viernes, 13 de mayo de 2016

Tu carrera después de la carrera


By  Héctor Medina Varalta


Para quienes no conocen a Helios Herrera, él es consultor de Desarrollo Humano para la productividad. Desde 1990 ha ayudado a cientos de empresas AAA a integrar y potenciar a sus equipos de trabajos en 11 países y dos continentes; ha impartido miles de conferencias o seminarios vivenciales para una audiencia acumulada presencial de más de dos y medio de millones de personas. Es autor de libros y audiolibros, entre los que destacan Alcanza tus sueños y 4 minutos para crecer. El Instituto Americano Cultural le concedió el título Doctor Honoris Causa.
Millones de lectores han disfrutado y aprovechado su obra, siempre pragmática, aterrizada y alienada a la vida práctica, al mejoramiento de la realidad en cada individuo, reemplazando ideas y creencias limitantes por aprendizaje concreto y transformador.
Posee una extraordinaria capacidad para entender las necesidades de sus clientes y adecuar los mensajes clave que desea trasmitir a sus audiencias, con una especial marca energética, intensa, altamente motivacional y con un nivel de recordación fuera de serie.
México tiene 3 millones de desempleados
Lo que propone Helios Herrera a los jóvenes en Tu carrara después de tu carrera, es que cuando termines tu carrera, es que realmente están terminando su entrenamiento; la carrera de a deveras, la competencia por la vida, apenas empieza. Solamente en las universidades en este país gradúan anualmente a 600 mil jóvenes que tienen un título universitario y que no van a tener la capacidad de tener un trabajo. Por otra parte, México tiene 3 millones de desempleados, de los cuales, un millón tienen un título universitario en las manos. Esto significa muchas lecturas, la primera de ellas es que muchos chavos salen de las universidades creyendo que al siguiente día conseguirán trabajo porque las universidades son escuelas, pero también son negocios y su mercadotecnia les dijo: “Tú inscríbete conmigo, toma tres años de tu vida y cuando salgas de esta universidad con el título ya la hiciste.” La triste realidad es que no es cierto.


Los jóvenes de hoy no están bien informados
Cuando los muchachos llegan a las empresas quieren ganar una cantidad exorbitante, no están dispuestos a ser becarios, llegan tarde a las citas, sin bañarse y con  piercing en las orejas o en la nariz y ponen en el escritorio del entrevistador su título universitario, ya de entrada, la actitud es incorrecta, pero cuando un empleador tiene en su escritorio 50, 70,80 o 90 correos electrónicos para el mismo puesto. La capacidad de tomar una elección y elegir al elemento adecuado se empieza a diferenciar en los detalles, pues los 90 currículos vienen de excelentes universidades y los 90 títulos están refiriendo que el empleador tiene enfrente a todo un profesional, sin embargo, ¿cuál es el diferenciador? El diferenciador es competencias humanísticas, trabajo en equipo, actitud, comunicación, liderazgo, persistencia, humildad, solución de problemas. En ese tipo de cosas, los jóvenes de hoy no están bien informados, únicamente están siendo educados para pasar exámenes; el conocimiento no es apropiado, no lo bajan a la vida práctica y se enfrentan a un mundo que va mucho más rápido que la capacidad de las universidades de actualizar su plan de estudio. Hay un enorme desfase en lo que el estudiante aprendió, entre la actitud que el joven tiene, ya que posee un título universitario y entre la triste realidad laboral de la capacidad de empleabilidad del país.


