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miércoles, 11 de octubre de 2017


“Mi cámara es un pretexto para conocer el mundo y la cultura”, ha dicho la fotógrafa mexicana, quien el domingo 3 de diciembre, en el Auditorio Juan Rulfo, recibirá el reconocimiento por sus más de cuatro décadas de trayectoria


Por su larga trayectoria como una de las fotógrafas más emblemáticas de México, su mirada precisa y su amplio dominio del arte fotográfico, así como una obra que constituye una crónica imprescindible de los pueblos, las festividades y las mujeres indígenas, Graciela Iturbide recibirá el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, reconocimiento que en el pasado han obtenido figuras como Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Emilio García Riera, Raquel Tibol, Vicente Leñero, Cristina Pacheco, Juan Villoro y Héctor Aguilar Camín.

El Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez fue instituido por la FIL Guadalajara en 1992 para reconocer al autor de Los indios de México, y desde entonces ha celebrado la solidez de las obras y las trayectorias de grandes figuras del periodismo de nuestro país. El veredicto es responsabilidad de un comité integrado por algunos homenajeados en años anteriores, así como por destacados periodistas culturales en activo. Discípula de Manuel Álvarez Bravo, Gabriela Iturbide será la tercera fotógrafa en recibir el homenaje, después de Héctor García (2007) y Rogelio Cuéllar (2012).

“Si a alguien le ha sido dado el don de la dulzura es a Graciela Iturbide. Con razón ha podido retratar hasta el más íntimo repliegue de Juchitán […] Saca su cámara de una bolsita y en un revuelo de mariposas, clic, clic, clic, baten sus manos que son alas y se evaporan en el aire. Dulcísima, los códigos, los enigmas desaparecen ante ella, las barreras caen a tierra, nube ella misma, ¿cómo no iba a recibirla la gente de las nubes, los binizá, los antiguos zapotecas?”, escribió Elena Poniatowska, sobre la fotógrafa mexicana en el libro Juchitán de las mujeres (1989).

Iturbide, quien ha dicho que la cámara “es un pretexto para conocer el mundo y la cultura”, nació en 1942 en la Ciudad de México. En 1969 ingresó al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Autónoma de México. Ahí conoció a Manuel Álvarez Bravo con quien trabajó como asistente, acompañándolo en viajes a través de México. En 1978 fue comisionada por el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista de México para documentar la población indígena del país y fotografió al pueblo Seri, un grupo de pescadores nómadas en el desierto de Sonora. En 1979 fue invitada por el artista Francisco Toledo a fotografiar el pueblo de Juchitán, que forma parte de la cultura zapoteca en Oaxaca. De la serie iniciada en 1979 y continuada hasta 1988, resultó el libro Juchitán de las mujeres.

            Ha expuesto individualmente en el San Francisco Museum of Modern Art, el Paul Getty Museum, la Fundación MAPFRE, el Photography Museum Winterthur y la Barbican Art Gallery, entre otros. La búsqueda y los temas recurrentes en su obra, como las fiestas, la muerte y la figura femenina, le han valido para recibir diversos reconocimientos, entre ellos el W. Eugene Smith Memorial Foundation; el Grand Prize Mois de la Photo, París; la Guggenheim Fellowship; el Hugo Erfurth Award, Alemania; el International Grand Prize, Japón; el Premio Nacional de Ciencias y Artes, Ciudad de México; el doctorado honoris causa en fotografía por el Columbia College Chicago; el doctorado honoris causa en artes por el San Francisco Art Institute; el Premio Trayectoria Artística Chobi Mela del VII Festival Internacional de Fotografía, Bangladesh; y el Cornell Capa, distinción especial a la trayectoria profesional en fotografía de los Premios Infinity otorgado por el Centro Internacional de la Fotografía.

