lunes, 20 de junio de 2016

El acuerdo BAYER/MONSANTO


Unión en perjuicio de terceros

La compañía BAYER ha confirmado las conversaciones con MONSANTO en torno a una posible fusión. En caso de cerrarse la operación se formaría la mayor multinacional agrícola del mundo con diferencia, con nefastas consecuencias para los campesinos, la naturaleza, los consumidores y los trabajadores.

Axel Köhler-Schnura, de la presidencia de CBG, señala: «Damos la señal de alarma: 'Quien controla las semillas, domina el mundo', dijo una vez Henry Kissinger. Con la adquisición de MONSANTO se cierne la amenaza de un monopolio de los alimentos. La alimentación mundial está en serio peligro».

Ya en la actualidad, el mercado agrario global se encuentra en manos de unas pocas empresas. Si en 1985 los diez mayores proveedores de semillas tenían juntos una cuota de mercado de alrededor del 12,5%, en 2011 BAYER, BASF, DUPONT, MONSANTO y SYNGENTA & Co. alcanzaron el 75,3%. Y en los últimos años la situación se ha agravado aún más. DUPONT ha adquirido DOW y CHEM-CHINA se ha hecho con SYNGENTA. La presión procede de los mercados financieros. A los grandes agentes como BLACKROCK ya no les basta con el crecimiento interno de los gigantes agrícolas y empujan a esas sociedades a la fusión.

Las estructuras oligopólicas representan un enorme freno para la innovación. Pesticidas perjudiciales para la salud y ampliamente extendidos, como el glufosinato de BAYER o el glifosato de MONSANTO, se remontan a los años setenta. Debido a las buenas condiciones de mercado, las compañías no han desarrollado nuevos herbicidas desde tiempo inmemorial, como reconoce la propia multinacional de Leverkusen: «Desde hace más de 25 años, la industria fitosanitaria mundial no ha desarrollado y puesto en el mercado ningún herbicida relevante para el cultivo con algún nuevo mecanismo de acción; esta es una de las consecuencias de la consolidación de la industria, que ha ido acompañada de una considerable reducción de la inversión en investigación de nuevos herbicidas», según el investigador de BAYER, Dr. Hermann Stübler. En consecuencia, cada vez más plantas silvestres se adaptan a esos productos y los agricultores tienen que utilizar cada vez más agroquímicos, con efectos devastadores sobre la biodiversidad.

Las empresas enfrentan la falta de investigación en ese terreno desarrollando plantas modificadas genéticamente para resistir a sus herbicidas. De este modo consiguen inmunizar su productos de laboratorio contra diversos agroquímicos a la vez, lo que proporciona a los agricultores una mayor flexibilidad en la utilización de sustancias, pero al mismo tiempo incrementa su dependencia de esas empresas.

Como muestra de su falta de escrúpulos, Coordinación contra los Peligros de BAYER (CBG) recuerda que, desde 1954 hasta 1967, BAYER y MONSANTO regentaron la empresa conjunta estadounidense MOBAY, en la que se fabricaron componentes del agente naranja utilizado en la guerra de Vietnam.

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