arcanos mayores, se pueden identificar las angustias, complejos o represiones que nos atormentan. Lo que muchos desconocen es que esta baraja, que tiene sus orígenes en el siglo XIV, está siendo utilizada, cada vez con más frecuencia, como una herramienta en las terapias psicológicas, para ayudar a las personas a liberar emociones negativas y a sanar.
El inconsciente colectivo
No hay realmente una distinción, esto surge desde la psicología social. No hay realmente una distinción entre individuo y sociedad; el individuo es parte de la sociedad y la sociedad está conformada de individuos. Esto también sucede a un nivel inconsciente, es decir, cada persona tiene su propio inconsciente, que tiene que ver en base a nuestras experiencias, a nuestros miedos, traumas, heridas, creencias, valores, etcétera. Pero este tipo de conciencia también en núcleos colectivos, por ejemplo, asumimos la entidad mexicana, esta identidad tiene su propio cúmulo de inconsciente que también está fundamentado en nuestras experiencias: traumas, heridas, valores, cultura, etcétera. No es lo mismo el inconsciente colectivo de algún país de Europa que de un país latino, porque los países latinos tenemos el trauma de la colonización. Entonces, desde ahí, el estándar de haber nacido en este contexto, en esa agua, en esa pecera, ya de entrada cualquier persona, a menos que haya una excepción, siempre hay excepciones, pero a menos que sus circunstancias sean muy específicas, pero cualquier latino va a tener cierto rasgo de colonización.
El tarot plantea temas
Eso es más o menos el inconsciente colectivo. Y se supone que las cartas del tarot están pensadas en el inconsciente colectivo mundial humano; habla precisamente de temáticas, es decir, hay niveles de inconsciente colectivo: el inconsciente individual, el inconsciente de alguna familia inmediata, el inconsciente de una familia extensa, el inconsciente de una comunidad, de una sociedad, de un país y el inconsciente colectivo de toda la humanidad. Y desde ese inconsciente colectivo humanitario, por eso hay arquetipos universales. El tarot plantea temas que a cualquier humano en diferentes etapas de su vida les puede suceder y se le puede identificar con ellos. Y precisamente, escondido en esos símbolos está la respuesta de cómo poder actuar frente a esa problemática a la que por ser humano intrínsecamente puedo estar expuesto.
Los mandalas
Mandala significa Diagrama simbólico que en el budismo representa la evolución del universo respecto a un punto central. Por consiguiente, los mandalas son símbolos arquetípicos de situaciones mayores; uno de los mandales más conocidos es el de la flor de la vida. Para hacer la flor de la vida se empieza con un círculo, luego en la mitad de ese círculo se traza el borde del siguiente y así se va extendiendo. Eso es muy curioso porque lo que simboliza es la mitosis-cuando una célula se separa para formar dos células- durante la gestación, es un organismo unicelular que se van dividiendo las células y se van formando los seres, es decir, los humanos. Entonces son comprensiones de fenómenos, que ahora entendemos científicamente, pero que ellos los entendían más místicamente. Ese fenómeno de reproducción de células que sostiene la vida, por eso se le conoce por la flor de la vida, es también el proceso en la que cualquier célula se divide en el mundo. Es una comprensión espiritual de algo que nosotros nombramos de forma científica.
Teoría Junguiana
Carl Jung escribió: “Hasta que no hagas consciente de lo que llevas en tu inconsciente, éste último dirigirá tu vida y tú le llamarás destino.” El punto de vista de Carlos Don acerca de esta teoría Junguiana es la siguiente: “Una de las funciones de la mente existe para defendernos; a veces desde antes del nacimiento es el “olvido”, ya hay condiciones que determinan cómo va a ser nuestro desarrollo, que días vamos a estar expuestos y conformamos haciendo ese viaje las vamos viviendo. Cuando nacemos nuestro cerebro no está completamente desarrollado y eso involucra nuestra capacidad emocional, nuestra capacidad para procesar y digerir emociones.
Mecanismo de represión
Cuando somos pequeños hay emociones que todos vivimos que son los traumas, incluso heridas que no llegan a categorizase como trauma, pero siguen haciendo un evento doloroso a nivel emocional durante la infancia que, si el cuerpo las sintiera a plenitud o en su totalidad, moriríamos, posiblemente de un infarto o de un derrame cerebral, de algo así, el cuerpo se colapsa, pues no puede digerir el tamaño de la emoción. Por consiguiente, la mente toma ese recuerdo, esa emoción, esa herida o trauma y los guarda en un cajón. A ese mecanismo se le llama represión, es el mecanismo estándar de las personas; hay otros dos mecanismos, pero de eso ya estamos hablando de otras estructuras de personalidad. Está la escisión que es de la personalidad limítrofe escisión que es la psicosis.
Terminamos viviendo en función del perro
El punto es que en los neuróticos que son la mayoría, reprimimos las cosas y las dejamos guardadas en el cajón. El problema es como si uno adoptara un perrito de la calla y lo dejáramos en el patio y no lo educamos. Entonces crecemos y se nos olvidan todas esas cosas que estaban guardadas en el cajón. Entonces el perrito se empieza a hacer pipí en todas partes y empieza a ladrar cuando hay visitas y cuando se está trabajando. Al final, sin darnos cuenta, terminamos viviendo en función del perro, que la propia función de uno mismo.
Aislamiento
Lo mismo sucede con las emociones, digamos que yo experimente rechazo, ni siquiera rechazo directo porque mi mamá no me quisiera, digamos que porque nací en condiciones de pobreza; el mensaje del bebé es: “Tu supervivencia no está asegurada, o sea, tu supervivencia se resuelve cada día. Eso genera una herida de rechazó, las personas que tienen heridas de rechazo tienden a vivir con mucho miedo, esa herida que queda reprimida en el inconsciente va a hacer que se le olvide o que no lo tenga precisamente. Por consiguiente, esa persona va a vivir huyendo de todos, huyendo de oportunidades, aislándose, rechazando a otros por miedo a contactar su propio rechazo.
Nuestros traumas
En el momento que la persona se clava al subconsciente, si toca su herida de rechazo y la resuelve, ese bebé que está seguro pues el inconsciente no tiene tiempo, es decir, desde que nos pasó desde nuestra gestación puede estar determinando conductas presentes de esta misma llamada. En el momento en que nos regresamos al origen de ciertas heridas, de ciertas emociones, de ciertos traumas y le damos una solución, somos libres de repetir esa temática porque otra manía que tiene la mente es que reprime todos nuestros traumas, nuestras heridas, nuestro dolor, nuestros problemas los reprime, pues busca inconscientemente solucionarlos.