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jueves, 18 de enero de 2018


Por Héctor Medina Varalta

El maravilloso mago de Oz
Lyman Frank Baum

El maravilloso mago de Oz fue publicado en el año 1900 y, desde entonces, se ha convertido en uno de los libros más editados alrededor del mundo. Dorothy Gale es una niña que vive con sus tíos Henry y Em y su mascota Toto en una granja de Kansas. De pronto, aparece un ciclón llevándose a Dorothy y a Toto en la vivienda en la que se habían resguardado. La niña, pese al viento que hacia girar la habitación se quedó dormida. Al despertar, notó que la casa ya no se movía. Al aventurarse y salir a lo desconocido, quedó sumamente asombrada al mirar a su alrededor: el ciclón había depositado la casa en una región de extraordinaria hermosura. De pronto, aparecieron algunos habitantes para darle la bienvenida y agradecerle por haber caído su casa en la Maligna Bruja del Oriente. Estaban tan contentos y agradecidos que la invitaron a Ciudad Esmeralda. El resto de la aventura la podrás leer en este libro, escrito para niñas y niños como tú.

Mujercitas
Little Women
Bilingüe
Louisa May Alcott

La Editorial SÉLECTOR, ocupada en llevar la cultura a todas las edades, ahora ofrece Mujercitas, escrito y diseñado para niñas de 6 a 14 años de edad. Además, la edición es bilingüe para quienes están estudiando ese idioma y refuercen su aprendizaje. Meg, Jo, Beth y Amy son cuatro hermanas muy diferentes entre sí, pero a la vez muy unidas. Estas mujercitas son hijas de un soldado que luchaba por la liberación de los esclavos en Estados Unidos. Jo, era una soñadora, pues anhelaba ser escritora, su hermana Amy, cada vez que la veía escribir la regañaba, ya que creía que la verdadera felicidad se encontraba corriendo entre las flores en primavera y patinando en hielo durante el invierno, sin embargo, quería muchísimo a Jo. Meg tenía novio, pues era mayor de edad. Un día Beth, la hermana menor enfermó de escarlatina, que en aquella época esta enfermedad era muy grave. Entonces…, te invitó a leer este bellísimo libro, te aseguro que te identificarás con alguna de estas hermanas.

Orgullo y prejuicio
Jane Austen


La escritora Ángeles Mastretta escribe: “Hay escritores que nos gustan, a los que admiramos y a los que quisimos desde el primer párrafo del primer libro suyo que nos tuvo entre sus manos. Escritores entrañables cuyas historias se vuelven parte de las nuestras. Jane Austen forma parte de ellos.” En efecto, Orgullo y prejuicio narra las aventuras y desventuras amorosas de las hermanas Bennet, centrándose en el personaje de Elizabeth, a través de las cuales la autora nos presenta con comicidad la sociedad de su tiempo y coloca a la mujer en un lugar más notorio que el que le correspondía en su época con la figura de la protagonista. Por lo que respecta a la parte de sátira de la novela, Jane Austen utiliza como recurso indispensable la ironía; la caracterización de sus personajes y de la época en general está plagada de agudos comentarios de la escritora, que acostumbra a ridiculizar los aspectos frívolos de la sociedad en la que vive. El patetismo de muchos de sus personajes da el toque cómico a la obra, hecho que contrarresta el tono más formal que se da al relato de los romances. Un ejemplo claro lo vemos en los padres de la protagonista: la señora Bennet, una "mujer de escasa inteligencia, pocos conocimientos y humor voluble"; y el señor Bennet, una extraña mezcla de "vivo ingenio, humor sarcástico, reserva y extravagancia". La particular relación de dos personajes tan diferentes origina divertidas situaciones familiares que amenizan la lectura y hacen que la obra sea algo más que una simple historia de entresijos amorosos.

Novedades de Editorial SÉLECTOR

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lunes, 1 de enero de 2018



Por Héctor Medina Varalta

Poder personal y autoestima
Aprende a defenderte
Lev Raphael, Gershen Kaufman y Pamela Espeland
Nueva edición

Si padeces bulling en la escuela, este libro es una orientación para que sepas cómo defenderte de situaciones que te hacen daño. Plantea situaciones reales en las que, sin molestar a otras personas y sin meterse en problemas, logres sentirte mejor contigo mismo y te responsabilices de tu conducta. Te enfrenta a saber sobre ti mismo y, más importante, a conocer tus sentimientos, sueños y necesidades. De esta manera, podrás “almacenar” felicidad y orgullo. Escrito para jóvenes y niños, también es recomendable para maestros, orientadores y padres comprometidos a ayudar a sus hijos a desarrollar habilidades vitales importantísimas y una autoestima sólida. Escrito para jóvenes y niños, este libro también es recomendable para maestros, orientadores y padres comprometidos a ayudar a desarrollar habilidades vitales muy importantes y una autoestima sólida.

