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miércoles, 5 de febrero de 2025

 Jesús Torán Sierra, subdirector médico del Sanatorio, reveló haber sido avisado por un funcionario de la entidad gubernamental que vigila riesgos sanitarios



Ciudad de México, a 5 de febrero de 2025


La complicidad entre funcionarios de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y la actual administración del Sanatorio Trinidad ha quedado al descubierto tras revelaciones de quien tomó el control del mismo en el área médica, donde se confirma que el hospital sigue operando ilegalmente, incluso después de ser desalojado por incumplimiento de las normas sanitarias que han sido violentadas flagrantemente.

En una reunión con el personal del establecimiento, el subdirector médico del Sanatorio Trinidad, Jesús Torán Sierra fue muy claro al revelar que el pasado 16 de enero desalojaron el nosocomio porque tuvo un aviso previo de Cofepris. “Como se los digo a ustedes. Yo me enteré como a las 4 de la tarde cuando me hablaron y me advirtieron, gracias a una persona, contacto que tengo en Cofepris nos avisó (sic) y nos dijo, señores, desocupen el sanatorio porque les van a caer y si los ven que están trabajando (inaudible) les van a cerrar”.

Este testimonio confirma la versión de Patricia Pancardo, familiar de un paciente desalojado, quien fue entrevistada mediante un video la noche del 16 de enero, señalando que el movimiento dentro del hospital se debía a una visita programada de Cofepris para el día siguiente. “Si Cofepris checa que tienen pacientes, les clausuran. Si ustedes pueden observar, están sacando equipo médico, están sacando todo lo del hospital”, denunció.

Obvio que ese viernes 17 de enero no encontraron movimiento porque trasladaron a los pacientes a varios hospitales, pero a la mayoría de los 32 internados ese día a uno en particular, el hospital San Luis, donde hasta el día de hoy tienen un acuerdo de subrogación de servicios donde rentan los quirófanos y las habitaciones para los pacientes que aún llegan a solicitar servicio del Trinidad.

“El viernes 17 de enero, llegó un funcionario de la Cofepris y así como entró, salió. Solo revisaron que los sellos no estuvieran rotos”, declaró un(a) trabajador(a) del hospital que no quiso dar su nombre por el temor de perder el empleo que aún tiene.

A pesar de las pruebas públicas sobre los presuntos delitos cometidos en el nosocomio—incluyendo cirugías realizadas en quirófanos clausurados desde el 27 de octubre de 2023 y la suspensión oficial de servicios desde el 18 de septiembre de 2024— el Sanatorio Trinidad continúa operando en otro centro hospitalario con casi el mismo personal, porque desde el 16 de enero ya han dado de baja a al menos 17 personas.

Trabajadores del Trinidad han entregado evidencias que muestran cómo médicos y compañías aseguradoras siguen llevando pacientes a los que cubren gastos médicos mayores a un lugar que legalmente no debería estar en funcionamiento.

Este personal ha manifestado que en un contubernio entre la administración del Trinidad y Cofepris, ambas, tanto la institución particular como funcionarios del organismo gubernamental están ganando tiempo para que el personal calificado de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios dé autorización a una solicitud de construcción con el fin de adecuar los quirófanos, y con ello, después de la remodelación completa al área, quitar los sellos de clausura y suspensión para dejar todo como si nada hubiera pasado, pasando por sobre los derechos de pacientes que incluso murieron tras ser operados en quirófanos clausurados.

Sin embargo, que el Trinidad vuelva a funcionar legalmente no es tan fácil como sus actuales administradores lo consideran. Deben resolver una serie de instrumentos legales que van desde la autorización de construcción, reubicación de sellos para permitir la construcción, el cumplimiento de al menos cuatro licencias que están en vilo y otros.

