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martes, 14 de febrero de 2017


Verónica González Laporte, una de las mejores cronistas de México

Por Héctor Medina Varalta

En el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL), Verónica González Lapuente, periodista y escritora presentó el libro Leonardo Márquez, el Tigre de Tacubaya. De acuerdo a nuestra hermosa entrevistada, Leonardo Márquez es un personaje complejo, es un general conservador muy aguerrido, dedicado a defender la postura de la Iglesia. Es un hombre que nace en 1820 en el México independiente que se está buscando como nación; es un periodo muy revuelto en esta búsqueda de identidad y de valores que significa el siglo XIX, un siglo fundador para nosotros, porque no podemos abordar el siglo XX y el periodo tan largo de Porfirio Díaz sin entender los cuarenta años de guerra civil entre conservadores y liberales que le precedieron. Entonces, en medio de esta nación que se busca, Leonardo Márquez empezó a enrolarse en la milicia muy jovencito, a la edad de 13 años, en las fuerzas de Antonio López de Santa Anna a quien admira muchísimo-quien merece varias biografías, además de las que ya tiene por ser un pillo, desde el punto de vista de González Laporte, muy interesante-. Márquez le aprende muchas mañas, entre ellas, la de los disfraces. Por ejemplo, cuando se va a querer escabullir aprende a disfrazarse como lo hacía Santa  Anna en su momento.
Poseía un gran instinto de desobediencia
Leonardo Márquez primero va a la guerra en contra de los independentistas tejanos en 1836, cuando tenía 16 años. El padre, capitán Cayetano Márquez Huerta de la compañía Lampazos en Nuevo León, inicia muy pronto en la milicia a su hijo y muy pronto se va a arrepentir profundamente de esta elección porque se va a dar cuenta que ese hijo le salió mucho más bravo de lo que él imaginaba. En las leyes de la guerra hay un protocolo muy preciso, es decir, el hecho de que se tomen prisioneros se les perdonaba la vida o se negociaba a cambio de otros prisioneros. Leonardo Márquez no era un general que negociaba, él los mandaba fusilar, así de sencillo: sin juicio, sin convención, sin negociación posible. Tenía, para ser la época, y es una contradicción enorme, pues no se puede ser desobediente en la milicia, ya que poseía un gran instinto de desobediencia. Por lo tanto, se le imputan varios crímenes de insubordinación a sus superiores, se le encierra en la prisión del Cofre de Perote varias veces: por respondón, rezongón, desobediente; es un villano por toda la extensión de la palabra y es un traidor por todos los costados. A lo largo de su vida va a traicionar a su propio partido, el partido conservador, va a traicionar a Maximiliano por quien se declara el más ferviente servidor y más ferviente general.
Fue gobernador del Estado de Jalisco
Lo que pretende González Laporte con este libro, no es perdonarlo ni justificarlo ni tratar de hacer brillar algunas de las virtudes del Tigre de Tacubaya, lo que quiere con este trabajo y con los anteriores, es ofrecer una visión de la historia más amplia, ya que tenemos la tendencia a reducida o creer tal y como nos la cuentan.
Yo quisiera que pudiéramos contarla de otra manera para poder entender cómo se llevan a cabo todos esos procesos de violencia, siempre hemos sido un país violento; a él se le imputan desvíos de fondos, fue gobernador de Jalisco, nombrado por Miramón, el presidente conservador más joven de la nación, el Macabeo, quien se sienta en la silla presidencial a los 28 años gracias al apoyo militar de Márquez que lo va a ayudar a llegar hasta ahí. Son muy amigos en un inicio y poco a poco se van distanciando, pues va a haber toda una serie de conflictos, celos y envidias que se van a propiciar, pero Miramón le debe mucho a Márquez.
Mandó fusilar a 53 inocentes
Se le apoda el Tigre de Tacubaya o Leopardo Márquez porque hay una batalla muy famosa el 11 de abril de 1859 en donde Márquez se enfrenta a las fuerzas de Santos Degollado, que es uno de los generales más aguerridos de Benito Juárez y Santos Degollado pierde la batalla, se va, deja la plazuela de Tacubaya y algunos de sus soldados se rehúsan a seguirlo porque argumentan que se van a quedar a morir ahí si es necesario por sus ideales. Entonces, Leonardo Márquez manda fusilar-asesinar- a los soldados que se habían quedado, pero no sólo a ellos sino también a los médicos que habían ido a curar a los heridos, cuando normalmente en las leyes de la guerra no se hacía, se respetaba la vida de los heridos; y a los civiles que habían sido acusados de ser conservadores, e incluso a los curiosos que pasaban por ahí y menores de edad los manda matar a todos. Eran cincuenta y tres personas. Los soldados desnudan a los cadáveres y los despojan de sus pertenencias, los entierran y a pesar de ser él tan conservador y tan católico, un año después impide que se celebre una misa de difuntos para los mártires de Tacubaya. A partir de ahí se convierte en Leopardo Márquez. Dos años después es gobernador de Jalisco, una sociedad muy conservadora, muy católica, muy practicante; y él autoriza a los frailes y a los sacerdotes oficiar misa y hacer tañer las campanas, cosa que Benito Juárez había prohibido terminantemente.


