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jueves, 17 de agosto de 2023


  • El Congreso aprobó leyes para prevenir y sancionar este tipo de agresión contra mujeres: Sánchez Cordero 

     

     


Legisladoras y especialistas analizaron diversas reformas y acciones para apoyar a niñas, niños, adolescentes, a mujeres de cualquier edad que sufrieron cualquier tipo de violencia sexual y acoso, tanto en casa como en espacios educativos y laborales. 

 

Durante el ciclo de conferencias “Mujeres por una vida libre de violencia sexual”, la presidenta de la Comisión de Justicia, Olga Sánchez Cordero, informó que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía dio a conocer que en 2020, en pleno confinamiento por la Covid-19, se cometieron más de 88 mil violaciones a mujeres mayores de 18 años. 

 

Sánchez Cordero subrayó que el Congreso de la Unión no ha quitado el dedo del renglón, porque estamos comprometidos con estos temas, para lo cual en el Senado aprobamos reformas para prevenir y sancionar la violencia sexual contra las mujeres, así como la prisión preventiva oficiosa para quienes abusen de niñas, niños y adolescentes. 

 

Dijo que también se avaló la “Ley Olimpia”, que castiga a quienes ejercen violencia sexual por medios como los electrónicos y más recientemente la “Ley 3 de 3”, contra la violencia de género, que impide que los violentadores puedan contender para o acceder a un cargo público. 

 

Subrayó que se aprobó la reforma que prohíbe el matrimonio infantil, para proteger a los menores y a los adolescentes de uniones con adultos.  

 

“Por eso, sin miedo a equivocarme, puedo decir que todas las mujeres en este país, hemos sufrido algún grado de violencia sexual, desde sentirnos acosadas en las calles, hostigadas en los espacios educativos y laborales, presionadas, expuestas a la visión de la mujer como una mercancía o producto, hasta quienes padecen la violación”. 

 

Estas agresiones, añadió, se dan en todos los ámbitos de la vida de las mujeres, en lo familiar, escolar, comunitario y en el de pareja. “A nivel nacional cinco de cada diez mujeres expresaron que al menos una vez a lo largo de su vida experimentaron violencia sexual, al menos una vez”.  

 

Aleida Alavez Ruiz, diputada federal, reconoció que la lucha para erradicar la violencia de género no es sencilla, pues se enfrentan a la resistencia de grupos que se oponen al avance de los derechos de las mujeres. 

 

Indicó que desde el Congreso se impulsan iniciativas para definir a la violencia sexual, a partir de sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, así como para establecer la obligación de contar con protocolos especializados, para la investigación de los delitos sexuales desde la perspectiva de género. 

 

Además, para fijar las obligaciones de la Secretaría de Salud para garantizar el acceso a los servicios de aborto seguro en los casos de violencia sexual, añadió. 

 

Martha Tagle Martínez, especialista en género, aseveró que la violencia sexual infantil es una problemática que se debe atender con urgencia, ya que es un fenómeno poco visibilizado que constituye una de las expresiones más graves en la vulneración de los derechos de los menores. 

 

Mencionó que de acuerdo con la fundación “Alumbra”, la violencia sexual contra niños y adolescentes relevan que, en el 2021, se registraron 22 mil 400 agresiones sexuales contra menores en México, y entre el 2020-2021, se registró un incremento de tres por ciento en este delito, “el rango de edad fue entre los 10 y 14 años, cerca de dos mil víctimas corresponden a menores de cinco años”. 

 

En ese sentido, señaló que se deben sumar todos los esfuerzos y desde el Congreso se tiene que revisar el marco legal que existe, así como generar los recursos suficientes para el diseño de la política pública, en la cual se implementen acciones para prevenir y erradicar la violencia contra mujeres y niños. 

 

Carli Pierson, especialista en materia de género, coincidió que la violencia sexual, desde el acoso al hostigamiento es algo que casi todas las mujeres la han vivido, además es un horror que niñas, niños y adolescentes viven esta situación diariamente en México, por lo que se necesita abordar esta problemática con leyes que regulen los delitos de violencia sexual y que haya acceso a la justicia. 

 

Lo anterior, dijo, porque por más que se cambien las leyes debe haber recursos del gobierno para que la sociedad civil y las organizaciones apoyen a quienes sufren estas agresiones. 