Disciplina con amor en el aula
Rosa Barocio
¿Qué es ser un buen maestro? Ser un buen maestro nunca ha sido fácil, pero en los tiempos actuales enseñar se ha vuelto un verdadero reto. Cualquiera puede pararse frente a un grupo de alumnos y hacerse llamar maestro, pero sólo algunos realmente merecen ese nombre. Porque ser maestro en todo el sentido de la palabra es un privilegio que se gana con el esfuerzo por crecer para dar lo mejor de uno mismo a los alumnos. Nuestra sociedad está urgida de maestros íntegros con vocación que sean flexibles, abiertos e interesados en acompañar a sus alumnos en un mundo donde los cambios se suceden muy rápidos y la tecnología permea todos los ambientes. Maestros respetuosos que apliquen disciplina con amor poniendo límites sin lastimar, y preparen a las generaciones siguientes para un futuro incierto y complejo. Rosa Barocio, con consejos prácticos y mucho sentido de humor, dedica este libro a maestros interesados en revivir su vocación para no sólo ser buenos maestros, sino maestros extraordinarios. Maestros que no quieren dejar de aprender sino que desean seguir creciendo al lado de sus alumnos. Que comprenden la magnitud de su responsabilidad y se comprometen, a través de su ejemplo, para inspirarlos. Que están deseosos de contribuir a transformar esta sociedad.

Conductas abusivas
Origen, consecuencias y prevención
Irma Margarita Ahumada

Autoridad y autoritarismo Después de una descripción detallada de la situación sociocultural actual de México, el libro explica cómo dicha realidad es producto de la forma como hemos sido educados e invita a propiciar el cambio de nuestros patrones culturales por medio de la educación. Asimismo, plantea que si logramos modificar los elementos supra-estructurales de nuestra cultura, es decir, los aspectos inmateriales e ideológicos, como son los valores, podremos lograr cambios en los elementos estructurales como la organización del poder y las reglas que rigen las relaciones entre los individuos.


Deseo, atraigo, recibo
Arlette Rothhirsch

Nuestros deseos son un reflejo de lo que esperamos de la vida y nos impulsan a construir el camino directo hacia nuestra felicidad. En esta obra Arlette Rothhirsch nos entrega el Oráculo de los Deseos y el Oráculo de la Voluntad; mediante la lectura de sus cartas podrás reconocerte, reconciliarte contigo mismo y alinear tus aspiraciones con tu verdadero Ser interior. Entérate si estos deseos que albergas son tuyos en realidad, o si surgen del pasado, de las enseñanzas de tus padres, o acaso de vidas anteriores. Al apreciar las diferencias entre unos y otros podrás ser quien eres y no lo que los otros quieren que seas. Este libro también te ayudará, con el apoyo de mandalas y ejercicios, a desarrollar tus sentidos y centros energéticos, a ejercer tus poderes y obtener lo que mereces, sin jamás traicionarte, deber elemental de cada uno de nosotros. Atrévete a descubrir tu esencia y avanza con paso firme hacia la plenitud, la verdad, el amor y la libertad.

En Editorial PAX, leer es el arte de aprender

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martes, 19 de diciembre de 2017

Por Héctor Medina Varalta

En Armonía con el Infinito
El arte de vivir en la
Tierra como en el cielo
Rodolfo Waldo Trine


Desde su primera publicación de esta bellísima obra allá a inicios del siglo XX tuvo mucha aceptación, ya que el autor enseña profundas y sencillas enseñanzas.  Por citar algunas palabras cito el siguiente texto que habla de la verdadera riqueza: Muchas personas viven en palacios y son más pobres que quienes carecen de un techo donde cobijarse. Un hombre puede habitar un palacio y verse ahí más miserable que el que habita una choza. La polilla y el moho son los medios de que se vale Dios para disgregar y desparramar en nuevas formas lo atesorado sin un uso provechoso. También hay una ley poderosa que funciona todo el tiempo y que priva del verdadero gozo y de sus plenas facultades a quien atesora, pues la avaricia lo coloca en el nivel de la pobreza. Rodolfo Waldo también nos habla de la muerte, he aquí una sencilla y profunda enseñanza de lo que nosotros llamamos muerte: ¡Amantes amigos! Sean sabios y sequen sin tardanza los ojos llorosos. Lo que sobre el féretro dejan, no merece ni una lágrima, pues es sólo la concha de donde se desprendió la perla. Nada vale la concha, déjenla ahí. La perla, el alma, lo era todo, y ya está allá. No es un libro de superación personal, es algo más que eso. Este libro le ayudará en su salud, finanzas, amor, amistad, tendrá una vida rica en abundancia en todos los aspectos y, sobre todo, le ayudará a conocerse a sí mismo.

Cómo aprende tu cerebro
Cómo mejorar tu aprendizaje, conociendo
cuál es tu ojo, oído, hemisferio cerebral,
mano y pie dominantes
Carla Hannaford

Cada persona aprende de distinta manera dependiendo cuál es su hemisferio cerebral dominante; esto influye en nuestra percepción y en cómo actuamos. Por ello, la perspectiva de un individuo nunca es idéntica a la de otro, y hay una infinidad de conductas e ideas sorprendentes. Al describir los diferentes perfiles dominantes, la autora ilustra las maneras cómo aprendemos y nuestras habilidades principales; y da consejos para superar limitaciones. Conociendo nuestro perfil de aprendizaje, podremos mejorar nuestras capacidades y conseguir mayores éxitos en todos los aspectos de la vida personal y profesional.


