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martes, 4 de febrero de 2025

 


by Renato Consuegra

Ciudad de México, a 4 de febrero de 2024


Los empresarios mexicanos han recibido un respiro de 30 días tras la decisión de Estados Unidos de suspender la imposición de un arancel del 25% a los productos importados desde México. Sin embargo, esta pausa no es más que un compás de espera en un escenario donde la incertidumbre sigue reinando porque nadie tiene certeza sobre qué pasará después de este mes de tregua. Pero quizá si se pueda prever cuáles serán los sectores más afectados y qué pueden hacer las MiPyMEs para resistir este embate.

México ha exportado más de 450 mil millones de dólares en bienes a Estados Unidos cada año en periodos recientes, y más del 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino este país, por lo que la imposición de un arancel del 25% significaría un incremento brutal en costos para los sectores automotriz, manufacturero, agroindustrial y electrónico, pilares fundamentales de la relación comercial entre ambos países.

El sector automotriz, por ejemplo, representa más del 35% de las exportaciones mexicanas y genera cerca de un millón de empleos directos en el país, en una cadena de valor altamente interconectada con la de Estados Unidos y Canadá, que se vería gravemente afectada, encareciendo los vehículos y reduciendo la competitividad de México como centro de manufactura.

El sector agroindustrial tampoco queda exento de la amenaza porque México es el principal proveedor de frutas y hortalizas de Estados Unidos, y un arancel del 25% encarecería productos esenciales como aguacates, tomates y berries, afectando directamente a pequeños y medianos productores. En este contexto, las MiPyMEs, que constituyen más del 99% de las empresas en México, generan el 72% del empleo formal y producen 52 % del PIB, se encuentran en una encrucijada.

México no es el primer país que enfrenta una amenaza arancelaria de esta magnitud. En 2018, la Unión Europea impuso aranceles de represalia a Estados Unidos tras la decisión del gobierno de Trump de gravar el acero y el aluminio. Ante este panorama, países como Alemania y Francia diversificaron su comercio hacia Asia y fortalecieron sus industrias internas para depender menos de los productos estadounidenses. Otro ejemplo es China, que, tras la guerra comercial con Estados Unidos, fortaleció sus relaciones comerciales con países de América Latina y aceleró su inversión en tecnología para reducir su dependencia del mercado estadounidense.

Así que, durante estos 30 días de pausa, los empresarios deben actuar con visión estratégica donde la diversificación de mercados es una alternativa urgente: si bien el T-MEC es clave y ha convertido a México en el principal socio comercial de los Estados Unidos, la experiencia, la calidad de los productos y servicios de nuestros empresarios también son una oportunidad para explorar otros mercados en Asia, Europa y América Latina. La optimización de costos y la digitalización de procesos pueden ayudar a mitigar los posibles impactos. La integración en asociaciones y cámaras empresariales es fundamental para ejercer presión y lograr acuerdos más favorables en las negociaciones internacionales.

También es momento de fortalecer la producción y el consumo interno porque la dependencia de las exportaciones a Estados Unidos es una vulnerabilidad que puede mitigarse fomentando el comercio interregional dentro de México y América Latina. Además, la innovación tecnológica y la automatización pueden hacer a las MiPyMEs más resilientes ante cambios abruptos en los costos de exportación.

Pero no nos engañemos. La decisión final dependerá de la política, no solo de la economía. La relación entre México y Estados Unidos está marcada por factores migratorios y de seguridad que condicionan el libre comercio, porque si bien el gobierno mexicano ha optado por reforzar la presencia de la Guardia Nacional en la frontera norte para frenar el flujo migratorio y el tráfico de drogas, una medida que, aunque favorable para la relación diplomática, podría traer desafíos en otros frentes internos.

La imposición de aranceles sigue siendo un arma política y un recurso de presión para la administración estadounidense, lo que obliga a México a mantenerse alerta y negociar con firmeza. Si bien estos 30 días representan una tregua, no garantizan una resolución definitiva al conflicto comercial.

Las MiPyMEs pueden aprender de casos de éxito internacionales y adoptar estrategias tecnológicas para volverse más competitivas. La digitalización de procesos, el comercio electrónico y la manufactura avanzada pueden hacer que las empresas sean menos dependientes de los mercados tradicionales y más ágiles en la búsqueda de nuevas oportunidades. Por ejemplo, empresas en India y Brasil han aprovechado crisis comerciales previas para modernizarse y encontrar clientes en nuevos mercados emergentes.

