Segunda parte
Por Héctor Medina Varalta
Guadalajara, Jalisco, noviembre de 2022. Chávez hace hincapié de que ha trabajado de manera terapéutica con agresores y que no podemos quemarlos en la hoguera o cortarles las “dos cabezas” a pesar de que nos dan ganas cuando lo vivimos de manera personal, también ellos son víctimas, son eslabones de cadenas de agresores a lo largo de generaciones. En los casos que ha tratado, estos individuos han sufrido de varios abusos sexuales por familiares directos: sus padres, los abuelos, los tíos o los hermanos, o peor aún de sacerdotes en los que ellos confiaban”. A pesar de que la psicóloga ha estado del otro lado, sabe que los victimarios merecen compasión y necesitan ayuda. Además, que el estado y la sociedad pongan los medios similares para su rehabilitación que a las víctimas, y no sólo nuestro desprecio, es necesario reincorporarlos a la sociedad.
Tiempos modernos
Los tiempos actuales son postmodernistas y postneolibelares, ni todo lo puede resolver el Estado, ni todo puede quedar en manos de la libre competencia. El Estado asistencial al que los franceses llaman “Estado providencia” no se da abasto, como dijo Margaret Thatcher una de las figuras más conocidas de esta tendencia “jamás he visto una sociedad, lo que he visto son individuos en competencia entre si…Por tanto que cada quién se las arregle como pueda”. Bajo esta perspectiva no había espacio para la cooperación ni la ayuda mutua. Al individuo sólo le quedarían dos entidades; como ciudadano en el ámbito político y como consumidor en el terreno económico. Los tiempos modernos requieren que los ciudadanos nos involucremos, debemos ser más responsables, más proactivos y dejar la pasividad que aprendimos de los regímenes paternalistas.
Curando las heridas
Estamos ante un hecho el abuso sexual en la infancia y el incesto comparten corresponsabilidad: de la ignorancia de los padres de familia, de la religión absurda que nos ha negado a las mujeres el placer sexual y de las autoridades de educación que se han quedado relegadas en que también somos seres sexuados. Es muy importante reconocer que necesitamos ayuda de otros en el muy difícil proceso de recuperar la parte sana que queda de nosotros, curar las heridas abiertas, trabajar con lo que ya no tiene remedio. Una historia que tiene un valor que puede ser real o desproporcionado y el poder para determinar todo lo que es nuestra vida afectiva. Se trata de vivenciar un recuerdo confuso, pero que ha dejado una profunda huella en nuestra vida.
Servir es recuperación
El servicio es una de las mejores herramientas para la recuperación, “muchos concluye Chávez- que hemos sido víctimas guardamos el dolor que no queremos compartir ‘¡la ropa sucia se lava en casa!’, ‘¡es tu cruz!’, ‘¡calladita te ves más bonita!’, son una de las peores estupideces que nos han enseñado. Cuando se abre la caja fuerte en donde se guardaron las emociones, los sentimientos y se comparte, en realidad están quitándose un peso de encima, es aventar la papa caliente que quema en las manos, que a otro le puede servir para alimentarse, la experiencia del hecho va a resultar nutritiva. Una de las sugerencias que hago a las afectadas es que dejen la armadura de protección, que se permitan el placer y que creen redes de apoyo que las fortalezcan, cada vez que se comparten, el dolor y las tragedias se convierten en un regalo de experiencia para otro que lo necesita y que lo recibe abiertamente, confiadamente, la sintonía sucede cuando se encuentran dos almas gemelas. “Una petición que les hago a las afectadas en términos vulgares y que dicen más que mil palabras: si te jodieron la infancia, no sigas jodiéndotela tú. Deja el sufrimiento, la victimización y trasciende.
De corazón, te lo suplico”.
Mujer rota…
Se tú
Ámate tú
Eres maravillosa
Tienes derecho al placer
No sigas castigándote
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