Como la mayorÃa de los cubanos y millones de personas en el mundo, admiramos y aplaudimos su humildad, su postura a favor del diálogo constructivo, su constante preocupación y defensa de los oprimidos, de los marginados, de las vÃctimas de conflictos armados y toda clase de violación de la dignidad humana y los derechos fundamentales de las personas.
También aplaudimos su preocupación por el medio ambiente, el cambio climático y en particular su importante mediación en el proceso de diálogo entre el gobierno de EEUU y el régimen unipartidista cubano.
Su Santidad, desde el 19 al 22 del presente, Ud. será el tercer Obispo de Roma que podrá experimentar las cálidas demostraciones de afecto de un pueblo noble y hospitalario que le respeta y quiere.
Al llegar a nuestra patria Ud. encontrará, en varios aspectos, una Cuba diferente a la que tan magistralmente presentara, a Juan Pablo II, el entonces Arzobispo de Santiago de Cuba, Pedro Meurice. Pero también estará en una Cuba muy similar a la visitada por el Papa polaco que tanto defendió los derechos humanos y que condenó con firmeza los errores y excesos del totalitarismo estalinista.
Seguimos siendo ¨un pueblo noble y también un pueblo que sufre¨. Y sufrimos, no solo por la miseria material generalizada producto de décadas de economÃa centralizada, sino también, y sobre todo, porque carecemos del ¨preciado don de la Libertad¨, que el Creador quiere para todos y para desdicha de muchos, siempre hay quienes se empecinan en privar a otros de esta gracia. Ud. nos sabrá comprender, vivió en su patria los años de la dictadura militar, de la persecución, la cárcel y las desapariciones por motivos polÃticos.
Desde la visita de Karol J. Wojtyla a la fecha, el mundo se ha estado abriendo a Cuba, pero el gobierno cubano, de manera reticente, aparenta abrirse al mundo, al tiempo que continúa cerrado al sentir de todo un pueblo y sigue negando derechos y libertades sin los cuales es imposible la felicidad y el bienestar de las naciones y del individuo. Hay quienes hablan de ¨reformas¨ en nuestra bella nación, pero sin dudas, quienes usan este término, exageran, Las medidas tomadas por el gobierno son aún insuficientes, no van a la raÃz del problema. Por suerte, lo que sà ha cambiado sustancialmente es la mentalidad del pueblo: la mayorÃa ya dice lo que siente y quiere profundos cambios. El miedo a la represión poco a poco se va venciendo.
Desde aquellos esperanzadores dÃas de enero de 1998 a la fecha, muchos compatriotas han aprendido a ¨desmitificar los falsos mesianismos¨, pero siguen ¨desarticulados y encallados los espacios de asociación y participación de la sociedad civil¨. De modo que podemos repetirle lo dicho por monseñor Meurice: Verá ¨el alma de una nación que anhela reconstruir la fraternidad a base de libertad y solidaridad¨. Y Ud. puede ayudar en la consecución de tan loable fin.
Por su estatura moral y con su sabia mediación, Ud. puede interceder y abogar por los derechos de los oprimidos, que en Cuba somos la gran mayorÃa, Ud. puede interceder por la liberación de más de medio centenar de presos polÃticos que sobreviven bajo condiciones infrahumanas en las cárceles cubanas. Ud. puede, y estamos seguros de que es su deseo, contribuir a que el gobierno cubano comprenda que no debe continuar golpeando y deteniendo arbitrariamente, todas las semanas, a decenas de mujeres pacÃficas (Damas de Blanco) y a otros activistas defensores de los derechos humanos, solo porque piensen diferente e intenten practicar derechos universalmente reconocidos, como son el derecho a la libertad de expresión, asociación, reunión y manifestación pacÃficas.
Nuestro noble y hospitalario pueblo, del cual formamos parte, le agradecerá siempre todo gesto solidario. Y no solo le agradecerá, la defensa de los oprimidos, además de deber de todo cristiano, prestigia a la Iglesia. Aquellas certeras y valientes homilÃas de Juan Pablo II atrajeron a muchos cubanos a los templos. Cuando solo se habla de ¨la gloria de Dios en el Cielo y se olvidan las condiciones que hacen de la tierra un infierno para el hombre¨, la mayorÃa pierde la confianza y la esperanza.
En la UNPACU estamos seguros de que, como dijera Wojtyla, nosotros debemos ser los protagonistas de nuestra propia historia nacional y personal, Debemos solucionar nuestros graves problemas. Pero también conocemos la importancia de la solidaridad. Por algo muy importante Jesús nos dejó la parábola del Buen Samaritano, por algo muy necesario, iniciando su ministerio, en Nazaret leyó aquel pasaje del Libro de IsaÃas: ¨El espÃritu del Señor está sobre mÃ, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor¨.
Muchos miembros de nuestra organización y de otras agrupaciones de la Sociedad Civil Independiente, desean asistir, con disciplina y respeto, a sus misas, pero la policÃa polÃtica secreta se lo impedirá como ocurrió durante la visita de su predecesor Benedicto XVI. En nombre de los que pudieran pasar los históricos dÃas de su visita en tenebrosos calabozos, le damos también, desde ahora, la más cálida bienvenida.
Gracias por su atención. Salud y fuerza. En Cuba le esperamos con los brazos abiertos.
José Daniel Ferrer GarcÃa.
Coordinador General de la Unión Patriótica de Cuba. (UNPACU).
La Habana, 3 de septiembre de 2015.
Signed,
José Daniel Ferrer GarcÃa
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