Graciela Iturbide recibirá el Homenaje Benítez de la FIL

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martes, 4 de abril de 2017

By CHARLY DE BALZAC


En el otoño de 2015 la fotógrafa alemana Candida Höfer (Eberswalde, 1944), famosa por retratar los interiores vacíos de joyas arquitectónicas, realizó tomas en teatros, museos iglesias, bibliotecas y edificaciones modernas de diferentes ciudades mexicanas que a partir del 4 de abril presentará en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (ACSI).
La exposición Candida Höfer en México se compone de 25 fotografías de gran formato de edificios icónicos, 13 imágenes más pequeñas y dos proyecciones fotográficas en las que “se develan fragmentos de la realidad que la expositora desprendió del entorno durante su visita a nuestro país”, expresó Berta Cea, directora del ACSI. Organizada en el marco del Año Dual Alemania-México, la muestra también festeja los 25 años del Mandato Antiguo Colegio de San Ildefonso.
El proyecto original contó con el apoyo del Instituto Goethe, gracias a una invitación de la Galería OMR, recinto que ya ha expuesto el trabajo de Höfer, para que la fotógrafa viniera a México a realizar el proyecto en Jalisco, Guanajuato, Estado de México, CDMX, Puebla y Oaxaca, explicó Patricia Ortiz Monasterio. La coordinadora de la exhibición en recorrido hoy con la prensa indicó que se hizo una selección de inmuebles que cubre cinco siglos de arquitectura. Candida, agregó, ha dicho que ésta es la primera serie y que regresará a hacer unas 20 más de México durante el recorido a medios.
Ery Camara, coordinador de exposiciones del ACSI, recordó que la obra de la discípula de la escuela de Bernd y Hilla Becher quienes “convirtieron la fotografía en escultura”, ya había estado en tres exposiciones colectivas en el recinto, solo que ahora el tema es México. Señaló que Candida se ha distinguido entre la generación de la fotografía contemporánea alemana por registrar espacios en que aun sin la presencia humana “sentimos que el espacio respira esa atmósfera de haber sido habitada. Es decir, hay unos destellos y disparos que nos permiten ver la frontalidad del espacio, al mismo tiempo que continuamos la fotografía al imaginar lo que ocurre adentro”. Destacó la calidad de la luz en las tomas porque Höfer trabaja con la iluminación existente en el lugar.
Al término del paseo por fotos del Teatro Degollado, el Hospicio Cabañas, el Palacio de Bellas Artes, los museos nacionales de Arte, Antropología y del Virreinato, las bibliotecas Palafoxiana y Vasconcelos, y el edificio Basurto, Höfer, de carácter reservado, accedió a contestar algunas preguntas. Habló del elaborado proceso del proyecto, para el que Patricia Ortiz Monasterio viajó a Colonia, donde vive la expositora, con un USB con un centenar de fotografías de posibles candidatos. Luego, Höfer trabajó con base en libros que la galerista tenía o que la fotógrafa adquirió posteriormente.
Las tres semanas de su estancia en México condicionó el número de ciudades y recintos a visitar: “Todas son tomas digitales. Luego se hicieron unas primeras pruebas del mismo tamaño que las fotos finales”. A pregunta expresa de La Jornada dijo que en muchos casos nada más se hizo una sola toma o tal vez dos o tres, en lo que fue un proceso prolongado ya que hay que hacer tomas con distintos tiempos de exposición, de diferente nitidez. aL
El Antiguo Colegio de San Ildefonso se ubica en Justo Sierra 16, Centro Histórico. El miércoles 5, a las 18:00 horas, Candida Höfer y la escritora y curadora Corinna Koch darán la conferencia Vita contemplativa, el arte de permanecer.