Al hacer el convenio temporal de subrogación de servicios con el Hospital San Luis, de acuerdo con información en nuestro poder, se le pidió a este nosocomio que no surtiera los medicamentos ni los materiales, ya que el Trinidad llegaría con todos sus insumos, incluyendo sus trabajadores, a los que hacen trasladarse hasta allá sin ninguna seguridad laboral. Sin embargo, esa es otra de las irregularidades cometidas con la complacencia de Cofepris, porque la farmacia carece de responsable sanitario desde agosto de 2024 que se desapareció del establecimiento el doctor Julián Guinea, es decir, que no existe quien responda a la compra y venta de psicotrópicos para las cirugías, por lo que están incurriendo en otra ilegalidad.

Por otro lado, las irregularidades y maltrato a las enfermeras y demás personal se ha acentuado, porque Adriana Beltrán Mallén, administradora del Trinidad, al desconocer el movimiento hospitalario junto con el equipo nuevo que está a su servicio, ha dejado de abastecer medicamentos y materiales de forma oportuna a los pacientes que están en el San Luis, poniendo en riesgo su vida y la tranquilidad de las enfermeras y enfermeros quienes temen que los pacientes a su cargo se pongan graves.

Hay desabasto de medicamentos básicos y cada vez que se recetan, tienen que salir a comprarlos, con lo que se genera el problema de que a los pacientes no se les está medicando con oportunidad; existe un desfase de hasta cinco horas.

Este entramado de corrupción no solo viola la ley, sino que ha costado vidas. Existen reportes de pacientes que murieron tras ser operados en quirófanos clausurados, lo que hace aún más urgente la intervención de las autoridades para evitar que esta red de impunidad siga funcionando.

La pregunta entonces es: ¿Por qué Cofepris, en lugar de aplicar la ley, advierte a los infractores? ¿Cuántas vidas más se pondrán en riesgo antes de que se actúe con firmeza? Las pruebas están sobre la mesa. Ahora, la responsabilidad recae en las autoridades para acabar con esta red de corrupción que atenta contra la salud y la vida de los pacientes en México.

Pero a pesar de que ayer 4 de febrero se solicitó a Cofepris una respuesta a través de su oficina de Comunicación Social, no hubo respuesta.



Cofepris encubre al Sanatorio Trinidad; corrupción que pone vidas en riesgo

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jueves, 23 de enero de 2025

 Cofepris hace oídos sordos ante una crisis que genera irregularidades médicas, desgasta a trabajadores y pone en gran riesgo a los pacientes



Ciudad de México, a 23 de enero de 2024


En el Sanatorio Trinidad, el miedo y la intimidación han pasado a ser parte del mobiliario cotidiano porque este centro hospitalario, que en sus mejores días fue un referente en traumatología y ortopedia, hoy se encuentra sumido en una crisis que afecta tanto a sus trabajadores como a los pacientes que confían en sus servicios, ya que la administración encabezada por los doctores Jesús Torán Sierra, Juan Beltrán Arriaga, Eduardo Rocha Pérez y Javier Alfonso Ortega Alonso, con la dirección administrativa de la actuaria Adriana Beltrán Mallén y Alma Alicia Sígales Chicas, ha instaurado un ambiente de terror que erosiona la salud física y mental de su personal.

En un documento interno del 29 de julio del año pasado, Angélica Clairín Pantoja denunció que Adriana Beltrán Mallén generó junto con la Jefa de Recursos Humanos, Alma Sígales, una estrategia de fabricación de pruebas y argumentos en su contra a través de las propias colaboradoras de Clairín a las que “compraron”, mientras que el doctor Jesús Torán Sierra le gritó, humillándola ante el personal que ella lideraba como jefa de intendencia, luego de que como tal había reclamado que les generaron exceso de trabajo durante su jornada laboral, y les estaban restringiendo material para cumplir correctamente con sus labores de limpieza e higiene del sanatorio. Finalmente, renunció.

Los testimonios de otros trabajadores confirman que este ambiente hostil no es un caso aislado. Enfermeros, camilleros, administrativos y personal de intendencia se quejan de acoso constante, vigilancia excesiva (incluso con programas espía en las computadoras) y desinformación. Muchos aseguran que se les presionó para firmar declaraciones falsas contra antiguos directivos, como el ex administrador Alfredo Gutiérrez del Ángel, bajo la amenaza de perder sus empleos.

