- Llega a cartelera esta magna producción que tardó 14 años en finalizarse y se estrena después de la muerte de su autor a principios de 2013
- Adaptación de la novela homónima de los hermanos Strugatsky, los autores de ciencia ficción más importantes de la Unión Soviética
En 2013 la muerte sorprendió al cineasta ruso Aleksei German, poco antes de poder ver terminada su epopeya fílmica Qué difícil es ser un dios (2013). Una cruel situación para este director que durante más de una década trabajó en dar forma a esta obra monumental sobre la barbarie y la tragedia de la deshumanización.
Basada en una novela homónima de los hermanos Arkadiy y Boris Strugatsky, considerados los autores de ciencia ficción más importantes de la Unión Soviética, esta despedida póstuma de Aleksei German llega a la cartelera de Cineteca Nacional a partir del 5 de junio, por medio de su distribuidora en México, INTERIOR XIII.
Qué difícil es ser un Dios sigue a Don Rumata (Leonid Yarmolnik), un científico del futuro lejano que se hace pasar por noble en Arkanar, planeta estancado en un periodo equivalente a la Edad Media. La misión de Rumata y sus colegas es intentar guiar tal mundo hasta una era científica similar al Renacimiento, pero se ven atrapados entre la brutalidad y violencia de la gente. Rumata deberá proteger a un estudioso local llamado Budakh (Evegenyi Grechakov) de una matanza orquestada por el noble Don Rema (Leonid Yarmolnik) y su policía “gris”, un grupo de gente que se dedica a asesinar a todo aquel que consideran mínimamente culto.
Así, el protagonista se pasea exhausto por un mundo de lodo, suciedad y toda clase de fluidos corporales, y aunque los habitantes lo consideran un dios por sus poderes y objetos especiales, es incapaz de actuar para detener la barbarie o hacer más agradable su existencia.
Aleksei German tomó como referencia las pinturas de Pieter Brueghel el Viejo para presentar la agobiante estética de Arkanar, un mundo donde todo es suciedad, podredumbre, perversión, miseria. Filmando en crudo y texturizado blanco y negro, su cámara recorrió en largos planos secuencia ese ambiente saturado por objetos en primer plano y miradas directas a la cámara de los personajes que consiguen un nuevo nivel de ruptura de la cuarta pared.
Más allá de la narrativa, es a partir de dicha estética que el cineasta ruso logra transmitir la sensación apocalíptica de una sociedad, apoyado por un impresionante diseño de arte, escenografía y vestuario. Usando además una rara mezcla de primeros planos y travellings laterales, los grotescos rostros desfilan frente a la cámara en un constante movimiento de derecha a izquierda y viceversa. El resultado son poderosas imágenes que con gran realismo contagian la asfixia, el hacinamiento de los personajes, su vida tan sucia y despiadada.
Arkadiy y Boris Strugatsky escribieron Qué difícil es ser un dios para criticar de forma velada las purgas de intelectuales que se llevaron en la Unión Soviética bajo el régimen de Stalin. Desde su publicación en los años sesenta, Aleksei German buscó trasladar al cine este clásico de la ciencia ficción soviética y crear así esta cruda representación de la Edad Media mostrada en toda su barbarie. La obra de tales autores también fue adaptada por el gran Andrei Tarkovsky, y fue así que Picnic extraterrestre (1971) se convirtió en Stalker (1979).
MCL
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