Cuando una luz se apaga
Elizabeth Kübler-Ross

La doctora Elisabeth Kübler-Ross fue una de las personas más influyentes del siglo XX, posiblemente la mayor experta mundial en la muerte, personas moribundas y cuidados paliativos. Con su trabajo ayudó a millones de personas, enfermos y  familiares. Sus libros son aprendidos por estudiantes de medicina y enfermería. Una luz que se apaga, es una obra que nos ayuda a encontrar la paz que viene de enfrentar, comprender y aceptar la muerte de un niño, algo muy doloroso que nos puede pasar. El prologuista Ángel Díaz-Montañez escribe: Después de haber leído Una luz que se apaga, de la Dra. Elizabeth Kübler-Ross, lo considero como un remanso de paz y esperanza para todos aquellos padres que, como yo,  han perdido a un hijo, cualesquiera que sean las causas y circunstancias de su desaparición. El libro constituye una rica fuente de conocimiento, que puede proporcionar la paz y tranquilidad que necesitan los padres que han pasado por esa dolorosa experiencia. Para los miembros de las diferentes ramas de la medicina, ofrece la oportunidad de adquirir cierto grado de comprensión sobre el sufrimiento de un padre o una madre ante la muerte de su hijo. Algunos capítulos: Carta a los padres afligidos; Los principios d la vida; Muerte súbita; Heridas en la cabeza y coma; Desaparición y asesinato de niños y suicidio infantil; El conocimiento interno que los niños tienen de la muerte y su lenguaje simbólico; Aspectos espirituales del trabajo con niños moribundos, entre otros.


En Editorial PAX: Leer es el arte de aprender

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viernes, 15 de diciembre de 2017

Por Héctor Medina Varalta

Guadalajara, Jalisco, diciembre de 2017. La Feria Internacional del Libro (FIL) 2017, se congratuló como cada año presentando a autores de talla nacional como internacional. Editorial Endira, como cada año, no podía faltar a tan magno evento, pues  uno de sus escritores más prestigiados presentó El Arcano, un código de fuerza. El Arcano lo presenté hace diez años en la FIL y ahora vengo con la segunda edición. El trabajo editorial cambió la portada. Se hizo una encuesta, al parecer lo hicieron en un grupo de mujeres, pues se dice que las mujeres leen más que los hombres. Lo veo aquí en la FIL, hay muchísimas mujeres que sobrepasan al sector masculino. De hecho, he estado toda la semana, es la cuarta feria más importante a nivel mundial y la primera de habla hispana, es impresionante la cantidad de stands, de librerías y escritores, y de gente interesada en la lectura, ya que somos un país donde no tenemos el hábito de la lectura como en otros. Sin embargo, me da mucho gusto ver en Guadalajara a personas con tantas ganas de entrar a la feria, a las exposiciones y a las presentaciones del libro, como en la presentación de mi libro el cual tuvo mucho éxito.


La fuerza del universo vive dentro del hombre En una época de mi vida en la que me encontraba completamente perdido buscando respuestas, me encontraba en una depresión, crisis de conciencia, es decir, acababa de dejar la adolescencia, pasaba por la edad de la punzada, no sabía qué hacer con mi vida, la que era mi novia me había engañado con mi mejor amigo, no tenía trabajo, todo estaba mal. Me voy a Real de Catorce a buscar una experiencia mística, y lejos de encontrar lo que yo iba a buscar, encontré respuestas a través de un anciano huichol, que me da un mensaje que es el Código de fuerza, donde toda la fuerza del universo vive dentro del hombre. Si tú encuentras la manera de manejar ese Código de fuerza a tu favor, vas a ver que todo lo que necesitas en esta vida, sea económico, sea sentimental, de trabajo o en cualquier área, tú puedes hace que todo el universo confluya a que eso suceda.

El porqué de El Arcano El arca es un lugar donde se guarda algo valioso, por ejemplo, en el arca de Noé se guardaron todas las especies animales; el arca de la nación guarda dinero y Arcano, es alguien que guarda un secreto, alguien que guarda un tesoro. Al escritor le comparte el anciano huichol una idea milenaria, de su cultura. A Luis se le hizo tan interesante lo que ese sabio le entregó que empezó a escribir este libro para que a otras personas les puedan llegar toda la información y enseñanzas que recibió en Real de Catorce, San Luis Potosí. El Arcano, un código de fuerza está basado en un evento que me sucedió muchos años atrás: la idea de escribirlo era eso: entregarle a las personas este mensaje que ha transformado mi vida y la vida de otras personas; no solamente personas que han tenido problemas de adicción, sino de superar pérdidas de un ser querido, porque el mensaje es muy simple; hay un pasaje donde voy caminando con el anciano huichol y le estaba contando todos mis problemas y quejándome de que mi ex novia me había engañado con mi amigo, que no tenía dinero, y que ninguna de mis amistades ni mi familia confiaban en mí.

