Los avances e innovación tecnológica alcanzados en los mercados digitales han impactado directamente los hábitos y preferencias de los consumidores. Si nos regresamos una década atrás, podemos identificar que la forma en que nos comunicamos, intercambiamos bienes y servicios, realizamos pagos, consumimos contenidos, entre otros, se han transformado.
La llegada de los Smartphones y el aumento de las capacidades de las redes de telecomunicaciones para permitir la transferencia de información e intercambio de comunicaciones de manera ubicua, expedita y a gran velocidad, han permitido realizar un cúmulo de tareas desde la palma de nuestra mano.
Al cierre del tercer trimestre de 2017 (3T17), contabilizan 96.9 millones de dispositivos inteligentes, además de que se registra un total de 73.2 millones de usuarios de Internet. Estas circunstancias explican en gran medida el cambio de los hábitos que se han vuelto el común denominador de nuestros días. Cuando estas condiciones se reúnen con la oferta y uso de aplicaciones o plataformas confiables para el intercambio/adquisición de productos, además de contar con los medios de pago requeridos (tarjeta de crédito o débito), el usuario se encuentra con un escenario óptimo para el comercio electrónico.
Durante el periodo referido, 79.9% de los internautas han utilizado alguna plataforma de comercio electrónico, es decir, al menos 58.5 millones de mexicanos han realizado alguna transacción monetaria en internet desde su smartphone, tableta, computadora, consola de videojuegos u otro dispositivo de conectividad.
Estas compras van desde la compra de boletos de cine, pago de servicios, reserva de boletos de avión hasta la compra de productos.
Indudablemente, en esta época decembrina/de fin de año, la compra/venta de productos en Internet es una de las formas recurridas para aquellos padres que tiene que cumplir la ardua misión de ser/asistir a Santa Claus.
Si corremos la película años atrás podemos enumerar diferentes vías implementadas para lograr esta labor, por ejemplo, sondear con los pequeños sobre el regalo que querían, al llevarlos a la juguetería a fin de identificar el producto y no cometer errores. Posteriormente tenían que regresar a la juguetería a realizar la compra del producto, envolverlo y guardarlo en una caja para posteriormente alejarlo del alcance de los niños a fin de que no ser descubierto. Y así, la madrugada del 25 de diciembre colocar los regalos en el árbol de navidad para sorprender a los pequeños.
Con las capacidades tecnológicas antes descritas, esta labor se ha simplificado, en primer lugar, ya no es necesario ir a la juguetería, desde un smartphone el niño puede indicar el artículo que desea para navidad; posteriormente, se puede adquirir en línea, además de contar con aplicaciones que permiten identificar el lugar con el mejor precio. Una vez comprado el producto llegará a la puerta de la casa y no hay que hacer un esfuerzo muy grande por ocultarlo, la caja de cartón en la que llega empaquetado no tiene alguna referencia a su contenido.
De esta forma, los Santa Claus modernos pueden cumplir con las ilusiones de los niños sin tener que salir de casa. Contar con este tipo de herramientas tecnológicas no sólo permite el ahorro de costos de traslado y tiempo, también los productos en línea suelen ser más baratos, puesto que las tiendas reducen costos en la cadena de venta de un producto.
A medida que la confianza de los usuarios aumenta y se cuentan con lo medios de acceso y pago por Internet se identifica un mayor uso de herramientas tecnológicas y una mayor cantidad de usuarios de comercio electrónico, por lo que en esta Navidad y en futuras habrá una mayor contabilidad de Santa Claus digitales.
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