Analizan en el Senado acciones para proteger a niñas, niños, adolescentes y mujeres contra violencia sexual

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sábado, 27 de junio de 2020

Buscan que las víctimas puedan acceder a la justicia en el momento más vulnerable de sus vidas y hacer frente a sus victimarios en la edad adulta
Proponen eliminar prescripción de delitos de violencia sexual en ... 
Con el fin de tener un acceso pleno a la justicia, independientemente del tiempo transcurrido entre la comisión del delito y la presentación de la denuncia, la senadora Antares Vázquez Alatorre presentó una iniciativa para eliminar la prescripción de los delitos de violencia sexual cometidos en contra de niñas, niños y adolescentes,

La legisladora del Grupo Parlamentario de Morena busca brindar más tiempo para que las víctimas se encuentren en la posibilidad emocional, mental y física para denunciar a sus victimarios sin que el delito quede impune.

La promovente señaló que el abuso sexual contra las personas menores de edad es una de las peores formas de violencia contra la niñez y adolescencia, y a pesar de que constituye un problema creciente en todo el mundo, la mayoría de los casos no son detectados ni denunciados.

Detalló que las y los menores de edad que son víctimas de abuso sexual con frecuencia callan por miedo, culpa, impotencia, depresión, desvalimiento o vergüenza, entre otros factores. También, apuntó, suelen experimentar un trauma peculiar y característico de este tipo de abusos: se sienten cómplices, impotentes, humillados y estigmatizados.

En nuestro país se calcula que una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños sufren violación antes de cumplir la mayoría de edad, además de que conforme a cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la tasa de violación de menores de edad es de mil 764 por cada 100 mil habitantes, cifra a la cual se suman las 5 mil niñas, niños y adolescentes que, entre cada 100 mil, sufren tocamientos.

Sin embargo, de mil casos de abuso, solo se denuncian ante la justicia aproximadamente 100; de esos, solo 10 van a juicio y de ellos solo uno llega a condena. Es decir, la impunidad es de 99 por ciento.

Aunado a esto, Antares Vázquez denunció que nuestro sistema legal permite la prescripción de los delitos, figura jurídica regulada por los artículos 100 al 115 del Código Penal Federal vigente, la cual consiste en “la extinción de la acción penal por el simple transcurso del tiempo señalado por la ley”.

La senadora aseguró que esta acción deja en la indefensión a las víctimas que pudiesen recurrir a las autoridades después del plazo que considere extinta la acción penal, imposibilitándoles de acceder a la justicia en el momento más vulnerable de sus vidas y hacer frente a sus victimarios en la edad adulta.

La iniciativa con proyecto de decreto por el que se reforma el primer párrafo del artículo 107 Bis y del artículo 205 Bis del Código Penal Federal, fue turnada directamente a las Comisiones Unidas de Justicia; y de Estudios Legislativos, Segunda de la Cámara de Senadores.

Proponen eliminar prescripción de delitos de violencia sexual en contra de menores

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martes, 16 de octubre de 2018



En México se estima que siete millones de mujeres contrajeron matrimonio antes de cumplir los 18 años y es el octavo país del mundo con mayor número de matrimonios infantiles


Con el objeto de poner fin al matrimonio infantil en México, la senadora Josefina Vázquez Mota propuso reformar el Código Civil Federal y establecer como  edad mínima para que las mujeres puedan casarse,  a los 18 años.

La senadora del Grupo Parlamentario del PAN refirió que en México se estima que siete millones de mujeres contrajeron matrimonio antes de cumplir los 18 años y es el octavo país del mundo con mayor número de matrimonios infantiles, con casi un millón 300 mil casos cada año.

Subrayó que una de cada cinco mujeres contrae una unión conyugal antes de cumplir los 18 años y los efectos son muy lastimosos, ya que casi el 50 por ciento sufre de violencia física; el 70 por ciento sufre violencia sexual y el 16 por ciento padecen violencia económica.

La Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en su artículo 17 estipula que se debe dar prioridad, protección y socorro en cualquier circunstancia y con la oportunidad necesaria a la niñez, así como de ser atendida de manera prioritaria en todos los sentidos, precisó.

El matrimonio temprano es una violación a los derechos más básicos de la infancia, por lo que se deben adoptar medidas especiales de protección y asistencia en favor de todos los niños y adolescentes, sin discriminación alguna por razón de filiación o cualquier otra condición.

La iniciativa se envió a las comisiones unidas de Justicia y de Estudios Legislativos, Segunda.

Imprescindible eliminar matrimonio infantil en México

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sábado, 30 de mayo de 2015


En el destino de las niñas indígenas de San Luis Potosí, no sólo esta el casi irremediable futuro de pobreza, exclusión, marginación social, aislamiento y vulnerabilidad. Esta además, la violencia sexual que se vuelve invisible, se convierte en normal y se pretende “justificar” bajo la complice sombra de los “usos y costumbres” de la región huasteca.

