Segunda parte
La depresión en la literatura
Por HƩctor Medina Varalta
Sylvia Plath, tenĆa belleza, amor e inteligencia: la poetisa norteamericana se destacó por su brillantez intelectual y por su carĆ”cter chispeante desde su mĆ”s tierna juventud. Sin embargo, la depresión endĆ©mica de su familia paterna-que cobró en ella una mĆ”s de sus vĆctimas-, terminó con su vida y la convirtió en uno de los Ćconos mĆ”s apreciados de la literatura contemporĆ”nea. Sylvia Plath nació en Boston Massachusetts, el 27 de octubre de 1932. Hija mayor de un entomólogo alemĆ”n especializado en el estudio de las abejas y de una profesora de enseƱanza secundaria, quedó huĆ©rfana de padre a los ocho aƱos cuando este murió por las complicaciones de una diabetes mal cuidada. Los abuelos maternos se mudaron con la familia para ayudarla en la crianza de los niƱos cuando la viuda retomara su empleo como maestra. La literata descubrió tempranamente su vocación literaria. Ya a comienzos de la dĆ©cada de los aƱos 50, durante sus primeros aƱos en la Universidad de Smith, una prestigiosa institución para seƱoritas de la alta sociedad, habĆa descubierto su vocación literaria.
La campana de cristal

Precursora de la literatura feminista
Lo anterior le sirvió luego como valioso material para sus textos, cuando Plath retomó su carrera. En la dĆ©cada de los aƱos 60, sus poemas empezaron a explorar en forma creciente el paisaje mental de su psiquis atormentada bajo la sombra de un padre ausente y de una madre con la cual habĆa establecido una dependencia llena de resentimientos. Una preocupación obsesiva por la muerte y la resurrección recorre su novela “La campana de cristal” poblada de una tristeza y un cinismo que predominan tambiĆ©n en “El coloso,” su primera antologĆa. Junto con esta novela, aquellos textos la posicionaron como una de las escritoras norteamericanas mĆ”s importantes de la historia. La mezcla de cómico desprecio de sĆ misma y de una furia incontrolable, pues, Hughes le fue infiel, la hicieron precursora de la literatura feminista que surgió posteriormente, en la dĆ©cada del 60 y del 70.
El suicidio de Sylvia Plath

Locura y genialidad
Citando una vez mĆ”s a Brenot: “Si bien el genio estĆ” emparentado con la locura, tambiĆ©n lo estĆ” con la infancia. El genio suele manifestarse muy temprano, y algunos han querido ver en esta precocidad el sello de la predestinación. El genio es un niƱo grande: se observa que los seres excepcionales conservan en la edad adulta la frescura lĆŗdica de la infancia, su espontaneidad, su creatividad y su enorme curiosidad que innova e inventa el mundo a cada instante, tal y como se complace en recordar Germain Nouveau en Doctrine de l´amour: >> A veces el genio es la palabra de un niƱo>> ¿Acaso estĆ” hecho el genio de la ingenuidad creativa del niƱo y la experiencia vivida del adulto? Ciertamente eso no basta, ya que no todos los niƱos retrasados son genios; en la mayorĆa de los casos son inmaduros, estĆ”n inadaptados y desorientados en un mundo que acepta mal la diferencia”.
