· Demanda la construcción de un México justo, con igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, y con pleno reconocimiento a los pueblos originarios.
Desde la tribuna del Senado de la República, Antonina Rivera Marín, representante de una comunidad indígena del estado de Puebla, demandó en su lengua materna la construcción de un México justo, con igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, y con pleno reconocimiento a los pueblos originarios.
Previo a esta participación, la presidenta del Senado, Laura Itzel Castillo Juárez, recordó que el pasado 11 de noviembre la asamblea aprobó un acuerdo para que una persona hablante de lengua indígena emita un mensaje en su lengua originaria, con el propósito de reconocer, visibilizar, fortalecer y promover la preservación, desarrollo y uso de las lenguas indígenas nacionales.
Se trata de un ejercicio inédito en el que este órgano del Congreso de la Unión reconoce y promueve la diversidad lingüística que existe en nuestro país.
“Mi nombre es Antonina Rivera Marín, originaria de la comunidad de San Felipe Otlaltepec, municipio de Tepexi de Rodríguez, Puebla. Actualmente cuento con 65 años de edad, soy indígena de la etnia y lengua Nguíva”, dijo en su lengua originaria la invitada.
Luego destacó la larga lucha de su comunidad para que las mujeres Nguívas sean reconocidas por la sociedad, “porque parece que fuéramos invisibles”.
“Y ahora, aquí, en este lugar tan importante, expreso en mi lengua materna que no hemos desaparecido, que seguimos vivas, que tenemos voz, que las mujeres de los llanos seguimos en pie”, destacó.
Hablar y pensar en dos o más lenguas -consideró-, es un privilegio, porque nos hace tener la capacidad de conocer desde ángulos distintos la realidad de nuestros pueblos y sus habitantes, y podemos percibir su sentir, sus alegrías, sus gustos, pero también sus miedos y preocupaciones, sus angustias y sus necesidades.
Agregó que las luchas de las mujeres de los pueblos originarios son diversas, porque han enfrentado “el machismo y sometimiento en todas las formas posibles, en el ámbito familiar y social”, sobre todo qué ocupar cargos como autoridades aún están muy limitados.
“Se han superado algunas posturas, pero otras aún están presentes y es necesario trabajarlas, no para competir con el hombre, sino para hacer equipo con ellos, porque no se trata de desplazar al hombre, nos queda claro que nuestros roles son distintos, pero necesarios para el desarrollo pleno de ambos géneros”, subrayó.
“Los pueblos originarios -continuó Antonina Rivera desde la tribuna-, también exigimos que dejen de vernos como objetos de museo, o piensen que para pertenecer a un pueblo originario debemos usar vestimenta tradicional”.
“Todo nuestro respeto y admiración para los pueblos que aún conservan sus vestimentas, pero no se debe generalizar, porque algunos ya no las conservamos. Y no se trata de disfrazarse para ser aceptados, tampoco se trata de vender un concepto equivocado de nuestra realidad.
“Ya que la vestimenta no define nuestra identidad, nosotros poseemos otras características que nos identifican como pueblos originarios como la organización, la lengua, los saberes, la cosmovisión, la vasta gastronomía, las costumbres y tradiciones. En muchas ocasiones, los visitantes, e incluso algunas dependencias gubernamentales insisten en vernos de esa manera”, aseguró.
Antonina Rivera subrayó que todas las generaciones que les antecedieron, y las siguientes, son guardianas de grandes saberes, que han permitido que su valioso legado no se acabe, y que ese conocimiento ha sido preservado a través de la oralidad y heredándola a las generaciones futuras.
Compartió que ella cuenta con estudios universitarios en enfermería general y técnica en enfermería, y con una experiencia de casi 28 años de servicio en una clínica rural del IMSS, así como promotora de medicina tradicional e indígena.
Aseguró que la medicina tradicional e indígena no están peleadas o son cosas diferentes; “más bien pueden aplicarse ambas al mismo tiempo con la vigilancia por ambos médicos para un resultado óptimo”.
Afirmó que la única forma posible de que la humanidad sobreviva es regresando a sus orígenes, porque necesariamente todos debemos saber cultivar la tierra y hacerlo con respeto; conservar nuestras semillas nativas como el maíz criollo, que en México tenemos la fortuna de contar con una amplia variedad, que va del negro al blanco, pasando por los más variados colores, además de sabrosos y altamente nutritivos.
“Como mujeres de pueblos originarios y cómo mexicanas soñamos y deseamos un México justo, con igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, con pleno reconocimiento a nuestros pueblos, no sólo en papeles, sino aplicada en la realidad”, agregó.
Con esta participación, explicó la presidenta del Senado de la República, Laura Itzel Castillo Juárez, se inaugura un proceso para reconocer, visibilizar, fortalecer y promover la preservación, desarrollo y uso de las lenguas indígenas nacionales, así como para garantizar sus derechos lingüísticos individuales y colectivos.

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