Hofer en San Idelfonso, UNAM

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martes, 14 de abril de 2015


* “El peor día de mi vida no es aquel en que mi vida está en riesgo, sino en el que no puedo tomar esas fotos que es necesario que usted vea, imágenes que necesitan hacerse oír. Cada día, cuenta”, afirma la fotoperiodista jurado del FINI 2015 


Pachuca de Soto, Hgo., abril de 2015


Stephanie Sinclair, fotógrafa estadunidense nacida en 1973, saltó a la atención mundial en 2003 cuando expuso las terribles escenas de niñas que se autoincineraban para evitar la violencia en los matrimonios pactados por sus padres en territorio Afgano e Iraquí. En algunos de esos arreglos nupciales habían cambiado a pequeñas de apenas 9 u 11 años por un paquete de heroína o una cabra. Sinclair, con un nudo en la garganta y lágrimas inundándole la visión a través de la lente, se impuso la misión de gritarle al mundo tal brutalidad. 


Fue la foto de Marzia lo que le valió en 2003 el prestigiado premio World Press Photo, dentro de la categoría “International Issues”. Era una imagen terrible: Marzia de 15 años, exhibía sus quemaduras en tanto la atendían en el Hospital Público. Aterrada ante la perspectiva de enfrentar la ira de su marido, después de que se descompuso el televisor, se prendió fuego a sí misma.

Sinclair, impactada por esas y otras historias, se dio cuenta de que aunque no existían estadísticas sobre la autoinmolación femenina, el personal del hospital le informó que habían atendido entre 300 y 400 mujeres con quemaduras autoinfligidas entre noviembre de 2001 y febrero de 2003. Tales intentos de suicidio los realizaban con el queroseno de sus rudimentarias cocinas. Los funcionarios médicos, a su vez, con la opacidad y autocomplacencia que se contradice en los hechos, le manifestaron que casi no hubo casos similares bajo el régimen talibán, y algunos atribuyen el aumento a una creciente frustración de las mujeres porque la cultura occidental se infiltra en Afganistán, sin embargo, la posición de la mujer en aquella sociedad sigue siendo la misma: sometimiento absoluto a la voluntad masculina.

Desde que Stephanie Sinclair cubría la guerra de Iraq para el diario Chicago Tribune (periódico que se caracteriza porque sus colaboradores obtienen recurrentemente premios en periodismo de investigación y fotografía); apenas había salido de la Universidad de Florida y se percató en detalles simples de que entre las víctimas, las que llevaban la peor parte eran las mujeres. Luego de ahí se marchó como free lance a lo largo del Medio Oriente y las escenas que presenció la cambiaron para siempre.


Stephanie Sinclair por eso decidió apuntar a través de la lente de su cámara persistentemente a ese tema, de los más dolorosos en cuestión de derechos humanos: el abuso, maltrato, explotación, esclavización y tortura de las niñas, jovencitas y mujeres. Ha puesto el dedo en la llaga sobre ese asunto en el que pareciera ser que nadie quiere compromiso real pues “las cosas de mujeres se resuelven al interior de las familias”, asombrosamente también ha documentado los silencios respecto a los abusos al interior de la vida doméstica en su propio país, como ha dicho en las entrevistas y mostrado fotos.

Sinclair sigue realizando su trabajo, no sin miedo y arriesgando su propia vida, porque lo ha hecho recibiendo amenazas de los clanes, tribus y gobiernos que permiten tales atrocidades, como el matrimonio infantil y la ablación de genitales en África y Medio Oriente; ha exhibido lo que llama “la miopía, torpeza y complicidad de los gobiernos para ser omisos ante los derechos fundamentales de las niñas (que luego serán mujeres) haciéndose sordos y ciegos y convalidar o permitir el trato brutal e inhumano al que están sometidas sólo y únicamente en razón de su sexo”, pues en muchas regiones son consideradas como propiedad, incluida en Norteamérica la poligamia soterrada de grupos religiosos.


La fotoperiodista ganadora del premio Pulitzer ha publicado en National Geographic y el New York Times Magazine. También es fundadora y directora ejecutiva de Too Young to Wed, una organización no lucrativa, fundada por ella en 2013, para proporcionar evidencia visual de las violaciones de derechos humanos enfrentados por las mujeres y niñas alrededor todo el mundo. Como parte del Too Young to Wed, Sinclair ha fotografiado el calvario de esposas menores de edad en Etiopía, Tanzania, Sudán del Sur y muchos otros países. Sus imágenes han sido honradas con tres premios World Press Photo y expuso, como pocos se han atrevido, en las Naciones Unidas, las sutilezas con que también se abusa de las mujeres en países considerados como “desarrollados”, como los Estados Unidos. Ha sido receptora de infinidad de premios y a pesar de que su madre sufrió un derrame cerebral en 2011 persiste en su tarea de exponer el trato inhumano contra mujeres y niñas dondequiera que éste ocurra.

