El misterio es el tema de este año en FIL Niños, espacio que lleva
a sus asistentes a descubrir el mundo de la literatura
a sus asistentes a descubrir el mundo de la literatura
Todos los niños son detectives y, al mismo tiempo, son sospechosos. Una vez que cruza el umbral de FIL Niños, cada niño debe resolver los misterios que alberga la zona dedicada a los pequeños lectores, lugar en el que los asistentes cuentan con el apoyo de grandes investigadores como Sherlock Holmes, Max Carrados, Kogoro Akechi, y más.
El ingreso se encuentra enmarcado por una enorme maleta en el cielo que en su interior evoca, con una maqueta, a las novelas de misterios de principio del siglo XX. Del techo cuelgan sombreros de policía, máquinas de escribir, pipas y recortes de periódicos viejos.
Alrededor de 60 personas apoyan a los diversos grupos de primaria y preescolar que, en su recorrido, se encuentran con las páginas de Calvin y Hobbes, Harry Potter y El Principito, entre otros. El área, de 3,800 metros cuadrados, está dividida por salones habitados por la alegría y el aprendizaje que imparten los diversos talleristas.
Diego, de once años de edad y alumno de sexto grado, subió junto con sus compañeros al autobús de la escuela Rafael Guiza para ingresar a Expo Guadalajara desde primera hora. A su llegada formó parte del taller de haikú, un estilo de poesía japonesa conformado por tres versos, el cual debían descifrar. “Aquí todos los niños pueden leer y hacer muchas actividades. Aprendemos a desarrollarnos mejor”, indicó el pequeño, impaciente por ingresar al próximo taller.
Algunos estudiantes caminan con gorros, gabardinas y lupas detrás de un mimo en busca de un color perdido; otros, escuchan sobre aterradores villanos de la literatura, que luego deben plasmar en una ilustración con ayuda de su imaginación. Hay quienes utilizan la ciencia, el análisis y los sentidos para descifrar diferentes pistas, y también están aquellos cuyos rostros terminaron en fotografías por ser sospechosos de un crimen.
Los maestros y tutores llegan a tomar un descanso en las áreas de lectura, mientras los niños disfrutan de su refrigerio y observan las adquisiciones del día. “Me gusta la limpieza y el trato que se le da a los niños”, señala la profesora de primaria Yasser Navarro.
Al interior del foro se escuchan las agudas risas que se disparan por la obra de teatro guiñol Mateus, el último hombre de la culebra, realizada por el grupo brasileño Mamulengo Presepada. Los pequeños no pueden contener la emoción y brincan de sus asientos para soltar una carcajada e interactuar con los muñecos sobre el escenario.
Los visitantes se mantienen atentos ante cada enigma, motivados por aquellos personajes que se encuentran entre los libros y rompen la barrera entre realidad e imaginación.
De lunes a viernes FIL Niños recibe por las mañanas las visitas programadas previamente, mientras que por la tarde y el fin de semana está abierta al público en general durante todos los días que dura la Feria.
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