La armada tripartita
Guadalajara se convierte en la niña consentida, en la novia de Leonardo Márquez y la ciudad lo protege, incluso va a formar sacerdotes para disparar contra la Chinaca- hombres del pueblo que pelearon en la Guerra de Independencia y que participó en la Reforma Liberal del siglo XIX. - y uno de los mandamientos cristianos es “No matarás”.
Esta este conflicto muy presente a lo largo de su vida. En 1861 lo tienen que revocar, Miramón le quita la gubernatura porque le había encargado a Márquez 460 costales de oro a para embarcarlos San Blas y pagar parte de la deuda externa que teníamos con otros países, pero Márquez no lo hace, desvía el dinero para sus soldados. Y esto va a pesar en todo lo que va a suceder unos meses después cuando vienen Francia, España e Inglaterra con la intención de invadir México para cobrarse la deuda que nuestro país tenía con ellos. Cuando Benito Juárez publica que habrá una moratoria de dos años en la que no podrán pagar esa deuda. Entonces es la invasión de la armada tripartita, Juárez logra negociar que se embarquen España e Inglaterra, y Francia se queda a hacer la guerra a México con la idea de imponer un príncipe en México europeo, que en este caso es Maximiliano de Habsburgo. Por lo tanto, Leonardo Márquez es un personaje muy interesante y un villano en toda la extensión.    
Porfirio Díaz lo persigue
Leonardo Márquez era hijo de padres españoles, era muy blanco, con la barba cerrada. Márquez nace en una Nueva España que acaba de serlo para convertirse en México;  es un contexto histórico, muy, muy específico, después de centenas de años de colonias. Por otra parte, Tomás Mejía, un indígena  otomí va a combatir al lado de Leonardo Márquez para mantener el imperio de Maximiliano hasta el final.
En algún momento escribo en el libro que la M apellido de Márquez fue la única que faltó en el Cerro de las Campanas el 19 de junio de 1867 porque fusilan a Maximiliano-está en la portada del libro al igual que Mejía Miramón y Márquez y falta una M que es la de Márquez que con su astucia y capacidad de disfrazarse logra escapar. Sin duda alguna, Leonardo Márquez es un psicópata y enemigo acérrimo de Porfirio Díaz, Díaz lo va a perseguir por valles y montes durante años. No va a lograr nada porque son igual de buenos estrategas, muy sólidos, muy aguerridos, con muy buena formación. Márquez se va a la Habana exiliado y veinte años después, paradójicamente, Díaz para demostrar al pueblo mexicano que sabe perdonar le concede el indulto; Márquez regresa a México pero no va a soportar la presión de la opinión pública que constantemente le va a reprochar los crímenes de Tacubaya, los crímenes de Leandro Valle y Melchor Ocampo, que después de que lo encarcelan por desvíos de fondos en San Blas, él sigue guerreando y captura a Melchor Ocampo, luego a Leandro Valle y a Santos Degollado, a los tres los manda fusilar el mismo mes, sin juicio previo. Con dichas acciones, le vuelve a pegar a Benito Juárez donde más le duele, que son sus bastiones de liberalismo.
Fallecimiento del Tigre de Tacubaya
Leonardo Márquez murió en La Habana, el 5 de julio de 1913. ¡A los 93 años! Probablemente en su cama, durmiendo el sueño de los que se van sin arrepentirse de nada. En Cuba, el “Tigre” no contaba con ningún familiar que pudiera hacerse cargo de su funeral. Nadie relató, según mi humilde conocimiento, las causas o condiciones de su fallecimiento; si alguna las conoce, le ruego información. Está sepultado en el elegante cementerio Colón, el más importante de la isla, donde compró una concesión a perpetuidad, en 1907. Su sepultura, situada al inicio del panteón, es una sencilla plancha de mármol, adornada con una sola cruz metálica sobre la lápida. Su nombre, “Leonardo Márquez Araujo” , ha perdido algunas letras. No indica grados militares, ni lugar de nacimiento. Como si quisiera guardar discreción por toda la eternidad. En Cuba, poco antes de morir, Márquez se enteró de los asesinatos del presidente Francisco I. Madero y de su vicepresidente José María Pino Suárez. ¿Acaso se resignó ante el eterno “volver a empezar” de la historia de México? ¿Acaso pensó en los muertos que habría de dejar la Revolución en su rastro sangriento?
