- El largometraje señala los actos deplorables cometidos por sacerdotes y se inspira en la propia crianza católica de su realizador Pablo Larraín
- La cinta del cineasta chileno figura en la terna del Ariel a mejor película iberoamericana
Un grupo de sacerdotes católicos vive aislado en una pequeña casa de un pueblo costero. Cada uno cometió un pecado que los ha convertido en fugitivos; ahora deben vivir de acuerdo a un estricto régimen, bajo la atenta mirada de una mujer que los cuida. La frágil estabilidad de su rutina se verá interrumpida por la llegada de un nuevo compañero de desgracias, quien traerá consigo el pasado del cual todos creen haber escapado. Poco a poco saldrán a la luz los oscuros secretos de estos siervos de Dios, revelando sin piedad las contradicciones de la Iglesia Católica.
El club (2015), es un largometraje del chileno Pablo Larraín que señala audazmente vergonzosos delitos perpetrados de la Iglesia Católica, y se estrena este viernes 6 de mayo en la Sala 3, Fernando de Fuentes.
Durante la Berlinale, el director de No (2012) y Post Mortem (2010) mencionó que la película está inspirada en su propia crianza católica. “En los colegios conocí a varios colectivos de sacerdotes: unos santos, otros delincuentes en mitad de procesos judiciales y unos terceros que nadie sabe dónde están porque la Iglesia Católica los esconde”, afirmó.
También aclaró que la intención de El club no es denunciar ni funcionar como un ataque anti-religioso, pero que le resulta “curioso” el hecho de que el clero se preocupe tanto por el tratamiento que recibe en los medios de comunicación. “A los miembros de la curia les importa más lo que se dice de ellos que lo que ellos mismos hacen”.
Lo que sí le interesa lograr con su trabajo, comentó para Europa Press, es provocar un desafío en el público y “lidiar con las susceptibilidades e instalar un relato que afecte los sentimientos de los espectadores”.
En su crítica para The Guardian, Ryan Gilbey apuntó que en esta cinta podemos apreciar “al cineasta en su momento de mayor maestría, guiando la película a través de complejos cambios de tono sin dejarla chapuzar en la histeria, incluso cuando sus personajes sí lo hacen”.
La producción de la cinta requirió de muy poco tiempo. El cineasta tomó parte del argumento de una de sus obras de teatro, Exceso, y lo adaptó para el guión cinematográfico en tres semanas. El rodaje duró un poco más de 15 días solamente y los actores recibieron muy poca información para agilizar el proceso: nunca leyeron el guión completo y se les indicaban sus escenas al inicio de cada día.
El elenco del filme parece ser un club privado por sí mismo, involucrando a gente muy cercana al director. Su esposa, Antonia Zegers, interpreta a la monja Mónica. Como los cuatro curas que inicialmente viven en la casa están los actores chilenos Alejandro Goic, Jaime Vadell, Alejandro Sieveking y Alfredo Castro, actor fetiche de Larraín quien ha participado en todos sus largometrajes, tres veces como protagonista.
El ambiente familiar caracteriza de igual manera a la forma de producción y distribución de sus obras, ya que Pablo junto con su hermano, Juan de Dios Larraín, encabeza Fábula, la compañía productora de todas sus películas.
La Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas confirmó que la cinta de Pablo Larraín representará a Chile en la contienda por los premios Ariel 2016 en la categoría de Mejor película iberoamericana.
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