El primer actor Gastón Melo falleció a la edad de 87 años, este 21 de julio, así lo dio a conocer el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) la víspera. Vale detallar que vía un comunicado, recordó los orígenes del citado histrión mexicano, fue originario de Ciudad Juárez, Chihuahua, fue una figura central del teatro mexicano durante más de seis décadas y miembro del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) desde 2016. Nacido en 1938, tuvo una formación amplia y rigurosa: estudió Literatura Española con especialidad en Arte Dramático en la UNAM, filosofía en la Universidad de Montreal y Arte Teatral tanto en el Inbal como en la academia de Seki Sano. En París amplió su preparación en el Instituto de Estudios Teatrales de La Sorbona y en la escuela de Tania Balachova, donde consolidó una base escénica sólida y sensible. Su trayectoria comenzó a finales de los años cincuenta en el colectivo Poesía en Voz Alta, espacio de experimentación en el que compartió escena con Juan José Gurrola, Nancy Cárdenas, Ofelia Guilmáin, Juan Ibáñez, Ana Ofelia Murguía y Raúl Dantes. Desde entonces, su presencia fue constante en los escenarios. A la par participó en montajes emblemáticos como Un caballo blanco (1959), dirigida por René Anselmo; El hombre que hacía llover (1959), con dirección de Xavier Rojas, y Despertar de primavera (1960), con Juan José Gurrola. A lo largo de su carrera colaboró en cerca de 20 obras teatrales y más de 50 películas filmadas en México, Europa y Estados Unidos. También tuvo incursiones en series y programas de televisión. Desde 2016, su participación en la CNT fue constante. En 2022 fue distinguido como actor de número, en reconocimiento a su trayectoria. Ese mismo año, durante la gala por el 50 aniversario de la CNT en el Palacio de Bellas Artes, recibió un homenaje por su entrega al quehacer escénico. Dentro de la compañía participó en obras clave como Los grandes muertos, de Luisa Josefina Hernández, dirigida por José Caballero; El convivio del difunto, con dramaturgia y dirección de Martín Zapata, y Latir, de Bárbara Colio.
En sus últimos años en escena prestó su voz en off para Libro centroamericano de los muertos, montaje dirigido por Érika de la Llave y basado en el poemario de Balam Rodrigo, muestra de su sensibilidad y compromiso con las múltiples formas del arte dramático. Por su parte la Secretaría de Cultura federal, el Inbal y la CNT lamentaron profundamente su fallecimiento y manifestaron sus condolencias a familiares, amistades y colegas. Reconocieron su legado como “uno de los pilares del teatro contemporáneo en México y destacaron su compromiso inquebrantable con las artes escénicas”.
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