- Según Carlos Martínez Assad, la película de Roberto Gavaldón es una pieza moderna y pionera en su género, en la que deslumbra la figura de María Félix
Al hablar de la novela negra, y en particular de su adaptación al cine en nuestro país, es imprescindible referirnos al gran trabajo realizado por Roberto Gavaldón en La diosa arrodillada (1947). En palabras de Carlos Martínez Assad, se trata de una película que marcó la pauta para el desarrollo del film noir mexicano; es una obra que se distingue por la modernidad que refleja y por su gran calidad dramática, gracias a la impactante presencia de María Félix.
Esta fue la reflexión inicial del sociólogo y escritor durante su participación en Charlas sobre cine y literatura, en medio de un diálogo con el público que tuvo lugar este lunes 17 de septiembre en la sala 4, Arcady Boytler.
Organizado por la Coordinación Nacional de Literatura del INBA, la Dirección de Literatura de la UNAM y la Cineteca Nacional, el ciclo se lleva a cabo cada lunes y retoma obras de la literatura que han sido adaptadas a la pantalla, dentro del género de cine negro. En esta sesión, La diosa arrodillada ha sido comentada por el escritor, sociólogo, historiador, e investigador, en compañía de Raúl Miranda, subdirector de Documentación de la Cineteca.
“Estamos ante un gran clásico del cine nacional, por la dirección, por la forma de abordaje y porque fue el antecedente de la novela negra en México; vemos también el gran escritor que fue José Revueltas (guionista)”, comentó el académico sobre la cinta que narra la historia del millonario Antonio, quien obsequia a su esposa la escultura de una mujer desnuda, para después enterarse de que la modelo que posó para la pieza fue su amante, Raquel.
Otro aspecto que el ponente invitado destacó fue la modernidad del país en aquél entonces que se retrata en el filme: “es importante esta idea de lo moderno y lo que México ha alcanzado en la época del alemanismo”, refiriéndose por ejemplo a las escenas rodadas en los aeropuertos de la Ciudad de México y Guadalajara, o el Edificio Basurto de la Colonia Condesa.
Sobre el mismo tema, Raúl Miranda mencionó la modernidad de los elementos técnicos en la realización de la película, comparándola con El ciudadano Kane (Orson Welles, 1941). Además, recordó la eterna rivalidad que la actriz protagonista sostenía en la industria fílmica con Dolores Del Río, a lo que Carlos Martínez añadió: “ambas resultaron mujeres que no eran las de su época, fueron anacrónicas para su tiempo, fueron demasiado mundanas, demasiado modernas y libres”.
Sobre la figura de María Félix, añadió que “es absolutamente impresionante en la pantalla, era difícil no estar siempre seducido por su imagen; su presencia en esta película es muy fuerte y creo que va a ayudar sin duda al mito de la actriz”.
El escritor finalizó compartiendo con el público algunas anécdotas sobre la época en que se estrenó el filme, como el recibimiento negativo que tuvo por parte de la crítica debido a su contenido erótico. Inclusive, narró, la escultura que forma parte central de la historia fue robada y destruida por grupos que se oponían a la exhibición de la cinta, calificándola como “una exposición de vicios y crímenes, prohibidas por la moral cristiana”. Por otra parte, mencionó el gran éxito que ésta tuvo a nivel comercial y con el público en general.
El ciclo Charlas sobre cine y literatura continuará el próximo lunes 24 de octubre en punto de las 18:00 horas con la proyección de Que Dios me perdone (Tito Davidson, 1947), que será comentada por Bernardo Esquinca en la sala 4. La entrada es libre y las cortesías pueden solicitarse en la taquilla 5 de la Cineteca Nacional.
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