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Cuando los niños viven con mucha ansiedad y preocupados o frustrados, las creencias y los ideales se pueden transformar en pesimismo o miedo irracional a perder a los seres queridos. Lo anterior ocasiona una baja autoestima, depresión, hostilidad, fobias, entre otros trastornos psicológicos. Es que la mente infantil no está preparada para afrontar tantas malas noticias. Los niños siguen ilusionándose por el futuro, no han perdido la capacidad de asombro y fechas emblemáticas como la Navidad o el Año Nuevo son fundamentales porque para ellos representan el hecho de disfrutar a sus seres queridos: si se incentivan estas creencias se tendrá una niñez emocionalmente sana.
A decir del la directora del Centro de Especialización de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia (CEEPI), la Dra. Claudia Sotelo Arias, los niños calcan las creencias y la percepción del mundo que tienen su padres. "El pesimismo generalizado en la sociedad mexicana se refleja de inmediato en nuestros hijos. Si no creemos en nada y asimilamos el futuro de forma catastrófica, los niños pequeños también creerán que su mundo a lo mejor no vale la pena. Eso es nocivo porque más tarde podrían desarrollar trastornos emocionales: una niñez desconfiada y ansiosa dará como resultado a adultos hostiles y altamente egocéntricos e inseguros", explicó.
Según la Mtra. Susana Salazar Gómora, especialista de CEEPI, la realidad de los adultos no debería ser vivida de igual manera por los niños. "No se trata de mentirles. La idea es respetar esta etapa que está basada en creer. Por ello es fundamental que los niños mantengan la ilusión en esta época de Navidad y de Fin de Año, porque simboliza, entre otras cosas, unión familiar y valores como el amor, la amistad, la confianza y la honestidad que deberían regir las relaciones de los seres humanos. Es momento de reflexionar: al final lo que quieren los niños es estar con sus padres en esta época", concluyó Salazar Gómora.
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