Han intentado fabricarles pruebas para correrlos y, a través del acoso y la intimidación, buscar que ellos mismos decidan renunciar, muchos con bastantes años en la empresa, de acuerdo con documentos mostrados. Prefieren quedar en el anonimato a la espera de cumplir el tiempo conveniente para jubilarse, aguantando el acoso y la intimidación diarios.

Además, los pagos de salarios y prestaciones como el Fondo de Ahorro y vales de despensa se los han retrasado injustificadamente, así como los bonos de productividad que les daban trimestralmente, simplemente han desaparecido desde la llegada de la actual administración. Incluso, comentan, carecen totalmente del apoyo de su sindicato Federación de Sindicatos Autónomos de México (FESAM), que está totalmente del lado de los liderados por Jesús Torán y Adriana Beltrán.

En la más reciente negociación de salarios, a los que ganan el mínimo les subieron el 12%, pero al resto apenas el 5.5%, porque el Sindicato no quiso apoyarlos. Mientras tanto, el incremento en vales fue de apenas 20 pesos. “A diferencia de la anterior administración del doctor Arturo Gutiérrez, quien decía que su personal era lo primero y más importante del Sanatorio, hoy medran con nuestros salarios y prestaciones”, porque, afirman, “recursos económicos entran al hospital”.

La situación se agrava con la falta de insumos y condiciones laborales dignas. Los empleados denuncian que los quirófanos están clausurados, las terapias carecen de agua caliente y los medicamentos esenciales como omeprazol y paracetamol, entre otros, brillan por su ausencia. Incluso los procedimientos de quimioterapia, que antes eran transferidos a hospitales mejor equipados, ahora se realizan con recursos limitados y sin remuneración adicional para el personal que asume el riesgo. En urgencias, los pacientes deben enfrentarse a la falta de materiales y medicamentos mientras los trabajadores intentan hacer milagros con lo poco que tienen a su disposición, mientras corren a la farmacia de la esquina a comprar lo que necesitan.

“Estamos trabajando con miedo”, confiesa un enfermero que prefiere permanecer en el anonimato. Las jornadas laborales son interminables, sin pagos extra, sin tiempo para comer ni beber agua. En Navidad y Año Nuevo, el personal de enfermería tuvo que asumir funciones de intendencia y camilleros, debido a la ausencia de los nuevos contratados. Las quejas de los pacientes y sus familias también se acumulan: habitaciones en mal estado, falta de ropa de cama y toallas, y un trato que deja mucho que desear.

“Los pacientes y sus familiares van y nos gritan, y con justa razón. Lo que están haciendo es hartarnos para que nos vayamos. Nos dicen, ‘a ver, tú, tú, tú, tú, ve y dile al paciente, no hay toallas para que se bañe’. No lo hacen ellos, nos mandan a nosotros. ¿Quién recibe las malas caras? Los regaños y todo. Y por eso queda la impresión de que las enfermeras son malas”, expresó una de ellas.

La gestión financiera del hospital también está en tela de juicio. Los empleados denuncian irregularidades en los pagos al SAT, IMSS, Infonavit y Fonacot. Mientras tanto, la administración parece enfocarse más en aumentar el número de vigilantes y personal administrativo que en mejorar las condiciones de trabajo o garantizar la calidad de atención a los pacientes.

“Ha sido difícil y humillante para nosotros trabajar con esta administración; nos están hartando para que renunciemos”, afirma otra trabajadora cansada de las humillaciones constantes. El doctor Erick Ramírez Arias se la pasa gritando a los trabajadores. A su personal médico les dice que se callen cuando le informan que un procedimiento está mal porque, afirma, él tiene mayor jerarquía y deben mostrarle respeto. “Piden respeto, pero no lo dan”.