Cuando el aluno está listo, aparece el maestro Prácticamente, era como si estuviese llorando, me encontraba en la posición de víctima total, el anciano hábilmente me decía en son de burla que llorara. No obstante, hubo un momento en que me paró y me dijo: “Te voy a dar dos consejos que medio mi abuelo”-, él había perdido a su familia: padres, esposa e hijos-. “El primer consejo es, nunca te preocupes por cosas insignificantes”. Yo pensé: “ese es el primer consejo, pero no me sirve”. “El segundo consejo es que todas las cosas son insignificantes. El anciano me trasmitió una seguridad total de qué todo sucede por algo, no hay casualidades, sino causalidades. Todo es causa y efecto, a veces estamos en un lugar que no queremos o en un espacio de nuestra vida que no deseamos, pero ese espacio es el que nos enseña a lo quienes vamos a hacer en el futuro. Dice un proverbio chino: “No por perder,  te pierdes la lección.” A veces estamos en la pérdida total y no queremos darnos cuenta que el universo nos está regalando un momento de crecimiento y de aprendizaje.

En armonía con el infinito Con el anciano huichol aprendí muchas cosas, las he aplicado y puedo decir que mi vida la he transformado enormemente. He comprendido que el verdadero maestro no es el que viene a enseñar, el verdadero maestro está dentro del alumno, porque cuando logras comprender una idea, es porque tú mismo estás razonándola como maestro, no como alumno. En lo particular, mi función en esta vida es ser portador de un mensaje, crearme como escritor. A través de la lectura de cada persona y poder aportar un poco en el desarrollo humano y en el mundo; si tú cambias un poquito tu manera de pensar, ese poquito cambia drásticamente tu entorno y el mundo. Asimismo hay un capítulo llamado sintonía, es decir, sólo podemos ver lo que estamos sintonizando. Es como una estación de radio, solo podemos escuchar la estación que estamos sintonizando. Así somos nosotros en la vida: sintonizamos lo que está sucediendo en nuestro mundo, pues no podemos ver más allá de lo que estamos creando; no es que el libro sea diferente, el lector toma el libro que leyó tiempo atrás y encuentra respuestas diferentes.


“Yo conozco a Luis Aliaga ”Por otra parte, el grupo Editorial Endira edita libros de escritores auténticos, es decir, no se necesita ser famoso, únicamente basta tener un buen escrito, ellos lo revisan y ven si lo publican. Es una editorial que ha ayudado a muchos escritores y a muchos talentos, pues llega a una editorial y que te lo publiquen, es muy complicado, dándoles la oportunidad a estos nuevos escritores. De hecho, Endira tiene un concurso anual de cuento corto. Este año el libro se titula Papel de estraza. El próximo año visitaré de nuevo la FIL y presentaré El éxito no existe. Es un libro basado mucho en la página “Yo conozco a Luis Aliaga” y se trata de que el éxito no existe; el éxito es algo que tú tienes que crear. Así como en El Arcano en el próximo libro te daré herramientas para que tú elijas cómo aplicarlas en tu vida. Asimismo, si las personas tuvieran la capacidad de cambiar a los demás, serían como dioses. La realidad es que yo puedo darte muchas lecciones, pero si tú no las quieres aprender, no puedo hacer nada; asimismo, no puedo darte ninguna lección y solo decirte “hola, te quiero y voy a demostrarte cosas grandes.”, porque tú eres el maestro y el maestro vive en ti. No soy nadie para enseñar, no soy gurú, ni maestro de nada, no soy más que nadie.
El código que está en tu ADN Esa es la realidad, nosotros nos complicamos la vida, los complicamos con nuestros problemas creyendo que son gran cosa, cuando el problema realmente está dentro de nosotros; la vida se transforma dentro de nosotros y se proyecta en el mundo exterior. Por esta razón, tengo una página en Facebook y en Instagram, que se llaman “Yo conozco a Luis Aliaga”, porque yo me conozco. La idea es que cada quien se conozca, porque el trabajo es interno para proyectar en el mundo externo la realidad de lo que somos. No podemos ver nada afuera que no esté adentro. Por esa razón hay personas que son muy problemáticas, pues tienen un problema interno. Toda la vida, su cabeza, su forma de ser son problemáticas y son personas que todos quieren evitar. También hay otro tipo de personas en el que todo es maravilloso, pueden decir: “Me robaron la cartera, ¡qué bueno, pues me estaba estorbando y además me estaba picando!  Aprovecharé para comprar una más delgadita.” Siempre le encuentran lo bueno a la vida.
Pronto estará en todas las librerías El Código de fuerza es para que tú descubras en este libro, cuál es tú código que está en tu ADN y encuentres la fuerza que el universo puso en ti para ser una persona única, irrepetible con posibilidades que nada más tú en toda la historia de la humanidad tienes de lograr y para entregar. Yo solamente traigo una herramienta con El Arcano, que tengo que compartir, que tiene muchas cosas valiosas y muchos mensajes que pueden ayudarte. El verdadero maestro vive dentro de ti, y la persona más importante del mundo debes de ser tú mismo. El libro pronto estará en todas las librerías, por lo pronto se puede conseguir en Gandhi, Sótano y Fondo de Cultura Económica. Si al lector no le gusta el libro, puede buscar al autor en Facebook o en Instagram en “Yo conozco a Luis Aliaga” y les regresa el dinero, aunque, en lo personal, no se lo haya vendido. Luis ha dicho esto durante diez años, ya está en la segunda edición y ningún lector le ha regresado un libro. Al contrario, lo buscan para que lo firme.

