By Renato Consuegra
En los últimos 25 años, el mercado laboral en México ha experimentado cambios significativos, marcados por periodos de expansión económica, crisis globales y profundas transformaciones estructurales. Desde la apertura comercial hasta la digitalización, cada década ha traído consigo retos y oportunidades únicos para la generación de empleos; sin embargo, las proyecciones para 2025, como la del Departamento de Estudios Económicos de Citibanamex que anticipa la creación de apenas 213 mil empleos formales, plantean interrogantes sobre la capacidad del país para sostener un crecimiento laboral robusto.
En retrospectiva, durante la década de los 2000, México vivió una expansión significativa en su economía gracias al auge de las exportaciones, especialmente en el sector manufacturero, lo cual impulsó la creación de empleos en regiones como el Bajío y el norte del país, donde las industrias automotriz y aeroespacial florecieron. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), entre 2000 y 2010 se generaron en promedio 500 mil empleos anuales en el sector formal.
No obstante, la crisis financiera global de 2008 marcó un punto de inflexión porque durante ese periodo, México perdió cerca de 700 mil empleos formales en tan solo un año. Si bien la recuperación fue rápida gracias al dinamismo exportador, los empleos creados después de la crisis tendieron a concentrarse en sectores de bajos salarios y alta informalidad, un fenómeno que persiste hasta el día de hoy.
La segunda década del siglo XXI estuvo marcada por la implementación de reformas estructurales en energía, telecomunicaciones y educación, pero, aunque estas reformas buscaban estimular el crecimiento económico y la generación de empleos, los resultados fueron mixtos ya que entre 2013 y 2018, la economía formal creció a un ritmo moderado, pero la informalidad continuó representando más del 55% del empleo total en el país, según cifras del INEGI.
El impacto de la pandemia de COVID-19 en 2020 fue devastador para el mercado laboral mexicano porque en ese año, se perdieron más de 1.1 millones de empleos formales, de acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y, a pesar de la recuperación parcial en los años siguientes, el mercado laboral quedó marcado por una creciente precariedad y una acelerada transición hacia el trabajo remoto en ciertos sectores, dejando a muchas industrias tradicionales rezagadas.
Con este contexto histórico, la proyección de Banamex para 2025 de una creación de apenas 213 mil empleos formales es alarmante. Esta cifra contrasta con las necesidades demográficas del país, donde anualmente más de un millón de personas se integran al mercado laboral. La disparidad entre la oferta y la demanda de empleos plantea el riesgo de un aumento en la informalidad y el subempleo, perpetuando desigualdades económicas y sociales.
Ante este panorama, las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs) se perfilan como una pieza clave para revertir esta tendencia, representando más del 99% del total de las unidades de negocio en México, generan más del 70% del empleo formal y aportan más del 50% del Producto Interno Bruto (PIB). Estas cifras subrayan la necesidad de fortalecer este sector como motor principal del crecimiento económico y la generación de empleos.
Sin embargo, las MiPyMEs enfrentan retos significativos, como el acceso limitado a financiamiento, la baja adopción de tecnologías digitales y la competencia desleal de la informalidad. A pesar de ello, también poseen un potencial enorme para crecer y adaptarse a las demandas de un mercado en transformación, donde programas de apoyo gubernamental y alianzas público-privadas podrían proporcionar el impulso necesario para que estas empresas adopten tecnologías innovadoras, mejoren su competitividad y accedan a mercados globales.
El nearshoring, por ejemplo, abre una ventana de oportunidad para que las MiPyMEs se integren en cadenas de valor internacionales. Asimismo, la transición hacia una economía verde puede favorecer a aquellas empresas que adopten prácticas sostenibles, atrayendo tanto a consumidores conscientes como a inversores interesados en proyectos responsables.
El reto para el gobierno y el sector privado es claro: se requiere una política laboral integral que fomente la capacitación y reentrenamiento de la fuerza laboral, promueva la formalización del empleo y estimule la inversión en sectores estratégicos. Sin estas acciones, el mercado laboral mexicano corre el riesgo de estancarse, con consecuencias graves para el desarrollo económico y social del país.
La historia de los últimos 25 años demuestra que México tiene la capacidad de adaptarse y superar crisis. Sin embargo, el desafío para 2025 es inédito y requiere una visión audaz que coloque a la generación de empleos en el centro de la agenda nacional. Fortalecer a las MiPyMEs no es solo una estrategia económica; es una apuesta por el futuro del país y la garantía de una prosperidad compartida.
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