A pesar de que el terremoto de la semana pasada no se puede comparar del todo, en cuanto a la magnitud de destrucción y muertes, con el ocurrido en el año 85 ambos son eventos que sacudieron fuertemente a la sociedad mexicana.
Un diferencial importante es el tecnológico. En el terremoto del 85 la única forma de comunicación con la que contábamos los ciudadanos de a pie era la telefonía fija la cual por la naturaleza de la misma no permitía estar comunicados todo el tiempo a todas horas. Prácticamente las personas salían de su casa u oficina y se encontraban incomunicados salvo por los teléfonos públicos.
Hoy, exactamente 32 años después, la diferencia radicó en que contamos con 112.8 millones de líneas móviles (las cuales son personales), de las cuales el 95.8 millones son teléfonos inteligentes y 76 millones de ellos se encuentran conectados a internet móvil con acceso a mensajería instantánea, redes sociales, GPS, entre otras cosas.
Todo lo anterior permitió que la ayuda fluyera de manera más rápida, precisa y eficientemente a diferencia del 85. Hubo casos en los cuales por medio de la mensajería instantánea las personas que estaban atrapadas entre los escombros lograban contactar a sus familiares para ser rescatados o miles de casos en los cuales, por medio de Twitter, Facebook e incluso Instagram se coordinaba la entrega de víveres y la asistencia de voluntarios en los lugares donde más se necesitaba.
Adicionalmente, todos los operadores de telecomunicaciones habilitaron voz, mensajes cortos y datos de manera gratuita para que cualquier persona pudiera tener acceso a los medios antes descritos y evitar que el no contar con internet se volviera una desventaja para algunas personas en estas situaciones.
Claro que no todo ha sido perfecto y nos hemos encontrado con algunos problemas en el camino que hemos ido resolviendo conforme se van presentando, como la información falsa o desactualizada que está circulando también por esos mismos canales. Sin embargo, son muchos más los beneficios que las desventajas que las Telecomunicaciones pueden traer.
Si bien aún debemos de seguir trabajando para levantarnos de esta crisis, las telecomunicaciones, sumándose a los muy importantes medios tradicionales como la radio y la TV, demostraron ser un elemento muy necesario para nuestra sociedad en este tipo de catástrofes ya que no solo habilitan canales adicionales de comunicación, sino que abre la posibilidad tecnológica de brindar herramientas adicionales para el restablecimiento de la sociedad en eventos como este.
Es imperante que, a partir de esta lamentable y dolorosa experiencia, contemos con un plan de acción para fortalecer y reestablecer las redes de telecomunicaciones de manera inmediata, así como minimizar las posibilidades de ausencia de un servicio cuya utilidad trasciende los ámbitos laboral y recreativo, es capaz de salvar vidas, organizar redes de civiles dispuestos a llevar toda la ayuda posible, y, por supuesto, acercarnos a los seres queridos en medio de toda incertidumbre.
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