La situación alcanzó su punto álgido a inicios de enero de 2024, cuando a un directivo lo acusaron de robo y fue despedido de manera irregular. Este evento marcó el inicio de una purga sistemática contra empleados vinculados a la administración anterior. Las sospechas y rumores, fomentados desde la administración, han creado una atmósfera de paranoia que paraliza al personal y lo somete a una constante vigilancia.

La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), pese a haber identificado irregularidades graves, no ha clausurado el hospital de manera definitiva. Esto permite que el Trinidad siga operando, pero a costa del bienestar de sus empleados y, sobre todo, de sus pacientes, quienes han sufrido de maltrato, como uno de ellos que tiraron los paramédicos durante el traslado al hospital San Luis el reciente viernes. Las denuncias de maltrato, intimidación y falta de recursos siguen acumulándose, mientras la administración parece más interesada en mantener una fachada de normalidad que en resolver las graves carencias estructurales, aún hoy después de la suspensión urgente de actividades realizadas entre la tarde del jueves y madrugada del viernes pasado.

Con más de cien familias afectadas y un personal agotado física y emocionalmente, la pregunta que queda en el aire es: ¿qué hace falta para que las autoridades intervengan de manera decisiva? Los trabajadores del Sanatorio Trinidad necesitan más que promesas y discursos; necesitan justicia, apoyo y una garantía de que sus derechos económicos y laborales serán respetados. Mientras tanto, el terror y la precariedad siguen siendo los protagonistas de este drama cotidiano.



Sanatorio Trinidad, de referente médico a epicentro del miedo y la intimidación

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jueves, 16 de enero de 2025

 Es un riesgo latente que pone en peligro a pacientes y empleados al trabajar con quirófanos clausurados, sin insumos ni medicamentos en la farmacia y con poco personal


De competir con hospitales como Dalinde, Starmédica y Ángeles Metropolitano en la colonia Roma, el Sanatorio Trinidad ha caído en el abandono y el riesgo sanitario. Actualmente carece de medicamentos básicos como paracetamol, omeprazol y ketorolaco, que deben ser adquiridos en farmacias externas al momento que se necesitan. Sin embargo, lo más alarmante es que sigue ofreciendo servicios médicos, cirugías y terapia intensiva, a pesar de que sus quirófanos están clausurados y tiene un sello de suspensión de “trabajos y servicios” emitido por la Cofepris, lo que representa un grave peligro para los pacientes.

El 16 de junio de 2023 fueron suspendidos y el 27 de octubre del mismo año clausurados los cuatro quirófanos con los que cuenta; volvieron a poner sellos de clausura el 26 de abril del año pasado luego de una denuncia de los propios trabajadores del hospital para no involucrarse en el ilícito y tras la revisión, Cofepris comprobó que los sellos habían sido violentados.

Posteriormente, tras suspender el 17 de septiembre de 2024 las actividades del espacio donde almacenan los medicamentos controlados —oficina del doctor Julián Guinea Valencia, anterior director obligado a irse de su puesto por irrespetuosidades a su puesto—, al día siguiente, mediante el acta 24-CF-09-0337-AS-GS y el expediente CAS-DERESPSQ 000578 del día 18 de septiembre de 2024, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) suspendió los “trabajos y servicios” del establecimiento conocido como Sanatorio Trinidad “por violación a las disposiciones sanitarias”.

El 17 de enero, en el Comunicado de prensa 05/2024, el gobierno de México a través de Cofepris emitió un comunicado que se titula: “Cofepris detecta nuevas clínicas clandestinas: todas fueron clausuradas por alto riesgo sanitario” y entre ellas se encuentra listado el Sanatorio Trinidad, S.A. DE C.V. de la Ciudad de México, con domicilio en Manzanillo, número 94, Colonia Roma Sur, C.P. 06760, Alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México con una sanción como “clausura total temporal de la unidad quirúrgica”. Tal suspensión fue ratificada el 21 de junio de 2024.

