Dos mexicanos en las juventudes hitlerianas
Por Héctor Medina Varalta
Para Mario Escobar, autor de Nos Prometieron la Gloria, le gusta que sus lectores sientan a sus personajes que están contando esas experiencias vitales, incluso, meterse en su corazón y en su mente. La novela no sólo se queda en sus acciones, sino en lo que produjo en ellos, y cómo les marcó lo que les pasó en Alemania en sus vidas. Es una situación muy difícil para unos jóvenes mexicanos, acabar en la Juventud Hitleriana, que era lo contrario a lo que ellos vivían y pensaban, pero por la presión social y una circunstancia que Escobar describe en la novela terminan en esa situación. “Ya me imagino como se sentirían los dos jóvenes mexicanos desfilando como pato de ganso. Todo eso es lo que me dio pie para la construcción de la historia, pero como dijo Alfonso: ‘Me gusta escribir con el corazón.’ Hay otros escritores que prefieren ser más fríos, contar simplemente los hechos, describirlos, pues a todos nos gusta que las historias nos emocionen, nos transformen y al terminar de leer el libro podamos decir que algo nos ha pasado en nuestro interior que hemos mejorado o cambiado’.
“Me gustaba que los cinco protagonistas nos sirvieran de ejemplo, por supuesto, no eran perfectos. Yo no llegué a conocer a Eduardo y Mario Collignon-principales protagonistas de esta novela-, seguramente eran excelentes personas, pero nadie es perfecto. Lo que traté de reflejar fue su humanidad, ya que en ella nos vemos representados; en su humanidad, en sus aciertos, en sus errores, en sus dudas, en sus vacilaciones, porque también las hemos tenido y, de alguna manera, estaba con ellos en cada personaje, intentando reflexionar sobre la vida, sobre las decisiones que tomamos; cuando nos traicionamos a nosotros mismos o de lo que creemos y la gran importancia del valor de la amistad, que era otro argumento que quise resaltar en la novela”-externó Escobar.
Eduardo se queja con Hitler
Por su parte, Alfonso Collignon, descendiente de Eduardo y Mario, le agradó mucho la parte en que su tío Eduardo es presidente de los estudiantes latinoamericanos, que llega al evento con Hitler, se queda al final y Eduardo le dice a Hitler que, “Mi Führer nos estaban molestando mucho los de la SS por ser hijos de alemanes y venimos de América a estudiar aquí, pero también somos alemanes.” Algunos por tener el apellido medio judío o por no tener la tez aria. A partir de ese momento dejan de molestar a los estudiantes por la intervención de Eduardo Collignon. Lo que le impresionó mucho a Alfonso, es que el autor, vistió ese evento con gran nitidez, que de seguro tuvo que investigar muy a fondo para saber cómo era un evento para estudiantes hecho por Hitler.
Anécdota
Cuando el autor visitó Múnich, lo que más le impresionó son las cervecerías inmensas de Baviera, con esos frescos en los techos y las mesas corridas. Además, los alemanes les gusta ahorrar, se sientan con desconocidos en la mesa; en ocasiones los ponen en la mesa por nacionalidades para que por lo menos puedan conversar. A Mario lo sentaron con unos españoles y le ocurrió una anécdota en la cervecería que describe en la novela: comieron en Baviera, escucharon música en vivo, con pantaloncitos cortos, enseñando las pantorrillas los hombres. Después de ese día quisieron regresar a España, pero el sitio estaba tan lleno que no les dejaban lugar para entrar, pero vieron que arriba había un restaurante y entraron para poder colarse en la cervecería, sin embargo, un alemán los detiene y les pregunta qué a dónde van. Algo nervioso, Escobar contesta que se van de la ciudad y quieren entrar a la cervecería. El individuo les dice que por qué no entran por la puerta, al enterarse del motivo, el alemán los llevó por varios pasillos hasta llegar a un patio.
Dos personalidades diferentes
Estando en ese lugar, Escobar se imaginó cómo se hacían los mítines en el sótano y cómo esos alemanes ya un poco rojizos, después de varias cervezas, y ya lo que les dijera Hitler les daba igual, porque lo que querían era pasar un buen rato. Hitler era abstemio. Escobar considera que era tan sinvergüenza y asesino porque no le gustaba ningún placer que hay en el mundo. La escena de la cervecería la quería describir porque le pareció tan valiente de parte de Eduardo porque no cualquiera se plantaba en un auditorio con Adolf Hitler y le dijera lo que tenía que hacer. Es una escena muy importante porque define muy bien al personaje; Mario eras más joven, al principio era muy inseguro porque estaba despertando a la vida y quería que se notara mucho la edad; Eduardo estaba en la edad donde se pone uno escéptico y no se quiere meter en problemas. Intenta pasar desapercibido, a no ser que ausentarse, como es el caso y Mario es más idealista, todavía cree que el hombre tiene esperanza y que la gente puede cambiar. Eso se refleja en varias escenas de la novela.