La importancia de trabajar uno o dos años antes de la graduación
Parafraseando a Bill Gates: “Si terminaste tu formación universitaria hace dos años, te preparaste para un mundo que ya no existe.” Al respecto, Helios Herrera comenta: hay un ejemplo muy sencillo con la capacidad tecnológica, el teléfono celular que uno utilizaba hace dos años, hoy es obsoleto, pero cuando salió, era una maravilla, seis meses después ese mismo teléfono es obsoleto. Doce meses después, sencillamente ya no existe. La tecnología avanza con una gran velocidad y mueve al mundo tan rápido, que si los jóvenes no se dan cuenta que tienen que prepararse en lo que no cambia, es decir, la gente tiene necesidades, le gusta sentirse importante, la gente necesita aprender a solucionar problemas, comunicarse de manera eficiente, a trabajar en equipo. Todo esto no va a cambiar. Por lo tanto, si los jóvenes apuestan un tanto de su preparación al desarrollo de competencias humanísticas, si se anticipan, si empiezan a trabajar uno o dos años antes de terminar la carrera, van a tener la oportunidad de ir al salón y retar el conocimiento que están adquiriendo contra la vida real. “Yo les propongo a los jóvenes y a mis propios hijos que trabajen unos cuantos meses antes de que terminen su carrera, que lo vean como una materia adicional aunque se tarden un año más en graduarse, no importa absolutamente nada. Lo que sí importa es que tengan la capacidad en el mundo real, tomar el conocimiento, hacerlo propio, es decir, apropiarlo y traducirlo en solucionar problemas.”
Cachetadas en seco
Helios Herrera escribe en su libro: La Organización de las Naciones Unidas (ONU), establece en un ensayo que “analfabeta” en el 2025 será aquél que no hable inglés y domine una computadora. Para el 2035, el ejecutivo promedio, el mediocre, pues, hablará su lengua materna, inglés y chino, y el ejecutivo brillante al menos dos idiomas más.
En el 2035, los jóvenes adultos se van a enfrentar a esta realidad, va a ser el Pan Nuestro de todos los días; el 80 0 el 90 por ciento de las gestiones van a ser en inglés. Por lo tanto, si los jóvenes de esa época si no saben inglés o no saben debatir con la tecnología, simplemente van a ser analfabetas en ese mundo.
En el capítulo Tu profesión debe nutrir tu vida, no tu vida estar dedicada a tu profesión, Helios Herrera comparte: (…) Tu identidad no puede depender de un título o la falta de éste. Cuando te presentes no te creas aquello de “soy licenciado”, “soy ingeniero o médico”, eres, ante todo, un ser humano. Un ente extraordinario que forma parte de un todo más grande y absoluto, un ser humano que está aquí para disfrutar de la experiencia de la vida misma, con todo y sus altas y bajas, pero un ser humano. No le des más importancia que la que tiene a aquello de ser ingeniero, licenciado o doctor-y no digo que no la tenga, y mucha-, sólo te pido que no le des nunca más de la que tiene.

