miércoles, 3 de junio de 2020

Depresión y genialidad


Primera parte
Por Héctor Medina Varalta

¡Cuán parecidos son el genio y la locura!-afirma con seguridad Diderot-. Aquellos a los que el cielo ha bendecido o maldecido están más o menos sujetos a estos síntomas, los padecen con más o menos frecuencia, de manera más o menos violenta. Se les encierra o encadena o bien se les erigen estatuas.>> Por otra parte, Philippe Brenot, autor del Genio y la locura, comenta: “Si hay un personaje que haya jugado la carta de la excentricidad pretextando locura, sin duda, es Salvador Dalí, cuya autenticidad, cuya autenticidad, pese a todo, no se puede poner en duda. Su exhibicionismo grandilocuente, el gusto por la pompa y lo estrafalario, su manierismo verbal erigido en sistema nos deja de él una imagen bufa e histriónica. Su alegato de un método paranoico crítico es a la vez una burla del psicoanalis y un testimonio vivo de esa asociación popular del genio y la locura. Dalí elabora su sistema defensivo tras un encuentro en 1935 con Jaques Lacan que acababa de publicar su tesis sobre la psicosis paranoica. Su personalísimo método, que tal vez constituyó para él un sistema de equilibrio, consistía en darle gusto a sus fantasmas y obsesiones, controlando al mismo tiempo, según afirmaba su delirio. El excéntrico pintor se declaraba ajeno a la locura recurriendo, como siempre hacía, a la paradoja >>La única diferencia entre yo y un loco es que yo no estoy loco>>.
¿Qué es la depresión?
Durante siglos la gente consideró la depresión como un signo de debilidad física o mental y a menudo se rechazó la idea de que fuera un problema legítimo de salud. “Todo está en tu cabeza”, era una frase común que escuchaba la gente que tenía depresión. Después de años de investigación, los médicos reconocen ahora a la depresión como un trastorno mental-una enfermedad con una base biológica que a menudo se ve influenciada por el estrés psicológico y social. Se cree que una compleja interrelaciones de factores que incluyen la genética, el estrés y los cambios en el funcionamiento corporal y cerebral desempeñan un papel importante en el desarrollo de la depresión. La gente con depresión puede tener niveles anormalmente bajos de ciertas sustancias químicas del cerebro y actividad celular más lenta en áreas del cerebro que controlan el estado de ánimo, el apetito, el sueño y otras funciones. La depresión puede afectar no sólo el estado de ánimo. Puede también. Puede desorganizar también sus patrones de sueño y comida y disminuir su impulso sexual. La depresión filtra lo que el individuo piensa de las cosas y hace que sus pensamientos sean más negativos y pesimistas.

Los episodios depresivos
Afecta el conocimiento que uno se tiene de sí mismo, disminuyendo la sensación de autoestima. Impacta sobre la forma en que actúa y lo hace más a menudo más irritable y ambivalente. La depresión puede ocurrir sola o puede ser complicación de otra enfermedad. Puede ocurrir como una reacción a un medicamento o a una droga. Puede ocurrir después del parto o como resultado del abuso del alcohol o las drogas. Puede ser unan respuesta al estrés provocado por un cambio de trabajo, la pérdida de un ser querido o algún otro evento difícil. Algunas veces simplemente aparece, sin ningún factor precipitante aparente. Tanto el pensamiento como la actividad se hacen generalmente más lentos durante los episodios depresivos. El cansancio, la debilidad, la indiferencia y la falta de voluntad caracterizan a una enfermedad que aísla a quienes la padecen, impidiéndoles también establecer lazos afectivos consistentes y realizar las más mínimas tareas de la cotidianeidad. En el caso de los artistas, ello provoca frecuentemente bloqueos creativos, aunque muchos de ellos pueden sobrellevarlos incorporando sus sufrimientos a su obra.  
Arte y depresión
Figura sobresaliente del Romanticismo francés, el compositor Héctor Berlioz fue calificado en su época como un “monstruo” y “supremo arquitecto del gigantismo musical” luego del estreno de su hiperbólico Requiem. Pese a la fuerza de sus creaciones, sufrió frecuentes episodios de depresión, que calificaba como “el más terrible de todos los males de la existencia”. Héctor Berlioz  sufrió durante la mayor parte de su existencia de profundas depresiones. Con lujo de detalles, se refería a estas como efectos de una melancolía activa, dolorosa y tumultuosa, y otra caracterizada por el hastío, la soledad, el letargo y la falta de sentimientos. “Nuevamente fui presa de esa espantosa aflicción-psicológica, nerviosa, imaginaria-“, escribió en una ocasión: “El ataque cayó sobre mí con extraordinaria fuerza. Padecí horrores y me quedé gimiendo en el suelo, estirando los brazos con desamparo y tratando convulsivamente de arrancar manojos de pasto e inocentes margaritas de ojos bien abiertos, luchando contra la sensación aplastante de ausencia, contra una soledad mortal”.
Virginia Woolf, una escritora atormentada
A Héctor Berlioz le sobrevivió su fabuloso sentido de la orquestación, junto con sus desesperados textos: “Es difícil expresar con palabras lo que sufrí, el anhelo que parecía estar arrancándome el corazón desde las raíces, la espantosa sensación de estar solo en un universo vacío, la agonía que me estremece como si la sangre helada corriera por mis venas, el asco de la vida, la imposibilidad de morir. Ni el propio Shakespeare pudo nunca describir esta tortura; pero en Hamlet la considera como uno de los peores males de la existencia”. Por otra parte, el marido de Virginia Woolf, describe muy claramente la intensidad de los accesos maníacos de Virginia, que alternaban con graves fases depresivas. >> Los síntomas se repitieron cuatro veces en su vida, y ella cruzó la frontera que separa la salud mental de lo que llamamos locura. Tuvo una depresión mental en su infancia; una depresión mayor tras la muerte de su madre en 1895, otra en 1914 y una cuarta en 1940. >> Aunque esté marcada por los acontecimientos de la vida y de su valor simbólico, la enfermedad depresiva no puede ocultar su carácter de autoalimentación, y en general los accesos aumentaban progresivamente de intensidad hasta el paroxismo del suicidio en 1941. Leonard, el esposo de Woolf prosigue:
Trastorno bipolar
>>En cada uno de estos casos, la enfermedad presentaba dos estadios distintos; desde un punto de vista técnico, se les da el nombre de maniacos-depresivos (en la actualidad se le conoce como trastorno bipolar). En el estado maníaco estaba enormemente excitada; su mente galopaba; hablaba con volubilidad y, en el momento más fuerte de la crisis, de forma incoherente tenía alucinaciones y oía hablar en griego a los pájaros en el jardín […] En el estadio depresivo, todos sus pensamientos y  era lo contrario de lo que habían sido en el estadio maniaco, todos sus pensamientos y emociones eran lo contrario de lo que habían sido en el estadio maniaco>>. De acuerdo a Brenot, “en un reciente estudio biográfico sobre treinta y seis grandes poetas británicos e irlandeses del siglo XVIII, Kay Jamison constató en ellos la enorme frecuencia de los trastornos bipolares del humor: dos se suicidaron, ocho tuvieron una evolución psicótica, catorce tenían un historial familiar plagado de psicosis, melancolía y suicidios, y finalmente seis de ellos terminaron su vida en un hospital psiquiátrico. La proporción es impresionante”.

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