Virtudes y crímenes son intercambiables entre sí y reversibles: la naturaleza desdoblada del pecado, sus varias caras de poliedro. Como sacados de un cuadro de El Bosco, los protagonistas de este libro son Arcángel, el adolescente asesino; Luis B. Campocé, el ejecutivo adúltero; Emma, la descuartizadora; una pareja incestuosa; un verdugo apodado La Viuda; las Susanas, tres hermanas indiferentes o vanidosas, y el Siríaco, profeta soberbio.
La perturbadora y ambigua idea de pecado se encarna en todos ellos. El jardín de las delicias ha dejado de estar colgado en el museo y se muestra más real que nunca, vivido por estos personajes de carne y hueso que nos confiesan al oído su particular relación con el mal. ¿Hasta qué punto son culpables? Sobre el lector recaerá el reto moral de condenarlos o, tal vez, de indultarlos. Cada pecado trae consigo su correspondiente culpa, pero también su gota de alivio.
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