El patronato de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, en el marco del Festival Internacional de la Imagen y el Concurso Internacional de la Imagen se honra en haber hallado en Stephanie Sinclair una disposición generosa para fungir como jurado en el género fotografía, cuyos triunfadores en las categorías estudiantil y profesional se darán a conocer el día 9 de mayo.

DE FRENTE ANTE LA BRUTALIDAD COTIDIANA: STEPHANIE SINCLAIR, FOTOPERIODISTA

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jueves, 9 de abril de 2015


* Ha recorrido medio mundo para fotografiar a los excluidos, a los desterrados y ha retratado a grandes luminarias del cine mostrando su “lado” personal y definitorio 


Pachuca de Soto, Hgo., a 9 de abril de 2015

“La fotografía es la disciplina más cercana a la escritura: ambas tratan de decir algo” Mary Ellen Mark, 2013


Mary Ellen Mark es una laureada fotógrafa y fotodocumentalista estadunidense con medio siglo de experiencia, que lo mismo ha retratado grandes luminarias del cine y realizado trabajos de moda o entretenimiento, que fotografiado la vida profunda de la gente marginal, de drogadictos, prostitutas, gente en el abandono y las víctimas de los flagelos de la guerra; le ha tocado presenciar cambios sociales como la lucha de gays y lesbianas o las protestas hippies; frente a su objetivo han estado desde prostitutas de Bombay hasta Marlon Brando o Jack Nicholson, pero su pasión ha sido captar la imagen de los excluidos, de los desterrados de la tierra. 

Enamorada de México, acudirá a nuestro país para fungir como jurado en el Concurso del Festival Internacional de la Imagen 2015 que se desarrollará del 8 al 15 de mayo, exponer una pequeña parte de su vasta obra y proseguir su itinerancia hacia Oaxaca, donde imparte regularmente cursos y talleres. 

En foto, su primer amor fue una cámara Box Brownie (de las que hacía Kodak) cuando sólo tenía nueve años y corría el año 1949; la guerra mundial todavía estaba fresca en las mentes de los adultos que la rodeaban. Tal como le ocurría a niña Mike, personaje de Carson Mc Cullers con la música, Mary Ellen miraba y vivía en el mundo paralelo en el que las imágenes de las personas, los espacios, los gestos y las dolencias humanas iban delineándola, iban boceando la fotógrafa y artista en que a la postre se convirtió. Mary Ellen Mark creció en los suburbios de Philadelphia, esa ciudad que se caracteriza por su vida cultural, su legado histórico y su actividad artística.

Niña aún, Mary Ellen Mark nunca tuvo duda de su vocación, la luz y las sombras se habían apoderado de su yo creativo. Ni se percató de la trayectoria que comenzaba al tomarle fotografías a su familia y amigos, “probablemente voy a ser fotógrafa”, se dijo. 

Terminó la preparatoria y el equivalente a una licenciatura como BFA por la Universidad de Pennsylvania en 1962 y dos años más tarde recibió el grado de Master en Fotoperiodismo, por el Colegio de Comunicación de la misma universidad, catalogado como el mejor de su campo en los Estados Unidos. 

Un año después de su formación académica, despegó la verdadera carrera de Mary Ellen al recibir la prestigiosa beca Fullbright que le permitió desarrollar su proyecto a través de Turquía, y mientras buscó el tiempo para llevar su inseparable cámara análoga (no usa de otras) por Inglaterra, Alemania, Grecia y España. En 1992 su alma mater le otorgó el grado de Doctor Honoris Causa.