Luis Aliaga presentó El Arcano, un código de fuerza

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lunes, 27 de noviembre de 2017


Paul Auster

Traducción de Benito Gómez Ibáñez
Siempre que pienso en Edgar Allan Poe, la primera imagen que me viene a la cabeza es la de la ceremonia inaugural de su tumba en Baltimore en 1875. Poe había muerto en 1849, veintiséis años antes, y como todo el mundo sabe, las circunstancias de su muerte fueron bastante horribles y misteriosas: los últimos y tristes años de su vida, que incluyeron el fallecimiento de su mujer, la finalización de su obra maestra, Eureka, más la desesperada y patética búsqueda de una nueva esposa —numerosas proposiciones a mujeres a todo lo largo de la Costa Este, todas ellas rechazadas— y luego un viaje a Richmond, en Virginia, el lugar donde había pasado la juventud, para dar una conferencia que fue bien acogida y que le sirvió de estímulo para empezar a pensar en instalarse en su ciudad natal, y por último, la extraña e inexplicable borrachera en Baltimore, donde murió en el arroyo a los cuarenta años. Todos esos hechos son bien conocidos, pero no tanto lo que ocurrió después. La tumba en la que enterraron a Poe permaneció sin nombre durante varios años. Finalmente, uno de sus primos, Neilson Poe, consiguió dinero para encargar una lápida; pero entonces, en uno de esos giros que el propio Poe podría haber imaginado, la lápida casi terminada quedó hecha añicos cuando un tren descarriló y cayó en el taller del marmolista que llevaba a cabo el trabajo.
Neilson no podía pagar otra lápida, de modo que el pobre Poe languideció en su anónima fosa durante dos décadas más. A medio camino de ese purgatorio, un grupo de maestros de Baltimore empezó a recaudar dinero para una segunda lápida, y al cabo de diez largos años la losa quedó finalmente acabada. Para celebrar el acontecimiento —después de exhumar y volver a enterrar los restos de Poe—, se ofició una ceremonia en el instituto Western Female de Baltimore. Se invitó a los principales poetas norteamericanos de la época pero, uno por uno, todos acabaron declinando la invitación: Longfellow, Holmes, Whittier y otros cuyos nombres ya han pasado al olvido. Al final, sólo un poeta se dignó honrar con su presencia al instituto Western Female, el más grande de los poetas norteamericanos, según resultó, un hombre cuya reputación tal vez no fuera menos «peligrosa» que la de Poe: Walt Whitman, de Nueva Jersey.

Cinco años después, en 1880, Whitman escribió una breve reseña sobre Poe para un libro que finalmente se publicó con el título de Specimen Days. El capítulo, titulado «Importancia de Edgar Poe», incluye un fragmento de un artículo publicado en The Washington Star sobre la asistencia de Whitman a la ceremonia en memoria de Poe en noviembre de 1875: «Estando de visita en Washington por entonces, “el viejo canoso” se acercó a Baltimore, y aunque enfermo de parálisis, consintió en subir renqueando al estrado y sentarse en silencio, si bien se negó a pronunciar discurso alguno, alegando lo siguiente: “He sentido un fuerte impulso de acercarme para estar hoy aquí en memoria de Poe, y lo he obedecido, pero no he sentido el mínimo impulso de pronunciar un discurso que, mis queridos amigos, también debe ser obedecido”. En un círculo informal, sin embargo, durante una conversación después de la ceremonia, Whitman dijo: “Durante mucho tiempo, y hasta épocas recientes, he sentido desagrado por los escritos de Poe. Para la poesía, yo quería, y sigo queriendo, el brillo de un sol límpido, el soplo de aire fresco —la energía y la fuerza de la salud, no del delirio, ni siquiera entre las pasiones más tempestuosas—, siempre con el trasfondo de la moral eterna. Sin cumplir tales requisitos, el genio de Poe ha conquistado sin embargo un reconocimiento especial, y yo he llegado a admitirlo plenamente a mi vez, y a apreciarlo, a él también”».
Si Whitman fue el único poeta importante que asistió personalmente a la ceremonia, hubo otro que estuvo allí en espíritu —o al menos así es como lo recordaría años más tarde—, lo que viene a ser igual de importante, en mi opinión, si no más. Me refiero a Stéphane Mallarmé y a su exquisito poema, «La tumba de Edgar Poe». En realidad, el poema fue un encargo posterior a la ceremonia de Baltimore para un volumen conmemorativo de Poe, realizado por una tal Sarah Whitman, sin relación con Walt, sino más bien una de las novias de Poe de los últimos meses de su vida, que durante muchos años trabajó con diligencia para mantener viva la fama del poeta.
El poema de Mallarmé, que tradujo la propia señora Whitman, resultó ser la única contribución extranjera al volumen, y encuentro sumamente interesante que el colaborador hubiese sido Mallarmé, sin duda el poeta francés más importante de la época, y el único —junto con Whitman— que continúa ejerciendo cierta influencia en los poetas de hoy día.

La tumba de Edgar Poe
Tal como al fin el tiempo lo transforma en sí mismo,
el poeta despierta con su desnuda espada
a su edad que no supo descubrir, espantada,
que la muerte inundaba su extraña voz de abismo.