De tal forma que, ante este escenario de crisis, el reto para las MiPyMEs es claro: adaptarse o quedar fuera del juego. No es momento de esperar con miedo, sino de actuar con resiliencia, innovar y encontrar alternativas para seguir siendo competitivos, porque la espada de Damocles sigue pendiendo sobre la economía mexicana, y cuando termine la tregua, el desenlace dependerá de qué tan preparados estemos para enfrentarlo.

El empresariado mexicano debe tomar la iniciativa hoy que la incertidumbre es parte del entorno global, y quienes sepan transformar el reto en oportunidad serán los que logren no solo sobrevivir, sino prosperar. Son tiempos interesantes, me dijo un día mi desaparecido compadre Rafael Álvarez-Caborno… si, hoy son tiempos interesantes.

La Espada de Damocles sobre las MiPyMEs

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jueves, 23 de enero de 2025

 




 

 


Ciudad de México, a 21 de enero de 2025


Por Renato Consuegra


El 20 de enero de 2025, cuando Donald Trump asumió nuevamente la presidencia de los Estados Unidos, las alertas de los empresarios mexicanos, especialmente los de las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs), se encendieron. La política proteccionista que el magnate ha defendido a lo largo de su carrera podría poner a prueba la resiliencia de un sector que representa más del 99% de las empresas en México y que es responsable de una gran parte de los empleos en el país con alrededor de 72% según datos del Inegi. Sin embargo, ante esta situación de incertidumbre, se abren también oportunidades que, si se gestionan correctamente, pueden traducirse en un crecimiento sin precedentes para las MiPyMEs mexicanas.

Las palabras de Trump durante su campaña y sus primeros actos como presidente apuntan hacia una intensificación de las barreras comerciales, buscando priorizar el empleo estadounidense y reestructurar acuerdos como el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), parecen construir un panorama desalentador para las MiPyMEs que dependen en gran medida del comercio exterior y las cadenas de suministro transfronterizas. El riesgo de un endurecimiento de las tarifas y la introducción de nuevas restricciones podría afectar su acceso al mercado estadounidense, uno de los más importantes para exportaciones mexicanas, sin embargo, varias empresas mexicanas ya están adaptándose a este cambio de paradigma desde antes y pueden ser un gran ejemplo, aunque hoy ya son consideradas grandes.

Una de ellas, que ha sabido anticiparse a estos retos es Grupo Bimbo, el gigante de la panificación que, pese a su tamaño, ha apostado por la diversificación de mercados desde hace años con su presencia en Asia y Europa, lo que le ha permitido reducir su dependencia del mercado estadounidense. En 2023, la empresa reportó que más del 45% de sus ingresos provenían de mercados internacionales, lo que la coloca en una posición favorable frente a los posibles cambios en la política comercial de Estados Unidos. Este tipo de estrategias es el modelo a seguir para las MiPyMEs, que deben fortalecer su presencia en mercados alternativos y no depender exclusivamente del vecino del norte.

Sin embargo, en este contexto también surgen grandes áreas de oportunidad porque la política proteccionista de Trump puede abrir la puerta a una revalorización de la manufactura local y el consumo de productos nacionales. Las MiPyMEs que logren adaptarse a las exigencias del mercado interno, ampliando su oferta de productos y servicios, pueden encontrar en este cambio una fuente estable de demanda. Muchas de estas empresas podrían aumentar su presencia en mercados locales que históricamente han estado dominados por productos importados, especialmente de Estados Unidos y China. Así que uno de los primeros pasos debe ser el reforzamiento de sus capacidades de innovación, calidad y atención al cliente para aprovechar esta transición hacia lo nacional. Un ejemplo claro es la empresa Dunosusa, que se dedica a la producción y distribución de productos de consumo, y que ha capitalizado el creciente interés por productos mexicanos de calidad. En 2022, esta empresa incrementó sus ventas en el mercado interno un 12% gracias a su estrategia de fortalecer la producción local y apostar por la cercanía con sus consumidores.