Mary Ellen ocupa una amplia gama de cámaras en varios formatos de 2.5 pulgada cuadrada, 35 mm y cámara de visión 4x5 pulgadas, utilizando Kodak Tri-X, para película en blanco y negro. En cuanta entrevista ha concedido, afirma que ella recomienda a sus estudiantes que usen y no se deshagan de su cámara análoga, pues serán objetos de memorabilia de un alto precio. Ella nunca ha tomado —ni tomará, dice— una foto digital, pero sí reconoce que muchos de sus colegas y alumnos han tomado fotografías digitales de gran belleza.

La fotógrafa ha logrado poner de relieve muchos de los grandes problemas de la humanidad a través de sus numerosos libros, exposiciones y trabajo en publicaciones en Life, New York Times Magazine, The New Yorker, la revista Rolling Stone y Vanity Fair. Durante más de cuatro décadas, viajó exhaustivamente para tomar imágenes que reflejan un alto grado de sensibilidad como artista, mucho ojo como reportera y un gran humanismo como persona. Se le reconoce como una de las fotógrafas más respetados e influyentes de los Estados Unidos y a nivel internacional. 

Las diversas culturas de nuestro mundo que sus fotos exhiben sin condescendencia se han convertido en hitos en el ámbito de la fotografía documental. Retratos como el de la Madre Teresa, o circos de la India, y prostíbulos de Bombay resultaron después de muchos años de entrenar el ojo y las entrañas. 

Cuando estuvo haciendo su serie de prostitutas en Bombay, dormía en el mismo sitio que las mujeres, pero ellas le dieron un dormitorio casi escondido para que los clientes no se ahuyentaran al notar su presencia. Mary Ellen percibió de cerca la sordidez y el patetismo de la vida de prostíbulo y logró imprimir también los pequeños momentos de alegría que esas mujeres escasamente podían disfrutar. Mary Ellen por estos trabajos y otros que documentan vidas atroces se considera a sí misma una “fotógrafa de la calle”.

En el otro extremo, el trabajo que le da de comer según ha dicho, es cumplir contratos para tomar lo que llaman foto-fija en grandes superproducciones cinematográficas, desde estar en el plató de Federico Fellini en “Satyricon” o en el de Francis Ford Coppola durante “Apocalypse Now”, o en la ganadora de 5 premios Oscar “Atrapado sin salida” de Milos Forman. Ella misma, junto con su esposo, el cineasta y fotógrafo Martin Bell, fungió como productora de una película nominada “Streetwise”, que fue dirigida y fotografiada por su marido.

Los premios de Mark se acumulan por montones, recibió recientemente el “Premio al Logro de Por Vida” en 2014, por la Eastman Fountation y el World Photo Press Prize. Sus múltiples trabajos también suman 18 libros imperdibles, como “Pasaporte”, editado en 1974, “Misión de la Madre Teresa en Calcuta“, 1985; “Fotógrafos en el trabajo”, 1992, Detrás de la Escena”, en 2009 y su más reciente “El hombre y la bestia”, con fotos de México y la India, de 2014.

Sin embargo, pragmática y realista como es, dice que el fotoperiodismo debe hallar su nicho entre las publicaciones actuales pues “ningún anunciante de productos de consumo o de lujo quiere ver su producto junto a fotografías de hambrunas o matanzas”. De tal modo que la jurado del FINI 2015, generosa por definición, no escatima su esfuerzo para enseñar sus habilidades a propios y extraños, ni niega su presencia en los sucesos en que la fotografía y la justicia social se conjuntan como en esta V edición del Festival Internacional de la Imagen.

La obra de Mary Ellen Mark podrá ser vista en las instalaciones de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), que junto con su Patronato y el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), organizan por quinta ocasión el Festival Internacional de la Imagen en Pachuca de Soto, Hidalgo, México.

ENTRE ESTRELLAS, LUPANARES Y METRALLA: MARY ELLEN MARK, SIN CONCESIONES

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