A pesar de estas medidas, el Sanatorio Trinidad se encuentra en gran actividad por la temporada invernal y sus servicios son ampliamente requeridos; hoy están saturados, con la complacencia de la Cofepris que mira para otro lado a pesar de la suspensión de todas las actividades como “trabajos y servicios”, como se expone en el sello con acta 24-CF-09-0337-AS-GS.

Por otro lado, los empleados del Sanatorio Trinidad enfrentan condiciones laborales precarias y abusos. El acoso, maltrato y terror que los actuales directivos y funcionarios han desatado en contra de los trabajadores, especialmente médicos, enfermeras, camilleros y personal de intendencia que se manifiesta en contra de realizar trabajos que pudieran constituir responsabilidades legales, puede provocar afectaciones para los pacientes que nada saben de la situación administrativa del hospital, ya que con el fin de que los actuales trabajadores que se defienden, se vayan sin recibir las prestaciones de ley que merecen si se les rescinde el contrato de trabajo, los están cansando, para que renuncien.

Afirman los trabajadores que han hablado con este reportero en el anonimato por temor a las represalias, y otros extrabajadores como Beatriz Moreno y Angélica Clairín Pantoja, que las condiciones generales del hospital cambiaron radicalmente a la muerte de su fundador, el doctor Arturo Gutiérrez Meneses el 12 de enero de 2019, y hoy está en declive su calidad, aunque no sus ingresos.

Al fallecer Gutiérrez Meneses fue que socios minoritarios del nosocomio como Jesús Torán Sierra, Juan Beltrán Arriaga, acompañado de su hija, Adriana Beltrán Mallén, Julián Guinea Valencia, Eduardo Rocha Pérez y Javier Alfonso Ortega Alonso, entre otros, se apoderaron de la administración para iniciar el declive en la calidad de los servicios del hospital, que hoy ocurre ya con consecuencias fatales.

Antes del fallecimiento de Gutiérrez Meneses, su hijo, el director administrativo Alfredo Gutiérrez del Ángel suspendió los servicios de Rayos X que estaban a cargo de Jesús Torán, porque este no pagaba el arrendamiento del área. Así que, a la falta del fundador y con un rencor acumulado, éste inició la revuelta para deponer a Gutiérrez del Ángel mediante una asamblea fraudulenta en mayo de 2019 en la Inmobiliaria Trinidad y en marzo de 2023 en el Sanatorio Trinidad, a quien acusaron de mala administración porque los dividendos para los socios no eran los que esperaban, pero no les importó que había trabajos de mantenimiento, acondicionamiento y modernización del hospital.

La revuelta, dicen las personas entrevistadas, la inició Jesús Torán al, él mismo, promover a través de otras personas una denuncia en Cofepris por irregularidades en los quirófanos, cuya auditoría duró más de dos meses. En efecto, incumplían con la estructura ideal por el hecho de tener una central de equipos afuera y no adentro de las salas de operación, porque la mitad del área todavía estaba en obra. Esto provocó la primera suspensión el 16 de junio de 2023.

Por la afluencia de pacientes siguieron realizando operaciones con los quirófanos suspendidos, mientras también realizaban trabajos de acondicionamiento para cumplir con Cofepris, que les clausuró por primera ocasión el 27 de octubre de 2023. Las irregularidades se presentaron en la Central de equipos y esterilización, en el área de autoclaves de vapor y de gas (óxido de etileno), un área de alto riesgo por el calor que se genera y por ahí pasan hoy clandestinamente para el quirófano. Están mal ubicadas porque conforme a la norma 016 SSA-3 2012, las centrales deben estar aisladas, cerradas y ventiladas cerca de quirófanos para abastecer de material estéril. Por protección civil no es área de acceso de pacientes.

Días después, en noviembre, fue detenido y encarcelado Alfredo Gutiérrez del Ángel por presunta mala administración y enriquecimiento ilícito y ya, este grupo minoritario de socios cedió todo el poder de la administración a la actuaria Adriana Beltrán Mallén, quien sin conocimientos hospitalarios ha llevado las cosas al momento en que se encuentran, desterrando del Sanatorio y la Inmobiliaria Trinidad a la socia mayoritaria, Celedonia Rosario del Ángel Campos y sus hijos.

