Expertos en Ciencias Sociales, reflexionan los aprendizajes más significativos durante la emergencia sanitaria.
Desde su declaratoria de pandemia en marzo del 2020, el COVID-19 y todas sus consecuencias han mantenido a la humanidad entera en un estado de adaptación, pero también de reflexión, obligándola a revisar los aprendizajes que existen detrás de sus afectaciones en diversos ámbitos, sobre todo en el social, humanístico y ético, y sobre la vulnerabilidad de las personas frente a los cambios radicales.
Sin duda, la que se vive es una grave crisis sanitaria, pero detrás de ella se encuentra la gran oportunidad de generar cambios, especialmente en la educación, innovación, tecnología, socialización y el bien común, explicó el Dr. Carlos Antonio González, Docente Investigador del Colegio de Ciencias Sociales y Humanidades de CETYS Universidad.
El académico detalló que la pandemia cambió la percepción del mundo y con ello todos los referentes en los que las personas solían basar sus conductas y modo de vida, no sólo por cuestionarlos, sino por modificarlos en un lapso muy corto.
“Quedarnos en casa, aislarnos socialmente, dejar de mostrar afecto físico, dejar de ir a la escuela y al trabajo, cubrirnos para no infectarnos; en fin, una serie de medidas que trastocaron todas las acciones, costumbres, ritos y tareas que, conscientes o no, estábamos acostumbrados a realizar en nuestro día a día se adaptaron a este nuevo modelo de vida” comentó.
El Dr. Luis Linares, Docente Investigador del Colegio de Ciencias Sociales y Humanidades de CETYS Universidad coincidió con lo expuesto por su colega, añadiendo que el actual es uno de los momentos históricos más inciertos de la humanidad.
Todo cambio trae consigo lecciones y aprendizajes para poner en práctica. Los doctores Linares y González enlistaron las enseñanzas más simbólicas de la pandemia:
- La virtualidad en los ámbitos escolar, laboral y social: Sin previo aviso, la epidemia dejó a docentes y estudiantes sin el espacio del aula, sin las herramientas de enseñanza convencionales, replanteando los horarios y las prácticas pedagógicas. Las restricciones de movilidad pusieron sobre la mesa el uso de herramientas tecnológicas que hasta hace menos de dos años no eran tan conocidas o no habían sido exploradas, así como la modalidad virtual de aprendizaje para seguir llevando a cabo la labor educativa.
- El alcance de las desigualdades sociales y la tendencia a la concentración de la riqueza en el mundo: De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) sólo 6 de cada 10 familias mexicanas disponen de internet y sólo 4 de cada 10 tienen una computadora en casa. Esta es una muestra de que, aunque todo esfuerzo por educar o trabajar a distancia vale la pena, sus resultados no dependen solamente del empeño puesto en ello, sino del alcance de los recursos de las comunidades educativas y laborales.
- El exceso de información e infodemia: Por ser el COVID-19 una nueva enfermedad, a medida que la ciencia ha avanzado y ha generado conocimiento sobre el tema, la sociedad también lo ha ido adquiriendo. Sin embargo, en este lapso el exceso de información, sobretodo la que carece de sustento, obstruye la fluidez de datos de valor y certeros, creando falsas ideas y supuestos erróneos.
- Cambio y evolución en los ritos de convivencia social: El ser humano es un ser social que por naturaleza busca el contacto con sus semejantes, lo cual en la vida cotidiana se refleja en eventos como reuniones, fiestas, bautizos y bodas. Pese a las restricciones, esa misma naturaleza ha sido la encargada de adaptar las condiciones para satisfacer la necesidad de contacto, por ejemplo, con las ya popularizadas caravanas de automóviles.
Si bien el virus no distingue edades, niveles socioeconómicos, lugares de residencia o capacidad de consumo, durante el tiempo de contingencia las personas deben recordar que, tal y como la raíz etimológica de la palabra crisis que en latín significa cambio, decisión y/o, ruptura, ésta es, sin duda, una oportunidad para construir otro horizonte, una humanidad con la prioridad del bien común colectivo, concluyeron los expertos.
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