Es el horario para profesionales dentro de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y mientras editores, autores, traductores, agentes y periodistas deambulan tranquilamente por los pasillos —son pocas las ocasiones en que no hay que esquivar visitantes para moverse de un stand a otro—, detrás de los muros del Área de FIL Niños otro mundo es posible: cientos de pequeños uniformados, en filas de dos en dos, se apoderan de los talleres, de las zonas de descanso y lectura, del foro dispuesto especialmente para ellos, mientras maestros, colaboradores y talleristas logran organizar lo que, desde fuera, parece imposible.
Cobijados bajo el lema de este año, “Todos los mundos posibles”, FIL Niños ofrece 17 talleres que abren ventanas para que los participantes entusiastas aprendan sobre lo que se puede hacer para ayudar a las abejas (Enjambría), cómo sería un planeta nuevo al que viajarían (Puerto Galáctico), cómo darle vida a un robot gracias al movimiento mediante un visor cinemático (Rompót), entre otras opciones que le darán potencia a su imaginación durante 50 minutos.
Mía, una estudiante de diez años, es una de las asiduas a este programa gracias a que su escuela, año con año, se inscribe. “Yo vengo desde hace cinco”, dijo, así que ya es conocedora de las dinámicas. Aun así, cuenta que en esta ocasión ha visto “más cosas que en las [ediciones] anteriores” y ha aprendido acerca del concepto de la utopía. Creó un cuento que, armado como una máquina que puede girar por secciones, cambia de personajes y finales a capricho de quien lo manipula. La jornada para ella y sus compañeros está lejos de terminarse, pues hace falta el ingreso al foro, donde disfrutarán del espectáculo que una de las 34 compañías, con más de 80 funciones distintas, ha preparado para esta ocasión.
Además de las 200 escuelas que se esperan para este año, FIL Niños es un espacio en donde padres e hijos comparten su afición por la literatura —recién descubierta o en continuo desarrollo—, y en algunas ocasiones es también el primer punto de contacto con la Feria, que se convierte en un evento obligado para familias completas. Según los números del año pasado, 189,832 visitantes recorrieron sus pasillos, y se espera que esa cantidad aumente al cierre de la edición 2019.
¿Mía recomienda a otros que visiten FIL Niños? Por supuesto, pues además de todas las cosas que hay por aprender, el acercamiento con autores, espectáculos que les permiten ver el mundo de otro modo, la oportunidad de tomar un libro que los enamore de una vez por todas de la literatura, la experta dice que “está muy padre y puedes desestresarte un poco”. Es un gana-gana para todos.
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