Hoy, a pesar de la alta afluencia de pacientes en el Sanatorio Trinidad, reportan las personas con las que platicamos para realizar este reportaje, las enfermeras tienen dos años sin recibir uniformes ni calzado especial como si lo tenían 2 veces cada año con la anterior administración, el área de enfermería está saturada por falta de personal, no hay quien las cubra para que puedan salir a comer, les obligan a realizar trabajo extra sin pago, carecen de material médico básico como bombas de infusión o hasta tela adhesiva, tampoco medicamentos elementales; su jefe el doctor Erick Ramírez Arias no acepta sugerencias ni mucho menos reclamos y cuando se los hacen, a gritos les dice que se callen y respeten su jerarquía, es decir, que su palabra es ley aunque esté equivocado y así, en medio de este ambiente, decae la calidad de atención al paciente .

De acuerdo con los testimonios y comunicaciones personales en poder de Difunet y este reportero, los medicamentos y materiales los compran al momento en las farmacias del rumbo, incluso de genéricos, y llegan a tardar hasta 4 horas en entregarlos a enfermería para poder ser aplicados a los pacientes porque quienes están al frente del área son personas sin experiencia hospitalaria, como Óscar Daniel Mendoza, encargado de la farmacia, quien carece de título como Químico Farmacobiólogo, quien impuso horarios en el protocolo para surtir las medicinas.

De acuerdo con los testimonios, Laboratorios Pisa recogió cerca de 20 bombas de infusión, que sirven para el control de líquidos y medicamentos, y otros equipos de anestesia, porque no les pagan más de millón y medio de pesos; el hospital tiene un adeudo millonario con este y otros proveedores y apenas cuenta con cuatro bombas de infusión para todo el servicio, cuando en la administración anterior nada de esto ocurría. Los retiros de estos equipos provocan un retroceso en los procesos de medición y obviamente se incumple con normas de medicación.

Contaron los trabajadores que la situación es tan desesperante por la falta de insumos, que una ocasión un médico que llevó a su paciente para hacer una cirugía, la suspendió porque en el momento no había tela adhesiva. Este lunes mientras se realizaba auditoría en farmacia, las enfermeras estaban desesperadas y sufriendo, porque no hay más bombas disponibles y con ello, ya no hay una certeza del goteo de las soluciones y medicamentos.

La farmacia del Sanatorio Trinidad tampoco puede manejar medicamentos controlados desde el 17 de septiembre de 2024, el cual está sellado, y, si lo hacen, que lo están realizando por las operaciones que aún hacen, de acuerdo con las fuentes de información anónimas, están incurriendo en un delito grave, ya que se les pide a los médicos que los anestesiólogos lo lleven o los compran con recetas sin control en libros.

Hoy, debido a estas situaciones administrativas y al despido de los anteriores trabajadores y contratación de nuevos a modo de los actuales jefes, se han dado casos de pacientes infectados por la falta de seguimiento a los protocolos de higiene, que son un grave riesgo para los enfermos e, incluso, para los familiares que los acompañan.

El Sanatorio Trinidad es un ejemplo de cómo la negligencia administrativa y la falta de supervisión gubernamental pueden convertir un hospital que alguna ocasión fue referencia en el área de traumatología en una trampa mortal. Mientras los pacientes confían en recibir atención de calidad, el personal médico enfrenta condiciones laborales inhumanas y los riesgos para la salud pública se multiplican.

¿Hasta cuándo permitirán las autoridades que este lugar siga operando en estas condiciones? La respuesta está pendiente, pero cada día que pasa aumenta el peligro para quienes cruzan sus puertas.

Suspensión de Cofepris ignorada, pacientes en peligro y trabajadores explotados en el Sanatorio Trinidad

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