Vio la hidra del vulgo, con un vil paroxismo,
que en él la antigua lengua nació purificada,
creyendo que él bebía esa magia encantada
en la onda vergonzosa de un oscuro exorcismo.

Si, hostiles a las nubes y al suelo que lo roe,
bajorrelieve suyo no esculpe nuestra mente
para adornar la tumba deslumbrante de Poe,

que, como bloque intacto de un cataclismo oscuro,
este granito al menos detenga eternamente
los negros vuelos que alce el Blasfemo futuro.
(Traducción de Mauricio Bacarisse)

Pero ese poema no fue la única relación de Mallarmé con Poe. A partir de 1862, cuando sólo tenía veinte años, Mallarmé había empezado a traducir al francés los poemas de Poe; proyecto en el que seguiría trabajando hasta 1888. En 1883 se publicó por primera vez en francés «La tumba de Edgar Poe» —como parte de un ensayo de Verlaine sobre Mallarmé— y fue entonces cuando Mallarmé confundió los hechos y escribió a Verlaine que el poema se había leído en la ceremonia de Baltimore en 1875. Mallarmé, hombre de lo más escrupuloso y honrado, no habría cometido tal error a propósito. La única explicación es que verdaderamente creía que así había sido; lo que sirve para poner de relieve la profundidad de su apego inconsciente a Poe.
Antes de Mallarmé, por supuesto, estaba Baudelaire, el gran poeta de la generación precedente, y más que ningún otro él fue el responsable de establecer la enorme fama de Poe en Francia, que continúa hasta nuestros días. Su primer ensayo (muy largo) sobre la vida y obra de Poe apareció en fecha tan temprana como 1852, y como la mayoría de ustedes probablemente sabrá, se encargó de la considerable tarea de traducir al francés todos los relatos de Poe.
La atracción de Baudelaire por Poe era algo más que una simple admiración literaria: Poe constituía para él una figura enteramente heroica, el más puro ejemplo de escritor contemporáneo, el escritor como paria, el genio enfrentado a las restricciones de su propia sociedad. Del ensayo de 1852:
«La vida de Edgar Poe fue una tragedia lamentable… Los diversos documentos que acabo de leer me inducen a pensar que para Poe Estados Unidos era una espaciosa jaula, un gran empresa de contabilidad, y que durante toda su vida hizo denodados esfuerzos para escapar de la influencia de esa atmósfera hostil.»
Opiniones como esa condujeron en Estados Unidos a la creciente sensación de que Poe no era realmente un escritor norteamericano, sino un autor francés que escribía en inglés. Al fin y al cabo, la mayor parte de sus célebres cuentos se desarrollaba en un entorno europeo, y sus famosos relatos detectivescos, «Los crímenes de la calle Morgue», «La carta robada», ocurren en París y su protagonista es francés, Auguste Dupin. En cierto modo Poe no encajaba en los esquemas concebidos por los historiadores de la literatura sobre los comienzos de la literatura norteamericana. Carecía de relación con el pasado del Nuevo Mundo legendario, tal como la tenía Washington Irving, por ejemplo (el Holandés de Nueva York), ni con el pasado colonial, tal como la tenía Nathaniel Hawthorne (los puritanos de Nueva Inglaterra); y por encima y por debajo de todo, simplemente no era lo bastante optimista para satisfacer los gustos norteamericanos. En 1925, sin embargo, apenas cincuenta años después de la ceremonia de Baltimore, William Carlos Williams — otro autor de Nueva Jersey, y quizá el poeta más conscientemente «norteamericano» desde Whitman— decía lo siguiente sobre Poe en su libro En la raíz de América:
«Poe no fue un “fallo de la naturaleza”, “un descubrimiento a ojos de los franceses”, maduro pero inexplicable, como hemos tratado de calificarlo en nuestro atolondramiento, sino un genio íntimamente conformado por su tiempo y su ámbito. Por guardar las apariencias le hemos dado fama de loco a un escritor a cuyo rigor clásico no hemos sabido escapar de otro modo…
»Es el Nuevo Mundo, o para sustituir ese término por otro mejor, es una nueva localidad lo que se afirma en Poe; es Norteamérica, el primer gran estallido de expresión del genio del lugar en su nuevo despertar.
»Por primera vez en Norteamérica, Poe concita la sensación de que la literatura es seria, que no es cuestión de cortesía sino de verdad.»
Williams continúa hablando largo y tendido sobre la critica literaria de Poe, las recensiones y artículos que el esforzado autor escribió a lo largo de su breve existencia en relación con los libros norteamericanos recién publicados —un ataque tras otro contra la mediocridad que encontraba por todas partes—, su lucha por definir lo que sería una inconfundible literatura norteamericana, independiente de los modelos ingleses y europeos. En ese sentido —y tal vez en ese único sentido— se parece a Whitman: un escritor norteamericano que trata de encontrar una base sólida para afrontar la escritura desde un enfoque puramente norteamericano.
«Por tanto, Poe debe sufrir en razón de su originalidad —prosigue Williams—. Crea algo que sea nuevo, aunque esté hecho con pino de tu propio jardín, y nadie sabrá lo que has hecho. Y eso porque no tiene nombre. Ésa es la causa de la falta de reconocimiento de Poe. Era americano. El asombroso, inconcebible fruto de su localidad. Lo miraban boquiabiertos, y él, a ellos, atónito. Después con odio mutuo: él con repugnancia, ellos con recelo. Sólo lo que tienes delante de las narices parece inexplicable.