Guadalupe Loaeza, autora de la Puerta falsa, escribe: Ernest Hemingway (1899-1961) es uno de los escritores del siglo XX que cuenta con muchas facetas, curiosamente, todas contradictorias entre sĆ. Fue el gran novelista el renovador de la prosa narrativa y periodĆstica en inglĆ©s. Fue gran amigo de las causas sociales y a la vez un hombre que pagaba con ingratitud a sus benefactores. Hemingway era paternalista y buen camarada, pero al mismo tiempo era irascible y rencoroso. Le gustaba la soledad. Era fotogĆ©nico. Le gustaban los gatos y los perros, pero era incapaz de decir frases como la siguiente: “Cazo y pesco porque me gusta matar, porque si no matara animales me suicidarĆa”. QuerĆa a EspaƱa con toda su alma, pero tambiĆ©n a Cuba. Dicen que no le gustaba ser efectivista, pero colgó su medalla del Premio Nobel en el manto de Nuestra SeƱora de la Caridad del Cobre, para ganarse la simpatĆa de los lectores católicos de Cuba. Los personajes de Hemingway se enaltecen porque se enfrenta a las adversidades con el rostro que se presenten: en forma de león durante un safari, de tiburón a mitad del mar. No hay que olvidar que durante aƱos, la causa de su muerte fue guardada celosamente por su viuda Mary. (…)
Los electroshocks eran inĆŗtiles
Lo peor vendrĆa a partir de 1960. El carĆ”cter del escritor cambiarĆa drĆ”sticamente, como dice Fernanda Piviano: se volvió irritable y paranoico: pensaba que el FBI lo seguĆa. TambiĆ©n comenzó a tener pesadillas angustiantes e insomnio. HabĆa dejado de beber, pero se encontraba de mal humor. Por si fuera poco, su vista comenzó a debilitarse. Finalmente, decidió internarse en una clĆnica de Minnesota con el nombre falso de George Xaviers. AhĆ le descubrieron diabetes, presión alta, sentimiento de culpa y delirio de persecución. Aunque se trató de mantener el secreto, los medios se enteraron y empezaron a asediarlo. Quiso regresar a Ketchum, el pueblo donde estaba viviendo luego de dejar Cuba, pero la soledad no le hizo bien y nuevamente fue internado, en la clĆnica lo mantuvieron en una habitación vigilada sin telĆ©fono ni mĆ”quina de escribir. Hemingway no querĆa estar ahĆ. Los electroshocks que le aplicaban eran inĆŗtiles y no solucionaban sus manĆas. Luego de mucho insistir fue dado de alta y regresó a su casa en Ketchum, a donde llegó luego de cuatro dĆas en carro. Llegaron el 30 de junio de 1961.
¿QuiĆ©n de nosotros estĆ” libre de sufrir?
Mary dijo que habĆa puesto las escopetas bajo llave, pero las llaves estaban a mano en la cocina. El primero de julio transcurrió relativamente tranquilo, aunque Hemingway se encontraba muy nervioso por el FBI. En la noche se acordó de una vieja canción italiana y la cantó con Mary. ParecĆa mĆ”s calmado y menos tenso. Al otro dĆa, Hemingway tomó las llaves de la cocina, buscó una escopeta y se disparó. Los tres hijos del novelista llegaron a velarlo y, cuando se saludaron, se dieron cuenta que se habĆan visto en 1941, cuando su padre los llevó a Montana. Al entierro llegó tanta gente que solo se pudo entrar con invitación.
De acuerdo a Jessica Wolf, en su libro Superando el duelo despuĆ©s de un suicidio. Las experiencias de los que se quedan, comenta: “El suicidólogo y tanatólogo estadounidense Edwin Shneidman (1982), quien acuñó conceptos como el de suicidologĆa y otros como el de autopsia psicológica y posvención, propone una-a mi parecer- sencilla pero efectiva reflexión sobre el tema del suicidio: ‘De la misma manera que existe un umbral para el dolor fĆsico, el cual varĆa de una persona a otra e incluso en la misma persona a lo largo de su vida, existe un umbral para el dolor para el dolor psĆquico o emocional. Con ello, Shneidman quiere decir que si el dolor emocional de alguien se acerca en un momento particular de su vida, al umbral, la persona puede llegar a considerar el suicidio como una alternativa de alivio o salida de dicho dolor. El autor se aleja de las ideas que buscan explicar el suicidio sobre bases biológicas y genĆ©ticas, para dar paso al dolor como explicación comĆŗn a todos estos actos. Esto es revolucionario porque no estigmatiza a quien lo intenta o lo lleva a cabo y permite a los demĆ”s a hacer una lectura mucho mĆ”s compasiva del suicidio. ¿QuiĆ©n de nosotros estĆ” libre de sufrir del dolor en esta vida? NADIE. ¿Puede este dolor llegar a tocar nuestro umbral? SĆ, en muchas ocasiones. Desde esta mirada, el suicidio se considera como resultante de una crisis emocional intensa
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