** El vecino Leopoldo Acosta dice que por los datos técnicos dados a conocer en ese entonces por el GCDMX, éste proyecto sería más novedoso que útil para resolver de manera integral el problema del transporte y movilidad en Cuautepec
Leopoldo Acosta García advirtió desde el pasado 8 de febrero a la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, que la construcción sin más del Cablebús en Cuautepec podría ser “un error catastrófico” por ser un proyecto que se hizo sin considerar en su conjunto la dinámica de la vida social, “que no dé una solución del tamaño requerido (y) que solo sea novedoso”, volviendo “al viejo problema del criterio gubernamental, que tutela a una población que se considera menor de edad”.
En el documento sellado por el área de recepción documental de la Coordinación General de Atención Ciudadana, Acosta García dio a conocer que sus comentarios sobre el proyecto están sustentados en sus estudios profesionales como ingeniero mecánico y psicólogo social, además de que “por convicciones políticas profundas estoy afiliado a Morena y creo no se me podrá acusar de ser un boicoteador de su gobierno”.
Y le da a conocer sus argumentos contra el proyecto de esta forma, basada en los datos de una nota periodística cuando se anunció el proyecto: Si “el tiempo de recorrido se estima en 46 minutos, se viajará a una velocidad promedio de 12.26 km/h, muy lejos de la velocidad permitida en la ciudad y de las posibilidades de la técnica moderna, y más si se considera que el Cablebús tendrá su propia vía”.
Agregó: “La nota dice que se moverán 4,000 personas por hora en cabinas con cupo para 10, es decir, que si las cabinas partieran una a una, se requerirían 6.6 cabinas cada minuto, o un tren de 33.3 cabinas cada 5 minutos, lo cual técnicamente resulta complicado, sobre todo por el ascenso y descenso ordenado”.
Para Acosta García otro gran inconveniente es la distancia promedio proyectada entre estación y estación (2.35 km); esta distancia deja fuera a mucha gente que tendría que pagar pasaje a la estación más cercana o utilizar otro medio de transporte hasta su destino final, con lo cual el problema actual seguiría igual o se empeoraría; amén de que el valle de Cuautepec es muy grande y se requerirían muchos ramales o dejar fuera del servicio a la mayor parte de la población.
Pero lo más impresionante es su costo estimado de 3 mil millones de pesos, que “muy probablemente no solucionará el problema de fondo”, mientras que, con ésta inversión, “se podrían hacer maravillas y solucionar realmente el problema del transporte y muchos en Cuautepec al mismo tiempo”, como son la alta incidencia delictiva y otros problemas sociales graves tales como la lejanía de los servicios educativos y de salud de alto nivel (CU nos queda al otro lado de la ciudad y el hospital general de zona de IMSS en Azcapotzalco)”.
Problema aparte que ya ha causado muertes es el control de las aguas pluviales, cuya solución podría conjugarse con la construcción de vías para el transporte y, así, “matar dos pájaros de una pedrada”.
Por lo que preguntó a la Jefa de Gobierno: “no sé qué especialistas residentes en Cuautepec hayan intervenido en el diseño del proyecto, pero si se hizo sin considerar en su conjunto la dinámica de la vida social en Cuautepec, creo que aún es tiempo de reconsiderarlo. O si inclusive se hizo con gente puramente externa regresamos al viejo problema del criterio gubernamental, que tutela a una población que se considera menor de edad”.
En el documento sellado por el área de recepción documental de la Coordinación General de Atención Ciudadana, Acosta García dio a conocer que sus comentarios sobre el proyecto están sustentados en sus estudios profesionales como ingeniero mecánico y psicólogo social, además de que “por convicciones políticas profundas estoy afiliado a Morena y creo no se me podrá acusar de ser un boicoteador de su gobierno”.
Y le da a conocer sus argumentos contra el proyecto de esta forma, basada en los datos de una nota periodística cuando se anunció el proyecto: Si “el tiempo de recorrido se estima en 46 minutos, se viajará a una velocidad promedio de 12.26 km/h, muy lejos de la velocidad permitida en la ciudad y de las posibilidades de la técnica moderna, y más si se considera que el Cablebús tendrá su propia vía”.
Agregó: “La nota dice que se moverán 4,000 personas por hora en cabinas con cupo para 10, es decir, que si las cabinas partieran una a una, se requerirían 6.6 cabinas cada minuto, o un tren de 33.3 cabinas cada 5 minutos, lo cual técnicamente resulta complicado, sobre todo por el ascenso y descenso ordenado”.
Para Acosta García otro gran inconveniente es la distancia promedio proyectada entre estación y estación (2.35 km); esta distancia deja fuera a mucha gente que tendría que pagar pasaje a la estación más cercana o utilizar otro medio de transporte hasta su destino final, con lo cual el problema actual seguiría igual o se empeoraría; amén de que el valle de Cuautepec es muy grande y se requerirían muchos ramales o dejar fuera del servicio a la mayor parte de la población.
Pero lo más impresionante es su costo estimado de 3 mil millones de pesos, que “muy probablemente no solucionará el problema de fondo”, mientras que, con ésta inversión, “se podrían hacer maravillas y solucionar realmente el problema del transporte y muchos en Cuautepec al mismo tiempo”, como son la alta incidencia delictiva y otros problemas sociales graves tales como la lejanía de los servicios educativos y de salud de alto nivel (CU nos queda al otro lado de la ciudad y el hospital general de zona de IMSS en Azcapotzalco)”.
Problema aparte que ya ha causado muertes es el control de las aguas pluviales, cuya solución podría conjugarse con la construcción de vías para el transporte y, así, “matar dos pájaros de una pedrada”.
Por lo que preguntó a la Jefa de Gobierno: “no sé qué especialistas residentes en Cuautepec hayan intervenido en el diseño del proyecto, pero si se hizo sin considerar en su conjunto la dinámica de la vida social en Cuautepec, creo que aún es tiempo de reconsiderarlo. O si inclusive se hizo con gente puramente externa regresamos al viejo problema del criterio gubernamental, que tutela a una población que se considera menor de edad”.