● El melodrama fue la educación emocional de más de una generación: Andrés Foglia Ortegate
En Colombia es casi imposible pensar que un presidente no sea católico o que no tenga una familia nuclear —mamá, papá e hijos—, y así hay varias situaciones que definen a los cuerpos emocionales que actúan como sujetos políticos en un espacio de representación social, aseguró Andrés Foglia Ortegate durante la charla “Vivir y morir por los cuerpos que llamamos Amor: una aproximación crítica a la razón del Yo enamorado en la Edad de Oro del cine mexicano”, que se llevó a cabo este 3 de mayo en la Sala 4, Arcady Boytler.
Organizada por el Centro de Documentación de la Cineteca Nacional y la Asociación de Análisis y Teoría Cinematográfica (SEPANCINE), la conferencia del magister en Investigación en Prácticas Artísticas y Visuales partió del análisis de ciertas características en el cine mexicano de aquel periodo, como sus temas y sus personajes femeninos, para establecer la forma en que el discurso amoroso influye los modos de actuar en sociedad.
De acuerdo con el artista plástico, el melodrama fílmico mexicano que predominó desde los años treinta hasta los cincuenta, tanto en sus versiones ranchera, indigenista o urbanista, fue la educación emocional de más de una generación. “Bajo el lema de ‘el amor lo puede todo’, se consolidaron modelos y conductas para la vida emocional y social”, aseguró.
El profesor colombiano identificó una transición psicológica en las representaciones melodramáticas del cine mexicano: los personajes y sus conflictos internos pasaron de exponer ideas propias de la moral judeo-cristiana, como el recato o el amor pecaminoso, a una temática fundamentada en la creciente popularidad del psicoanálisis, a la que el ponente denominó como “razón emocional”.
Esta razón emocional quedó consolidada en la formación de arquetipos relativos al amor (la figura del matrimonio como sociedad natural, el amor-sacrificio o los tipos patológicos como “la loca”, “el marica”, “la bandida”, etc.), así como en la purga terapéutica que el público mexicano encontraba en el cine.
Entre los arquetipos más destacados, Foglia enunció seis femeninos que se distinguen por representar dos conceptos contrastantes con la masculinidad de los protagonistas: la inferioridad y el peligro. La figura de la madre, la hermana, la esposa y la novia ilustran la inferioridad; “la mala” o la prostituta representan el peligro, y la amante combina las dos ideas.
Sin embargo, también expuso ejemplos que rompen con estas convenciones, como la mayoría de los personajes de María Félix (interpretación que en la charla fue ejemplificada con un fragmento de Doña Diabla [Tito Davison, 1950]) o Ninón Sevilla en Aventurera (Alberto Gout, 1950), quienes se separaron del ideal femenino hegemónico por su fiereza y rebelión sexual.
Las Charlas de cinefilia del Centro de Documentación continuarán el miércoles 4 de mayo con la conferencia de David Maciel: “La reconquista cinematográfica: Los orígenes, desarrollo y futuro del cine chicano”, que tendrá lugar en la Sala 4, a las 18:00 horas.
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