Proyectos
Hay dos personajes que les interesa mucho a nuestra entrevistada, una es la Güera Rodríguez, desde la perspectiva de mujer cortesana y otro que le gustaría mucho explorar, es decir, ¿qué pasó con los harapos imperiales, ¿qué pasó con lo que dejó Maximiliano. Sabemos que metieron a Maximiliano en un ataúd muy chico, le doblaron las piernas, lo llevaron de Querétaro a la Ciudad de México, se les cayó en un río, luego lo volvieron a meter al ataúd, se les vuelve a caer. Total, el cadáver llega en un estado muy lamentable y los harapos, todo lo que traía puesto se convierte en producto comerciable.
Invito a todos tus lectores a que se interesen mucho más por la historia, aun la de los villanos, aun la que no queremos escuchar, aun la que aparentemente no merece ser contada. Yo creo que todas las historias merecen ser contadas y depende de cómo lo hagamos. Lo importante es que el lector, la juventud, las nuevas generaciones se interesen en estos sucesos que nos van a enseñar mucho de lo que hoy somos. Esta historia de los 53 desaparecidos de Tacubaya nos recuerda mucho a los 43 desaparecidos en Iguala. No podemos perder la perspectiva. No pretendo hacer aquí ninguna cuestión política, lo que sí me gustaría enfatizar es que no podemos perder la perspectiva de la reflexión histórica de nuestro país para poder entender un poco mejor lo que somos hoy.
Trayectoria profesional
Verónica González Laporte es periodista y escritora. Cuenta con una maestría y doctorado en Antropología, por la Universidad de la Sorbona, y ha investigado en diversos archivos mexicanos y franceses sobre temas relacionados con el siglo XIX. En su primera novela El hijo de la sombra (Editorial Las Animas, 2014), relata la tragedia personal del controvertido Juan Nepomuceno Almonte, hijo natural de José María Morelos y Pavón. Su segunda novela, Pepita moun amour…(Editorial Las Ánimas, 2014), en coautoría con Guadalupe Loaeza, narra la relación entre un personaje clave del Segundo Imperio Mexicano (1864-1867), Aquiles Bazaine, jefe del Cuerpo Expedicionario francés, y su esposa Josefa de la Peña y Azcárate. La Mariscala (Editorial Planeta, 2015) es una versión más focalizada en estos personajes centrales, con la intención de revelar una Pepita de la Peña que con el tiempo se fue fraguando en su rol de esposa del mariscal de Francia, anteponiendo su amor a cualquier dificultad.
Leonardo Márquez, el “Tigre de Tacubaya” es la más reciente obra de Verónica González Laporte. Esta biografía desmenuza la vida de un general conservador apodado “Leopardo o el “Tigre”, en virtud de los hechos sangrientos que lo dieron a conocer en 1859. Fue uno de los enemigos más acérrimos de la causa liberal y de Benito Juárez; durante la Guerra de Reforma, él mismo se hizo llamar “soldado del clero”. Posteriormente abrazó la causa imperial de Maximiliano de Habsburgo y al final logró escapar al fusilamiento en el Cerro de las Campanas, en 1867. Esta exhaustiva investigación, basada esencialmente en archivos mexicanos, revela a uno de los personajes más detestados de su época. Sin duda alguna, González Laporte hace historia en la Historia de México.   

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