El Estado mexicano se encuentra obligado a garantizar el derecho de acceso a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Para ello, de acuerdo con la Constitución Política, se deberán establecer condiciones de competencia en la prestación de servicios de telecomunicaciones y radiodifusión.
Las telecomunicaciones móviles constituyen un ejemplo sobre cómo es que un derecho, en este caso el de acceso a las TIC, aún se encuentra sujeto al nivel de ingresos con que cuentan los hogares.
De acuerdo con la información de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en Hogares (ENIGH) 2016, al agrupar los hogares por decil de ingreso corriente trimestral resultó que 97.5% de los hogares en grupo más rico (decil X) contaba con servicios de telecomunicaciones móviles, mientras que este indicador era 55.9% en el grupo de hogares más pobres (decil I). Lo anterior sugiere que la brecha en servicios de telecomunicaciones móviles entre los hogares más ricos y los más pobres equivalió a 42 puntos porcentuales.
Al analizar el gasto en telecomunicaciones móviles, un hogar en el primer decil erogó $285 pesos trimestrales en promedio. Por otro lado, un hogar en el décimo decil gastó un promedio de $1,520 pesos trimestralmente. Lo anterior se traduce en que los hogares ubicados en el decil más rico gastaron 5.3 veces más que los hogares en el decil más pobre en este rubro.
El cuantioso consumo de telecomunicaciones móviles en los hogares del décimo decil tan sólo representó 0.9% de su ingreso corriente, mientras que para los hogares del primer decil representó una carga equivalente al 3.5% de su ingreso.
La caída de los precios de las telecomunicaciones móviles derivada de la reforma del sector coadyuva con una mayor adopción de estos servicios; sin embargo, parece que los beneficios de este fenómeno no se están distribuyendo equitativamente. Los datos aquí descritos constituyen evidencia primaria de que los hogares más ricos se están beneficiando en mayor medida que los hogares pobres, permitiendo que los primeros puedan apropiarse con mayor facilidad de la información, contenidos y ventajas de las comunicaciones ubicuas que los primeros.
Esta brecha entre los hogares más ricos y los más pobres en cuanto al consumo y gasto en telecomunicaciones móviles no sólo es muestra de que no se ha logrado garantizar efectivamente en el derecho de acceso a las TIC, sino también de la magnitud del reto que significa llevar los beneficios de la competencia en el sector a los hogares más pobres.
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