Segunda parte
Por Héctor Medina Varalta
Pepe Rodríguez, autor de Los pésimos ejemplos de Dios según la Biblia, escribe: Me perdonará el lector el atrevimiento de confesar, de entrada, que el sentido común con el que Dios me creó y los conocimientos que el Altísimo ha puesto a mi alcance (en el caso hipotético de que algún dios hubiese creado algo alguna vez y de que se ocupase en algún momento de orientar alguna decisión o responsabilidad humana) me inclinan a pensar que nada hay de divino en la más humana de las obras, ¿Pero quién soy yo para llevarle la contraria a unos dos mil millones de cristianos que creen a puntillas que la Biblia la escribió Dios? Nadie, claro: ya me lo han dicho muchos católicos muy irritados a causa de otros libros míos; textos que, aunque no han visto ni leído, sí han repudiado preventivamente. ¡Qué cómoda es la fe de esa gente! ¡Les evita leer montañas de libros-los míos no son los únicos que rechazan, ni mucho menos-al tiempo que les hace sentirse seguros y orgullosos poseyendo como capital más preciado todo lo que ignoran!
Cuestionado la Biblia
Más adelante, Pepe Rodríguez, tratando de evitar futuras discusiones inútiles comenta: En esta ocasión, sin embargo, no cometeré la torpeza de cuestionar lo fundamental de la Biblia. Si unos dos mil millones de creyentes dicen que es la palabra de Dios, sea, pues, así. No se hable más. En todo este libro aceptaré sin la menor duda que cada uno de los textos, ejemplos, leyes, actos, conductas… que aparecen en las páginas de la Biblia son la palabra y la voluntad de Dios, la expresión de su carácter y la transmisión de sus enseñanzas más principales a través de los actos que confesó haber realizado directamente y de los que avaló, secundó y bendijo en los protagonistas bíblicos que el Altísimo escogió expresamente para llevar a cabo uno de sus planes para el mundo.
Un contexto generoso y literal
Para bien de los lectores, ante la eventualidad de que mi impericia natural para analizar lo sobrenatural-causada por falta de fe que Dios me dio como cruz personal-me llevé a ver en los relatos bíblicos enseñanzas algo diferentes a las que dicen hallar doctos prelados y pastores de afamado prestigio entre su grey, y que, en consecuencia, acabe por sumirles en el error, en este libro se ha tomado la precaución de suministrar en todo momento la auténtica y genuina palabra de Dios, reproducida siempre en medio un contexto generoso y literal, a fin de que a cada cual pueda juzgar por sí mismo el contenido de los capítulos y de los versículos bíblicos aquí transcritos y, al mismo tiempo, pueda aquilatar la mesura o desmesura de las conclusiones-siempre discutibles a las que llegó este autor.
Dios no necesita de servidores
En mi caso personal, en la pubertad, empezaron a germinar en mi mente un sinfín de cuestionamientos: “Si Dios creó el universo, ¿quién lo creó a Él?” En cierta ocasión fui a la biblioteca pública para realizar una tarea escolar; al terminar se me ocurrió leer la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino y quedé mucho más confundido. Mi madre que era una devota católica quería que entrara a un seminario y yo con esas ideas heréticas, según los doctos teólogos, pues empecé a cuestionar algunas creencias: “¿Para qué creó Dios a los ángeles?” Algunas personas de buena fe aseguraban que era para servir a Dios, sin embargo, yo no quedaba conforme con la respuesta, pues si Dios, como me habían enseñado en el catecismo, era omnipotente, omnipresente, omnisciente y omnibenevolente, no necesita de servidores. Asimismo, cuando fallecía una persona bondadosa, la gente decía que de seguro se iría al cielo y yo les preguntaba qué iba a hacer esa persona en ese lugar y me respondían que, por toda la eternidad dicha persona iba a alabar a Dios. Recuerdo que esa respuesta me dejó más confundido, pues pensé: ¿Acaso Dios estaba tan desvalorizado como para permitir que por toda la eternidad lo alabaran?
Más interrogantes
Leyendo la Biblia, en especial el Antiguo Testamento, me encontré con infinidad de incongruencias, por ejemplo, cuando Luzbel y varios ángeles se rebelaron con Yavé, como castigo los envió a la Tierra, planeta donde se encontraba el Paraíso donde se encontraban Adán y Eva, libres de “pecado”, a quienes se les advirtió que no comieran del árbol del fruto prohibido. Ahí surgió otro dilema, si Dios es Omnisciente y ya sabe lo que va a suceder, ¿por qué permitió que Adán y Eva supuestamente pecaran. Además, ¿para qué envió a Luzbel y demás ángeles caídos a la Tierra? ¿Acaso él goza manejándonos como títeres sin cabeza? Asimismo, la Biblia, en especial, en el Antiguo Testamento está lleno de crímenes, incestos, favoritismos y muchísimas incongruencias. Por otra parte, también hay varias incongruencias, por ejemplo, en un Evangelio habla que en la Resurrección estaban presentes dos ángeles y en otra un ángel. También en otro Evangelio menciona que Jesús entró en Jerusalén en un pollino y en otro Evangelio menciona que entró en una burra con un pollino.
Pepe Rodríguez, escribe acerca del concepto del papel en la vida de Jesús: Aunque una importantísima y fundamental excepción la constituye en el Nuevo Testamento, la figura de Jesús, que, nadando a contracorriente de todo su entorno y cultura, le otorgó a la mujer un papel de igualdad, respeto y protagonismo; un tremendo adelanto social que quienes se autodenominaron sucesores suyos, incluyendo a la Iglesia católica, eliminaron tan pronto como tuvieron ocasión,,, y así siguen hasta hoy (…)
En la tercera y última parte compartiré contigo, estimado lector, El Credo de Spinoza.
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