El deporte, idioma universal
Alfonso Collignon comentó que es la cuarta parte de la novela, que es donde empieza la historia de Ernest y de los otros tres personajes, que el autor los integra en el fútbol, pues algo que une a Alemania y a México es ese deporte. Como Collignon es parte de la novela, ya que fue quien se la narró a Mario Escobar, se le hiso interesante que el marco de la amistad y todo el proceso de reunirse todos, fuera el fútbol. Como Escobar no es muy futbolero, le costó cierto trabajo describir los acontecimientos futboleros, quiso que se viera algo importante para aquella época: la obsesión de los nazis por el deporte por un lado, y la otra, que los nazis eran tan poco inteligentes, pues lo único que les pareciera importante, era la condición física y que su raza era aria, superior a todas. Y también que pareciera que era una cosa fácil integrarse a la Juventudes Hitlerianas, ya que dos mexicanos que llegan a Alemania en esa época y, más aún, como estaban los nazis de racistas, persiguiendo a todos aquel que no pensara como ellos, con el deporte era fácil integrarse, ya que este es un lenguaje universal, no importa si hables o no el idioma; las reglas son las mismas en China, Alemania, Italia, Japón o cualquier otro país, y además quería que fuera una línea argumental de la historia y también una manera de dar algunas patadas a la Juventud Hitleriana, ya que tenían que desatar toda esa presión en la gente joven en aquella época.
Perú les da una lección a los nazis
Hay una descripción del partido de fútbol, que se describe en las Olimpiadas de 1936, era un momento muy importante de la historia, se describe, sobre todo, el partido entre Perú y Austria. En las olimpiadas los jugadores son amateurs, pero también hay medalla de oro para el mejor equipo o primer lugar; estaba Perú jugando contra Austria en las semifinales, si ganaba pasaba a la final. Había hecho en realidad un mundial buenísimo, ganando Finlandia con una goleada 7-1, en el primer tiempo y 7-2 en el segundo; los nazis sabían que era muy fácil que ganara Austria, pues había hecho un buen papel. Está comprobado históricamente, que Goebbels, ministro de propaganda nazi, estaba intentando que ese evento tan importante tuviera fama internacional y que se mostrara las virtudes del nacionalsocialismo, intenta manipular el partido, amenazando al árbitro que terminará sus días en un campo de concentración, si se atreve a favorecer a Perú. Al final, el partido es muy curioso porque termina ganando Austria 2-0 el primer tiempo, sin embargo, en el segundo tiempo, los peruanos reaccionan, meten dos goles empatando el partido. A fin de cuentas, los peruanos les metieron cinco goles en la prorroga a los austriacos, pero el árbitro anuló tres goles, pero al final, los peruanos ganaron con el marcador 4-2, y para colmo de la xenofobia de Hitler, Perú ganó con tres delanteros negros, mejor conocidos como el Unicornio peruano, que eran tres jugadores fabulosos.
David y Goliat
Fue una bofetada para los nazis, ya que sus oponentes eran latinoamericanos y encima negros, era el colmo. Al final, suspenden el partido porque bajan varios aficionados peruanos, uno de ellos tenía una pistola para celebrar el triunfo, también se cree que estos peruanos estaban pagados por Goebbels para que estallara el partido y hubiera que repetirlo, sin embargo, los peruanos se negaron, afirmando que el partido era correcto. Incluso, como esa escusa no fue útil, los nazis dijeron que el campo de fútbol no era reglamentario. A fin de cuentas, toda la delegación peruana se retira; Colombia como muestra de solidaridad también hace lo mismo; México, entre otros países, va a manda una protesta. Cabe resaltar, que aunque Perú era un país pequeño, fue capaz de no doblegarse ante un tirano como Hitler y ante un país tan poderoso como Alemania de ese entonces.
Para mí es un ejemplo, yo creo que, a veces a los latinoamericanos, les pasa como a los españoles, que no nos valoramos a nosotros mismos, pensamos que los anglosajones o los alemanes son más avanzados, tienen mejores empresas. Pero, a veces, en la historia, los que tomamos decisiones o hacemos actos realmente honorables, y yo quería reflejar ese acto de Perú. Por otra parte, también hubo campos de fútbol en los campos de concentración y de exterminio. A pesar de lo crueles que fueron los nazis, casi era el único desahogo que tenían los prisioneros; en la novela hay un partido muy especial en Auschwitz que hubo en ese momento histórico -refirió Mario Escobar
0 Comments:
Publicar un comentario