San Luis Potosí tiene 58 municipios en una extensión que abarca el 3.1 por ciento del territorio nacional, el 52 por ciento de la población son mujeres y según datos del último Plan Estatal de Desarrollo, el Índice de Violencia hacia este grupo de población es de casi el 70 por ciento (69.2), es decir, siete de cada 10 mujeres sufren algún tipo de violencia.

San Luis Potosí destaca porque sus cifras revelan, que sus mujeres padecen más violencia que el promedio de mujeres de otros estados en el país, incluso por encima de la media nacional. De cada 100 mujeres que sufren violencia, 95 viven violencia emocional, 49 económica; 27 física y 23 sexual. Respecto a la geolocalización de esta problemática se identifican variaciones, entre las que destacan los elevados índices de violencia en la microrregión Huasteca Centro, donde 6.2 de cada 10 mujeres refirieron vivir violencia.

Según datos de INEGI, 11 por ciento de la población potosina está constituida por sujetos que hablan lengua indígena (234,815), predominando tres grupos étnicos principales: los tenek o huastecos, los náhuatl y los Xi’Oi o Pames. El reto de evidenciar la violencia sexual en este grupo particular se dificulta porque se vuelve invisible, enmarcada en imaginarios que la “normalizan”, en prácticas sexuales forzadas que se justifican en el contexto matrimonial o en el incesto que intenta justificarse en el marco de los “usos y costumbres”, esta situación termina de volverse más compleja en la ausencia de perspectiva de género que poseen las instituciones encargadas de registrar los incidentes de violencia sexual disgregados por origen étnico.

Investigadoras de El Colegio de San Luis y de otras instituciones, elaboraron el Diagnóstico sobre la violencia sexual contra las mujeres y la trata de personas en el estado de San Luis Potosí (*), en el capítulo siete se aborda en particular la problemática de las mujeres indígenas, elaborado por la investigadora, Yesica Rangel quien comparte algunos de sus principales hallazgos que se basaron en las experiencias de autoridades de instituciones formales que trabajan con mujeres víctimas de violencia.

Señala que los actos de violencia sexual se normalizan en función del desconocimiento que la mayor parte de las mujeres indígenas tienen respecto a los derechos sexuales y reproductivos; a ello se suma la falta de acceso de la educación y capacitación para el trabajo, lo que obliga a algunas mujeres a acceder a encuentros sexuales obligados, desprotegidos y maternidades forzadas por parte de sus parejas.

La asociación que suele establecerse entre matrimonio y “obediencia sexual”, termina por “normalizar” la violación por parte de sus propias parejas. Existe un considerado número de casos en los que la agresión sexual es cometida por familiares directos, incluso padres de las víctimas; situaciones en las que el reconocimiento de la agresión y la decisión por hacer la denuncia se torna compleja, dado que las víctimas suelen tener dificultad para identificar los actos cometidos sobre sus cuerpos como actos de violencia sexual.

Algunas de las mujeres que han sido agredidas no logran auto identificarse como violentadas sexualmente, hasta que una tercera persona, con frecuencia una autoridad educativa, sanitaria o comunitaria, les ayuda a darse cuenta de que la situación que viven es una agresión sexual. El marco legislativo federal y estatal, alienta que la defensa de los agresores busque desvirtuar el delito de violación sexual al de incesto, en una realidad en la que mientras el incesto se constituye en una figura que alcanza fianza, el delito de abuso sexual no.

Durante el tiempo que estas mujeres son violadas dentro del hogar, la propia familia, la comunidad y las instituciones que existen cercanos a sus contextos, parecen ignorar la condición de violencia en que estas mujeres se desarrollan, cuando llega a darse cuenta de dicha condición es una vez que los encuentros sexuales forzados han derivado en el inicio de un embarazo.

Las autoridades entrevistadas por la investigadora, coinciden en señalar que es necesario reconocer que el incesto no es una práctica legítima en las comunidades indígenas, se trata de una problemática social derivada de condiciones adversas para el desarrollo psicosexual como son el hacinamiento y el tabú que históricamente se ha construido en derredor de la sexualidad, es importante poner en la mesa esta consideración porque bajo el discurso que el incesto es parte de “usos y costumbres” el Estado ha limitado su responsabilidad y alcance en la persecución y sanción de los casos.

Es necesario reconocer –considera la investigadora- la omisión que el Estado ha realizado respecto a educar en materia de sexualidad a los grupos indígenas, y la necesidad de reconocer que el desconocimiento de los Derechos Sexuales y Reproductivos representa caldo de cultivo fértil para la violencia sexual. Los Derechos sexuales y reproductivos se deben defender por los sujetos pero también garantizar desde el Estado, buscando en todo momento la congruencia entre el derecho a la diferencia cultural, la autodeterminación y autonomía de los pueblos indígenas; así como a los derechos humanos y sexuales/reproductivos de las mujeres.

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