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lunes, 18 de julio de 2016

 Adquisición de MONSANTO



A principios de junio, los organizadores del Tribunal MONSANTO escribieron una Carta abierta a la compañía BAYER. En ella, la activista india Dra. Vandana Shiva y la política de Los Verdes Renate Künast, entre otros, plantearon preguntas acerca de los planes de la compañía para la adquisición de la multinacional agroquímica MONSANTO. Las respuestas ofrecidas por este agente económico global fueron muy pobres. Nada dijeron, por ejemplo, acerca de si responderán de todos los daños causados por MONSANTO y sus cargas heredadas. Tampoco quieren decir nada sobre posibles indemnizaciones especiales para el equipo directivo en caso de que se produzca la operación. En lugar de ello, repiten la consabida cantinela, ya difundida en los medios de comunicación, de que el acuerdo tiene como objetivo prioritario responder de manera más eficaz al problema de la alimentación mundial. «Juntos, en el futuro podríamos desarrollar nuevas soluciones para la agricultura con aún más rapidez»„ señala BAYER. Toni Michelmann, de  Coordinación contra los Peligros de BAYER (CBG), lo tacha de pura retórica: «En el sector de la agricultura no hay prácticamente innovación. Y la adquisición de   MONSANTO le permite a BAYER, aun sin promover ningún avance, continuar ingresando miles de millones, pues su posición monopolística le garantiza las ganancias».

Michelmann remite en este contexto a un reciente estudio del Institut für Wettbewerbsökonomie (Instituto para la Economía de la Competencia), de Düsseldorf, según el cual las fusiones y absorciones de empresas paralizan la investigación. El estudio, enfocado a las transacciones en el sector farmacéutico, confirmó caídas de alrededor de un 20% en los presupuestos correspondientes. Los autores del estudio detectaron además efectos sobre los competidores. Estos, debido a una menor presión para la innovación, invertían menos dinero en sus laboratorios de investigación, de modo que todo el sector perdía dinamismo.

En CGB tampoco confían en la buena voluntad de la compañía. «Basta echar una mirada a la gama de productos de BAYER y MONSANTO para comprobar que a estos gigantes agroalimentarios apenas les interesa el abastecimiento de la población con alimentos básicos. En su oferta hay sobre todo soja y maíz para producir piensos destinados a la industria cárnica».

Además, las enormes superficies de tierra destinadas al cultivo de estas plantas reducen cada vez más el espacio para el cultivo de productos verdaderamente importantes, de primera necesidad, como señala Michelmann a la vista de la actual situación en Brasil. Allí aumentó drásticamente el precio de las judías, con las que se alimentan los más pobres entre los pobres, fundamentalmente porque apenas quedan tierras en las que cultivarlas. Las “cash fruits” producidas para el mercado mundial han expulsado de los campos a las legumbres. Para resolver la “crisis de las judías”, el Gobierno brasileño se plantea ahora importar hortalizas de China.
Las grandes empresas agroalimentarias son parte del problema, más que de la solución. Vandana Shiva, en el marco de una conferencia de prensa coorganizada por la CGB, manifestó recientemente en Berlín: «Compañías como BAYER y MONSANTO representan una creciente amenaza para la biodiversidad y la fertilidad de los terrenos, algo que pone en peligro a la humanidad y al planeta entero».

Juntas, el peligro es aún mayor. La comisaria de la Competencia de la UE, Margarethe Vestager, ha anunciado que examinará detenidamente la adquisición de MONSANTO por parte de BAYER para evaluar sus efectos sobre los precios, la biodiversidad y la innovación. Pero la CGB espera poco de ese anuncio: «Aparte de alguna condición, BAYER no tiene mucho que temer de la UE», señala Axel Köhler-Schnura, de la presidencia de CGB. Este técnico comercial aboga por adoptar medidas más restrictivas: «BAYER, MONSANTO, Dow & Co. juegan desde hace años una partida monopolística en la que se apuestan los fundamentos de la alimentación de la humanidad, con el único objetivo de incrementar la rentabilidad para sus accionistas. Esto muestra que las compañías no hacen frente a sus responsabilidades. Por eso exigimos que se las ponga bajo control social».

Los argumentos de BAYER no convencen

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lunes, 4 de abril de 2016


BAYER has long had its sights set on public schools. BAYER subsidiary CURRENTA has now gone one step further with its gift of a specially produced hidden object book for kindergartens in the communities where it has sites. A blatant attack on the minds of the very young.

Large companies are increasingly targeting children and adolescents. For example, the company BAYER operates a mobile chemistry laboratory “to make the subject more appealing” to young people. BAYER also offers training days for teachers and teaching materials free of charge, especially concerning controversial subjects such as bee mortality and genetic engineering. Each year, the company distributes about half a million euros to schools close to its sites.

BAYER subsidiary CURRENTA has now gone one step further and has extended its marketing to young children. The company commissioned an illustrator to produce a hidden object book depicting the cheerful hustle and bustle of a chemicals factory: crane drivers, divers, visitors from all over the world, clowns and colourful balloons (see details atwww.cbgnetwork.org/6484.html). CURRENTA is currently distributing the book in the vicinity of the German BAYER sites. For example, the book was given to kindergartens at Christmas.

Philipp Mimkes from the Coalition against Bayer Dangers: “It is a scandal that CURRENTA and BAYER are invading the sheltered kindergarten environment. Young children cannot understand the risks of chemical factories and are defenseless against this corporate propaganda. We´re demanding an effective ban on all forms of advertising in educational establishments.” The Coalition has introduced a countermotion to the upcoming BAYER shareholder meeting.

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extract from Currenta/Bayer “hidden object book”

Thimo Schmitt-Lord from the BAYER Science & Education Foundation freely admits that the company is not driven by altruistic motives. “I have to admit that our support for schools is not entirely altruistic. We view it as a long-term investment.”

Norbert Hocke, a member of the board of the German teaching union GEW, also criticized BAYER’s marketing: “This book does not belong in a kindergarten. It is high time we had regulations for dealing with advertising.” Especially in light of current results of brain research, he views BAYER’s propaganda critically: “We must be especially careful with children aged between nought and six years. The frequent repetition of company logos stays in their heads for a lifetime. Later on, we wonder why and complain that children are so focused on brands.”

Across Germany, educational establishments are increasingly being used for opinion-making. Service providers like the Deutsche Schulmarketing Agentur, an agency which by its own admission “aims to align the economic interests of commercial companies with educational establishments” shamelessly promotes the commercialization of teaching content. Values such as independent opinion or critical abilities are thus being undermined.

Countermotion to BAYER Shareholder Meeting on 29 April: Propaganda in public schools and kindergartens

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