Imagínate-prosigue Helios-, somos la mejor opción entre 60 millones de selección, pues desde antes de nacer pasamos por un proceso de selección rigurosísimo de 60 millones de candidatos y tú ganaste. Después estudiaste y te convertiste en lo que la sociedad llama licenciado, maestro o doctor, pero si tú únicamente te defines a ti mismo a partir de lo que estudiaste cuando lo que tú estudiaste es obsoleto, tu definición de ti mismo será obsoleta.
También nosotros como adultos tenemos que entender que el mundo está cambiando. Hace siete u ocho meses me invitaron a impartir una conferencia en una universidad de la ciudad de México y un par de jóvenes estaban con el celular ‘duro que dale’ y, por supuesto, yo Helios Herrera todo un conferencista internacional, 2 mil 500 eventos, 3 millones de participantes en vivo, mi ego gigantesco y estaba pensando que ese chamaco pendejo ¿quién se cree para ignorarme? Y desde la punta de mi ego le dije: ‘¿compañero, serías tan amable de dejar tu celular y oponer atención a la clase?’ el estudiante voltea el celular, me enseña la pantalla y me dice: ‘Maestro, estoy tomando notas y fotos de lo que usted está diciendo’.
“El mundo, querámoslo o no, también ha cambiado para los adultos; todos tenemos que entender que vivimos una realidad diferente a la que fuimos educados. Tenemos que estar actualizándolos todos: jóvenes, estudiantes: pero también clientes, empleadores y empresarios. Tenemos que entender que las cosas han cambiado de los dos lados: ¿qué tiene que hacer el joven para tener trabajo o para obtener clientes’ ¿y qué tiene que hacer la empresa para obtener talento y para obtener soluciones? Ambas partes tenemos que reaprender paradigmas nuevos, diferentes, ver de dónde somos flexibles. Pero todos: jóvenes, adultos, empleadores, empleados, necesitamos entender que el mundo ha cambiado y renovar nuestra capacidad y paradigmas.”
El peor libro es el que no se lee
Habrá algunas personas que no necesitan leer este tipo de libros para acomodar su vida y habrá otros que necesariamente les será muy útil, también habrá varios que comprarán los libros y no los van a leer. Y bueno, entre 7 mil 300 millones de seres humanos la diversidad de mentes, actitudes, posturas, intenciones, pues son muchas. Hay libros que, como lo he dicho, hay que tener cuidado con lo que está escrito. De repente, rendimos un falso homenaje a cualquier cosa que esté escrita, sólo por el hecho de estar escrita. Lo menciono porque también se puede escribir pendejadas, pues no porque esté editado aporte mucho. Hay de todo, pero el peor libro es el que no se lee, no se revisa, no se analiza. De ahí afuera, somos lo que ponemos en nuestro cerebro.
Una de las escenas que más marcaron mi carrera la vi hace 20 años en la película Descubriendo el futuro, producida en 1989 por el doctor Joel Barker, experto en paradigmas, futurólogo y consultor. Trataré de describirla: un joven venía conduciendo a gran velocidad por un camino de terracería de un pequeño poblado, la adrenalina explotaba en su cuerpo y le hacía acelerar más, más y más.
De pronto, al dar una curva cerrada, apareció en contrasentido unas vieja camioneta manejada por una señora madura, ni bien le dio tiempo de maniobrar para evitar el impacto, pero alcanzó a escuchar cómo la señora le gritaba con firmeza: “¡cerdo!”, a lo que casi instintivamente él contestó con entusiasmo y agresión: “¡vaca!” el joven volvió a oprimir el acelerador, ahora muy enojado, “vieja imbécil, qué se cree”, “tú me insultas… yo te insulto”, todo eso pasaba por su mente cuando al tomar la siguiente curva a toda velocidad… ¡se estrelló con un cerdo!  
Precaución hay curva a la derecha
La escena anterior la refiero como ejemplo de que mi intención es dales una advertencia a los jóvenes. Este libro lo compran un 50 por ciento los maestros y éstos lo recomiendan y los leen en su clase, otro 25 o 30 por ciento los compran los padres y se los regalan a sus hijos y sólo un 15 o un 20 por ciento lo compran los jóvenes. En las conferencias que imparto, cuando los papás se acercan y me preguntan: “¿este libro le va a gustar a mi hijo universitario?”, mi respuesta inmediata es… ¡no! ¡No le va a gustar, le va a ser útil, que son dos cosas distintas. La escena de la película Descubriendo el futuro, es como abro mi diálogo con el joven. Les digo en mi libro a los jóvenes: “no te voy a tratar como idiota, te voy a tratar como joven, “te voy a decir las cosas como son”. Mi intención es darte información dura de lo que te va a pasar para darle una advertencia y para darle un concepto de advertencia es como cuando uno va manejando en la carretera y uno ve una señal amarilla que nos dice: “500 metros vuelta a la derecha”. El anuncio está advirtiendo o está anticipando. Lo mismo dice el libro Tu carrera después de la carrera: “jóvenes escuchen lo que nadie les dice”, “sepan de los números que nadie les da”, “de lo que les espera en su carrera”. Mi intención no es amenazarlos, sino advertirles: precaución hay curva a la derecha.

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