»Ahí emerge Poe: en modo alguno el escritor estrafalario, aislado, la curiosa figura literaria. Por el contrario, en él está anclada la literatura norteamericana, sólo en él, en tierra firme.»
Para entonces ya estamos en el siglo xx, y es interesante observar que los tres contemporáneos de Williams más distinguidos —Eliot, Pound y Stevens— se dirigieron a los franceses en busca de inspiración. Aproximadamente al mismo tiempo que Paul Valéry, discípulo de Mallarmé, basaba su teoría de la poesía en una interpretación del «principio poético» de Poe (un ensayo que con toda probabilidad se escribió para gastar una broma), Eliot, Pound y Stevens se encontraban inmersos en la poesía de Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, Laforgue y otros poetas franceses de las postrimerías del siglo xix. Y en ese mismo momento tenemos a otro importante poeta francés, Valéry Larbaud, en quien Whitman ejerció una influencia tan abrumadora que no sólo tradujo Hojas de hierba sino que acabó esforzándose por crear poesía en francés que se correspondiera directamente con el tono expansivo y las florituras lingüísticas que se encuentran en la obra del poeta americano. En otras palabras, en cada país los poetas buscaban nuevas ideas al otro lado del mar. Eliot: «La clase de poesía que necesitaba, para aprender a usar mi propia voz, no existía para nada en Inglaterra, y sólo se encontraba en Francia». Pound: «Prácticamente todo el desarrollo del arte de versificar inglés se ha logrado mediante apropiaciones del francés». Stevens: «Francés e inglés constituyen una sola lengua».
Cuando un poeta busca inspiración en un creador de otro país, es porque busca algo que de inmediato no encuentra disponible en su propia lengua o literatura, porque pretende liberarse de los confines de su propia cultura; pero siempre, en definitiva, para hacerlo suyo, para llevarlo de vuelta a su propio lugar. La imitación servil no puede producir nada de interés, pero todo artista original siempre ha de estar alerta a lo que hacen otros artistas (nadie puede trabajar en el vacío), puesto que lo importante es utilizar la propia inspiración en otra obra para los propios fines; lo que significa que, en primer lugar, ha de tenerse una finalidad. La relación Whitman-Larbaud es ilustrativa. Larbaud escribió que quería inventar un poeta —él mismo— «que fuera sensible a la diversidad de razas, pueblos y países; que encontrara lo exótico en todas partes; que fuese ingenioso e internacional; que, en una palabra, fuera capaz de escribir como Whitman pero con una vena ligera, además de aportar esa nota de irresponsabilidad cómica y gozosa que falta en Whitman». Larbaud esperaba inspiración de Whitman, sí, pero también rechazaba aquellos aspectos de su obra que no le parecían relevantes: y el resultado fue totalmente original, completamente francés, íntegramente Larbaud.
Si la fibra y el espíritu de muchos de los mejores poetas franceses de principios del siglo xx —Larbaud, Apollinaire, Cendrars— pueden considerarse como una respuesta transatlántica a Whitman, igualmente cierto es que esos mismos poetas tienen mucho que ver con la fibra y el espíritu que se desarrollaron en ciertas vetas de la poesía norteamericana en la década de 1950, en especial en la obra de los poetas que componían lo que se conoce como escuela neoyorquina, John Ashbery y Frank O’Hara —ambos francófilos—entre ellos…
Pienso a veces que el alma de Guillaume Apollinaire cruzó volando el océano al morir en 1918, y después de pasarse siete años en busca de alguien en quien renacer, finalmente se decidió a habitar la mente y el cuerpo de Frank O’Hara. Los paralelismos entre ambos poetas son extraordinarios, incluso asombrosos. No sólo por la exuberancia que se encuentra en su obra, su armonía con la época en que vivieron, su sensibilidad urbana, la libertad estilística de sus creaciones poéticas, sino también porque ambos vivieron y escribieron entre pintores, los pintores radicales de su tiempo (Apollinaire, los cubistas; O’Hara, los expresionistas abstractos), y porque los dos murieron tan horrible, tan tremendamente jóvenes —Apollinaire a los treinta y ocho, O’Hara a los cuarenta—, como si almas como esas simplemente se consumieran por arder con demasiado brillo, con demasiada intensidad para que se les hubiera concedido una vida larga en la tierra.
Apollinaire fue el primer poeta verdaderamente moderno en Francia, el primero en asumir las maravillas y contradicciones del siglo xx, en sentirse perfectamente a gusto en un mundo de automóviles, aeroplanos y ciudades colosales. Samuel Beckett tradujo «Zona» al inglés en 1950, véanse los primeros versos:

Al final te cansas de este mundo antiguo

El rebaño de puentes bala esta mañana oh pastora Eiffel

Te hartas de vivir en la antigüedad griega y romana

Hasta los automóviles parecen antiguos aquí
Sólo la religión sigue joven la religión
tan simple como los hangares de Port-Aviation

