* Dicen vivir en una situación de estrés todo el día por el riesgo de una posible catástrofe y ruido superior a los niveles recomendados por la OMS, que alcanzan los 105 decibeles en algunas partes, afectando a 1.5 millones de personas más, 70 hospitales y 1,923 escuelas.
Vecinos de más de 150 colonias del Valle de México, integrados en el colectivo ciudadano Más Seguridad Aérea, Menos Ruido, exigen a las autoridades responsables del espacio aéreo volver a la ruta anterior de entrada y salida al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, porque con el rediseño están siendo afectados por estrés ante la posibilidad de una catástrofe, problemas auditivos y por las noches una distorsión en las etapas de sueño que generan graves enfermedades y pueden afectar, incluso, la maternidad.Además, denunciaron afectaciones a la fauna en zonas que tradicionalmente eran de preservación por la violencia sonora de la que, las diversas autoridades se desentienden, incluido el gobierno de la Ciudad de México, que debería proteger la salud de sus habitantes porque están siendo afectadas más 1 millón y medio de más personas para llegar a los 2 millones 440 mil habitantes; además de 70 hospitales y 1,923 escuelas.
“Nos están matando de a poco, esto es un asunto de salud pública”, expresó Iliana Ramos, quien vive en la colonia Hogar y Redención en la Alcaldía Álvaro Obregón, en lo que han dado en señalar como la Zona Cero, ya que ahí confluyen las dos rutas que llegan o salen por el Norponiente y el sureste de la Ciudad para o desde el AICM.
Estamos en el punto más crítico, donde se da el mayor número de decibeles, cercano a los 105, expresó Ramos, “pero lo más crítico es que pasan sobre nuestra azotea cada 40 segundos o un minuto, que por las barrancas se queda rebotando el sonido y por la continuidad de paso se amplifica. Díganme quién puede vivir así. Es como tener una secadora profesional a un lado de tu oreja, con picos de ruido agresivos para la vida diaria”.
María de la Esperanza Alvarado expresó que incluso hay un estudio del Instituto Nacional de Psiquiatría donde se da a conocer que el ruido en los niveles que están viviendo los vecinos de las zonas afectadas, tienen repercusiones en la maternidad no sólo de los animales, sino también de los seres humanos.
Tania Leites, agregó que ha sido notorio cómo en la zona de Huixquilucan se está extinguiendo la fauna donde antes había tlacuaches, cacomixtles, lechuzas y halcones, entre otros, “que ya dejaron de verse”. Apuntó también que, incluso, por el problema de la contaminación sonora, ha bajado hasta 40% la plusvalía de las propiedades en aquella zona del Estado de México.
En Europa se calcula que cada año se pierden un millón de años de vida saludable por causa del ruido del tránsito que producen los autos, ferrocarriles y aviones, expresó Alfredo Acle, quien dijo que en el rediseño propuesto por la OACI, se busca que cada vez que se hagan, se afecte al menor número de población, contrario a lo que se hizo aquí, donde se incrementó en 1.5 millones los habitantes afectados.
Tere Soria, vecina del norponiente dijo que el corredor afectado es desde Tepoztlán, pasando por Milpa Alta, Xochimilco, Tlalpan, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón, Cuajimalpa, Miguel Hidalgo y las zonas cercanas a los cerros de Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán y otros municipios aledaños.
Luz María Gaubeca mostró un mapa para explicar cómo se incrementó prácticamente al doble el riesgo y la afectación a la salud en la zona sur, así como para las zonas cercanas a la barranca. “No es posible que todas las instancias gubernamentales como el SENEAM, la AFAC, la SCIT, la Secretaría de Salud, la PROFEPA, la PAOT y demás instancias a las que han acudido, incluidos los juzgados federales y locales, han hecho caso omiso a sus exigencias.
“Qué tenemos que gritar o decir para que escuchen que el ruido es un problema de vida o muerte, un problema de salud, de volverse locos. ¿Cuándo dará México el paso a la defensa de los derechos humanos completos, como lo marca la Constitución?”, expresó Gaubeca.
En su oportunidad, Jorge García, vecino de la zona de Tepepan expuso que las afectaciones no sólo son en la zona metropolitana de la Ciudad de México, sino también desde Tepoztlán, Morelos donde comienzan a bajar y pasan por zonas como Milpa Alta, Santa Úrsula por el Estadio Azteca. Agregó que el sonido de los aviones se genera en una especie de embudo con alrededor de 10 calles a la redonda de donde pasan, razón por la que a la mayoría de la población le pasa desapercibido.
Pero “quienes vivimos en la zona por donde pasan, sufrimos casi las 24 horas del día, cada minuto, el paso de un avión, pese a que ahora estamos en una situación donde bajó el número de vuelos, pero que se incrementará al igual que nuestro sufrir”, añadió, “por las pésimas decisiones del gobierno federal y por el silencio cómplice de los gobiernos locales”.
Y mandó un mensaje a los funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones, Infraestructura y Transporte de que “no nos vamos a acostumbrar a esta violencia sonora y exigimos que se regrese a la ruta del Norte que es la más adecuada y más ensayada y sin tantos riesgos por muchos años”.
Lucy Gaubeca añadió que es imposible acostumbrarse a no poder dormir, no poder trabajar y, en ocasiones, a no poder conversar con la familia. “Nos estamos enfermando física y mentalmente. Pedimos piedad y sentido común. Exigimos regresar a cómo estaba”.
Iliana Ramos agregó que para una zona donde ella vive, aislar el ruido con una ventana especial les costaría arriba de 30 mil pesos. “Imagínense cómo vamos a poder hacerle frente a una situación así, nosotros que vivimos en una colonia de bajos recursos. Es insostenible, dañino, hemos buscado diálogo y no hemos tenido eco. Que se regrese a las anteriores rutas para que menos personas sean afectadas”.
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