by Héctor Medina Varalta
El otrora Hospicio Cabañas, además de su imponente y bella presencia neoclásica, guarda entre sus muros momentos relevantes de la historia regional. En la actualidad, el Instituto Cultural Cabañas es un importante centro de difusión cultural que preserva los más importantes murales pintados por José Clemente Orozco. Estos valores, entre otros aspectos, determinaron que el antiguo Hospicio Cabañas fuera declarado, en diciembre de 1997, Patrimonio de la Humanidad. Caminar por sus largos corredores es retroceder a un pasado lleno de belleza y de misterio.
La construcción
El guía de turistas, historiador y escritor Rubén Rodríguez Corona, comenta que la historia de esta institución comienza en la época colonial con la llegada del obispo don Juan Ruiz de Cabañas y Crespo a Guadalajara. El primer proyecto del obispo fue construir un alberge para huérfanos, ancianos y desamparados que también funcionara como taller, donde los niños aprendieran un oficio que les ofreciera un mejor y más digno futuro, para tal efecto, eligió a uno de los mejores arquitectos de la época, el español Manuel Tolsá. La construcción se inició en 1805, bajo la dirección del alarife José Gutiérrez, y cinco años después, aun sin concluir, la entonces llamada “Casa de la Misericordia abrió sus puertas a los primeros huérfanos y desvalidos para educarlos y alimentarlos.
Se terminó en 1845
El benefactor más importante fue don José Matute. Sin embargo, en 1810 estalla la Independencia de México y la “Casa de la Misericordia padecen las consecuencias. Las tropas de ambos bandos la ocuparon y el ella se alojaron soldados, caballos y armas, incluso mucho tiempo después de consumada la Independencia. No obstante, en 1829, el edificio reanudó su misión humanitaria, y finalmente el proyecto de construcción original se terminó en 1845. A partir de ese momento, el entonces gobernador de Jalisco Antonio Escobedo, le llamó Hospicio Cabañas en honor a su fundador.
Nuevas istalaciones
En 1859 llegan de España las Hermanas de la Caridad, quienes se hacen cargo de la administración, llevándolo a la época de mayor resplandor: se reunieron a 3 mil niños huérfanos y a 500 familias pobres. Pero el hospicio continuó envuelto en los cambios políticos de la nación, entre ellos las Leyes de Reforma que hicieron que pasara a manos del gobierno. Más adelante, con el estallido de la Revolución, el país entró en caos y lo mismo ocurrió en las labores del Hospicio Cabañas, que albergaba a 770 asilados. Una vez concluida la lucha revolucionaria, el hospicio continuó sus labores de asistencia social hasta 1980, cuando los niños asilados fueron trasladados a nuevas y más cómodas instalaciones, así el edificio cerró su ciclo de orfanato. En 1983, el ahora llamado Instituto Cultural Cabañas se convirtió en museo y centro de promoción cultural.
Los murales de José Clemente Orozco
Rodríguez Corona, comenta que a finales de 1937 el pintor José Clemente Orozco es contratado por el gobernador de Jalisco para decorar los muros y las bóvedas de la Capilla mayor. Orozco pintó 57 murales. En el primer mural sobre la ventana, nos transporta hasta la época prehispánica, su pincel plasma a la poderosa y temible Cuatlicue, madre de todos los dioses aztecas; a los pies de Cuitlacue se aprecian dos sacrificios humanos; el barco que se encuentra sobre la puerta representa el descubrimiento de América; y el de la derecha, la conquista. La ventana del lado sur nos transporta hasta el siglo XVI cuando llegaron los primeros españoles que causaron temor; ante los ojos del pueblo azteca no eran de carne y hueso, sino dioses o máquinas-por las armaduras.- Por eso, Orozco los representa mecanizados; la ventana norte está dedicada a dos pilares del arte español: Cervantes a la izquierda y El Greco a la derecha.
Más simbolismo
En la parte de arriba se encuentra un caballo mecanizado, que visto de perfil avanza ciego como una locomotora, Orozco no quiso pintarlo con realismo para que pudiéramos comprender a través del lenguaje de la pintura, cómo el español y el caballo llevan ventaja sobre la conquista en este renglón. En el segundo mural se aprecia la lucha sobre la conquista. En el tercer fresco se ve a un Cortés, mitad máquina y mitad humano. Aquí, el maestro Orozco nos plantea aquella teoría: “Para los aztecas, Cortés era un Dios sin corazón, sin sangre y sin huesos. ”A los pies de Cortés se encuentra la raza Azteca ya conquistada; el ángel que vuela sobre la cabeza del conquistador es la victoria española. En la parte superior del siguiente mural hay una explosión violenta: dos culturas se encuentran, una europea que ya conocía la rueda en forma mecánica y la otra cuya fortaleza estaba en su religión. La rueda también representa el progreso y la tecnología, aunque cada día que transcurría, los aztecas no solo empezaron a perder sus dioses, sino también costumbres, valores culturales y tradicionales.