Solo en Europa no eres antiguo oh Cristianismo
El europeo más moderno es usted Papa Pío X
Y a ti a quien observan ventanas la vergüenza te impide
Entrar en una iglesia y confesarte esta mañana
Lees octavillas catálogos carteles que cantan bien alto

He ahí la poesía esta mañana y para la prosa están los diarios
Están los fascículos a 25 céntimos llenos de aventuras policiacas
Retratos de grandes hombres y mil títulos diversos

He visto esta mañana una preciosa calle cuyo nombre he olvidado
Nueva y reluciente clarín del sol
Cuatro veces al día del lunes por la mañana al sábado por la tarde Pasan directores obreros y bellas taquimecanógrafas
Y tres veces por la mañana gime la sirena
Una campana rabiosa ladra a mediodía
Las inscripciones de muros y letreros
Las placas los anuncios chillan como loros
Me encanta la gracia de esta calle industrial
de París entre la calle Aumont-Thiéville y la avenida des Ternes
Cuarenta años más tarde, en un poema titulado «A Step Away from Them« («A un paso de ellos»), O’Hara describe un paseo que da por el centro de Manhattan a la hora de comer, cavilando sobre la gente que ve y oye al pasar, evocando espléndidamente la mezcolanza de las calles y aceras de Nueva York, pensando en sus amigos muertos hace poco, sucesivamente dichoso y nostálgico, enteramente sensible a lo que lo rodea, y entonces, de improviso, el poema concluye con estos versos: «Un vaso de zumo de papaya / y vuelta al trabajo. Llevo el corazón / en el bolsillo, es Poemas de Pierre Reverdy».
Reverdy: el contemporáneo, tan admirado, de Apollinaire; como si en el último verso O’Hara nos dijera: Reverdy está conmigo, su obra me ha ayudado a ver todas las cosas que estoy viendo, y sin su ejemplo no sería capaz de saber dónde estoy.
Todos los poetas son de un sitio, de una lengua, de una cultura. Pero si el cometido de la poesía es contemplar el mundo con otros ojos, volver a examinar y descubrir las cosas frente a las que todo el mundo pasa de largo sin darse cuenta, parece lógico entonces que el «sitio» del poeta resulte muchas veces desconocido para el resto de nosotros. Se pone a mirar esa pared de ladrillo, esa montaña o esa flor y medita sobre ello más que nosotros, de modo que, cuando nos lo cuenta, hay buenas posibilidades de que nos sorprenda, de que nos diga cosas en las que no hemos pensado hasta oír sus palabras, y por tanto esas palabras pueden parecernos extrañas. Para entenderlas puede que tengamos que escuchar por segunda vez. Puede que por centésima vez —o durante cien años— antes de que comprendamos lo que está diciendo.
Lo que nos lleva de vuelta a Poe: el infortunado, incomprendido Edgar Allan Poe, el hombre que no encajó en Norteamérica, pero norteamericano de todas formas. Y más profundamente americano que los poetas que se negaron a asistir en 1875 a la ceremonia celebrada en su memoria: Longfellow y Whittier, a quienes años antes había calificado justamente de imitadores y farsantes. Tuvieron que ser los franceses quienes rescataran a Poe de la oscuridad. Pero desde entonces hemos sido capaces de reclamarlo como nuestro.
Poe y Whitman, dos escritores sumamente diferentes, pero ambos intrínsecamente norteamericanos, y es significativo, en mi opinión, que el propio Whitman pudiera finalmente reconocerlo hacia el final de su vida. ¿Qué quiero decir con norteamericano? Un escritor que está directamente comprometido con la cuestión misma de Norteamérica. En la primera mitad del siglo xix, eso significaba encarar la novedad del país, su enorme tamaño, el frenesí materialista que impulsaba a sus ciudadanos, pero también la idea de Norteamérica, el sueño utópico de que en cierto modo estaba destinada a convertirse en un segundo Edén. Whitman, desde luego, trata todo eso en su obra, mientras que Poe lo rehúye, horrorizado por la falta de tradición del país, su vulgaridad, su entusiasmo por dar siempre la última palabra al dinero. Sin embargo, nadie que no fuese norteamericano podría haber escrito la obra de Poe, lo mismo que Baudelaire y Mallarmé —dos colosos igualmente enamorados de Poe— no podrían haber sido de otro sitio que no fuera Francia.

Allí, el problema era precisamente el contrario de lo que prevalecía en Norteamérica: demasiada tradición, demasiado pasado, demasiados monumentos que saturaban el presente, sin regiones inhabitadas ni espacios en los que perderse, en los que reinventarse. Empezando por Baudelaire, la historia de la poesía francesa ha sido de corrosión, un intento de desgastar esos monumentos y despejar un espacio nuevo en el que respirar. Creo que por eso sentía Baudelaire tanto entusiasmo por Poe: porque estaba enfrentado con su territorio. Pero también por eso atrajo Whitman a tantos poetas franceses de épocas más tardías: porque los inició en el mito del aire libre…

Los huesos de Poe Charla sobre los viajes de la poesía y su regreso final

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