Adquisición de MONSANTO
A principios de junio, los organizadores del Tribunal MONSANTO escribieron una Carta abierta a la compañÃa BAYER. En ella, la activista india Dra. Vandana Shiva y la polÃtica de Los Verdes Renate Künast, entre otros, plantearon preguntas acerca de los planes de la compañÃa para la adquisición de la multinacional agroquÃmica MONSANTO. Las respuestas ofrecidas por este agente económico global fueron muy pobres. Nada dijeron, por ejemplo, acerca de si responderán de todos los daños causados por MONSANTO y sus cargas heredadas. Tampoco quieren decir nada sobre posibles indemnizaciones especiales para el equipo directivo en caso de que se produzca la operación. En lugar de ello, repiten la consabida cantinela, ya difundida en los medios de comunicación, de que el acuerdo tiene como objetivo prioritario responder de manera más eficaz al problema de la alimentación mundial. «Juntos, en el futuro podrÃamos desarrollar nuevas soluciones para la agricultura con aún más rapidez»„ señala BAYER. Toni Michelmann, de Coordinación contra los Peligros de BAYER (CBG), lo tacha de pura retórica: «En el sector de la agricultura no hay prácticamente innovación. Y la adquisición de MONSANTO le permite a BAYER, aun sin promover ningún avance, continuar ingresando miles de millones, pues su posición monopolÃstica le garantiza las ganancias».
Michelmann remite en este contexto a un reciente estudio del Institut für Wettbewerbsökonomie (Instituto para la EconomÃa de la Competencia), de Düsseldorf, según el cual las fusiones y absorciones de empresas paralizan la investigación. El estudio, enfocado a las transacciones en el sector farmacéutico, confirmó caÃdas de alrededor de un 20% en los presupuestos correspondientes. Los autores del estudio detectaron además efectos sobre los competidores. Estos, debido a una menor presión para la innovación, invertÃan menos dinero en sus laboratorios de investigación, de modo que todo el sector perdÃa dinamismo.
En CGB tampoco confÃan en la buena voluntad de la compañÃa. «Basta echar una mirada a la gama de productos de BAYER y MONSANTO para comprobar que a estos gigantes agroalimentarios apenas les interesa el abastecimiento de la población con alimentos básicos. En su oferta hay sobre todo soja y maÃz para producir piensos destinados a la industria cárnica».
Además, las enormes superficies de tierra destinadas al cultivo de estas plantas reducen cada vez más el espacio para el cultivo de productos verdaderamente importantes, de primera necesidad, como señala Michelmann a la vista de la actual situación en Brasil. Allà aumentó drásticamente el precio de las judÃas, con las que se alimentan los más pobres entre los pobres, fundamentalmente porque apenas quedan tierras en las que cultivarlas. Las “cash fruits” producidas para el mercado mundial han expulsado de los campos a las legumbres. Para resolver la “crisis de las judÃas”, el Gobierno brasileño se plantea ahora importar hortalizas de China.
Las grandes empresas agroalimentarias son parte del problema, más que de la solución. Vandana Shiva, en el marco de una conferencia de prensa coorganizada por la CGB, manifestó recientemente en BerlÃn: «CompañÃas como BAYER y MONSANTO representan una creciente amenaza para la biodiversidad y la fertilidad de los terrenos, algo que pone en peligro a la humanidad y al planeta entero».
Juntas, el peligro es aún mayor. La comisaria de la Competencia de la UE, Margarethe Vestager, ha anunciado que examinará detenidamente la adquisición de MONSANTO por parte de BAYER para evaluar sus efectos sobre los precios, la biodiversidad y la innovación. Pero la CGB espera poco de ese anuncio: «Aparte de alguna condición, BAYER no tiene mucho que temer de la UE», señala Axel Köhler-Schnura, de la presidencia de CGB. Este técnico comercial aboga por adoptar medidas más restrictivas: «BAYER, MONSANTO, Dow & Co. juegan desde hace años una partida monopolÃstica en la que se apuestan los fundamentos de la alimentación de la humanidad, con el único objetivo de incrementar la rentabilidad para sus accionistas. Esto muestra que las compañÃas no hacen frente a sus responsabilidades. Por eso exigimos que se las ponga bajo control social».
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