Además, el impulso a las cadenas de suministro dentro de América del Norte puede ofrecer una ventaja competitiva a aquellas empresas mexicanas que logren optimizar sus procesos logísticos y de manufactura. La cercanía con Estados Unidos, aunque bajo un entorno más proteccionista, sigue siendo una ventaja en términos de tiempos de entrega y costos comparativos, por lo que las MiPyMEs mexicanas que apunten a ofrecer productos de nicho, de alta calidad y con tiempos de respuesta rápidos podrían encontrar en los cambios de políticas un espacio para diferenciarse y ganar competitividad. Un caso notable es Ternium México, una empresa del sector siderúrgico que, al ser parte de una cadena de suministro transnacional, ha sabido aprovechar la cercanía para mejorar su competitividad frente a mercados como el estadounidense, lo que ha permitido a la empresa incrementar sus exportaciones en un 20% en los últimos dos años, fortaleciendo su base de clientes tanto en México como en otras partes de América.

Otro punto crucial es la necesidad de diversificación porque la dependencia de las exportaciones hacia el vecino del norte es uno de los principales puntos débiles de muchas pequeñas y medianas empresas. En un entorno de mayor incertidumbre política, las MiPyMEs deben explorar nuevos mercados, no solo dentro de América Latina, sino también en otras regiones del mundo, donde existen oportunidades como fortalecer su presencia en mercados asiáticos, europeos y africanos, lo cual se presenta como una estrategia válida. Para ello, el gobierno mexicano, junto con organismos de apoyo a las empresas, deberá impulsar políticas que faciliten el acceso a estos nuevos destinos, ofreciendo plataformas de comercio internacional, información sobre regulaciones y apoyos financieros. Por ejemplo, Comex ha logrado expandir su presencia en Asia y Europa, diversificando sus exportaciones y reduciendo su vulnerabilidad ante cambios en las políticas comerciales estadounidenses.

Sin embargo, para lograr superar estos desafíos y aprovechar las oportunidades, las MiPyMEs deben tomar acción y el primer paso es fortalecer su competitividad. Esto implica no solo mejorar la calidad de sus productos y servicios, sino también optimizar sus procesos internos, hacer uso de la digitalización para llegar a nuevos consumidores, y adoptar tecnologías que les permitan ser más eficientes y ágiles. Empresas como Kio Networks, que se dedica a la gestión de infraestructura tecnológica, han demostrado que la digitalización es clave para mantenerse competitivos en un entorno cambiante. De hecho, la firma reportó un crecimiento del 18% en 2023 gracias a la implementación de soluciones digitales en su operación.

El segundo paso es la colaboración. Las MiPyMEs mexicanas deben unirse, formar redes de apoyo y asociaciones que les permitan compartir costos, conocimientos y mejores prácticas. Las alianzas con otras pequeñas y medianas empresas pueden ser clave para superar las barreras comerciales, ya que les permite acceder a economías de escala y aumentar su competitividad frente a actores más grandes. Un ejemplo de este tipo de colaboración es el caso de ANPEC (Asociación Nacional de Pequeños Comerciantes), que ha facilitado la creación de una red de distribución para más de 50,000 pequeñas empresas en México, lo que les permite ofrecer productos a precios competitivos.

Por último, una estrategia fundamental será el manejo adecuado de la incertidumbre económica, uno de los grandes enemigos de las MiPyMEs. Enfrentarla requiere una planificación financiera robusta, con una clara gestión de riesgos. Es vital que las empresas mexicanas tengan acceso a información de calidad sobre las políticas exteriores de Estados Unidos, así como a instrumentos de cobertura y financiamiento que les permitan protegerse de fluctuaciones inesperadas. Un ejemplo de ello era ProMéxico, que ofrecía programas de apoyo a las MiPyMEs para acceder a fondos de inversión y herramientas de cobertura cambiaria y hoy tienen que navegar prácticamente sin acompañamiento en el mar de la incertidumbre, pero es preciso que se logre generar, pronto, un organismo parecido.

De tal forma que, aunque la política proteccionista de Trump representa un reto para las MiPyMEs mexicanas, también abre un abanico de oportunidades a las empresas que sepan adaptarse, innovar, diversificar y colaborar; todas ellas tendrán la posibilidad de crecer, tanto a nivel nacional como internacional porque el cambio es inevitable, pero con las estrategias correctas, las MiPyMEs pueden convertir los desafíos en peldaños hacia el éxito.

Oportunidades escondidas tras la tormenta Trump

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