Quienes dejan su país para mejorar sus condiciones de vida a cambio de trabajo arduo son la más eficiente fuerza de crecimiento que un país puede tener, por lo que deben eliminarse el racismo y el patrioterismo y facilitar su adaptación, señala Experto CETYS
No hay nada tan vigorizante y dinámico para una economía que la migración. Se trata de un fenómeno social que ha logrado consolidar países tan prósperos y ricos como Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, por mencionar algunos ejemplos. Probablemente esto ocurre porque la gente que emigra de sus países para buscar una mejor calidad de vida está decidida a dar su mejor esfuerzo por conseguir su anhelo.
“Quien sale de su país para mejorar sus condiciones económicas a cambio de trabajo arduo y voluntad de adaptación es la más rentable, disciplinada y eficiente fuerza de trabajo que un país puede tener”, señaló el Dr. Luis Güemez Ortiz, docente de la CETYS Graduate School of Business, Campus Mexicali.
Los mexicanos que trabajan en los Estados Unidos, añadió, son una muestra muy clara de lo que se puede lograr en un país que, más allá de sus contradicciones internas al respecto, necesita desesperadamente de la inmigración. Pocas cosas le han dado más riqueza a la principal economía del mundo que la mano de obra mexicana que emigró a ese país por no encontrar en México oportunidades de crecimiento económico y social.
Es el mismo caso con los peruanos que emigran a Chile para trabajar, los turcos que van a Alemania, o los ecuatorianos que van a España.
La influencia de la inmigración no incide sólo en la agricultura o en la industria restaurantera o de alimentos; basta ver los niveles más altos de los organigramas y los consejos de administración de las grandes empresas públicas norteamericanas para notar que la influencia impacta en todas las áreas y no solamente en trabajos operativos; también donde se toman las grandes decisiones de las empresas que están moviendo al mundo.
“En ese sentido, también México tiene una gran oportunidad, principalmente en la frontera norte, donde podemos tener a lo mejor de Centroamérica y del Caribe contribuyendo con su trabajo y creatividad, a lograr el tan anhelado incremento de la productividad laboral que haga que el crecimiento de la economía, por fin, deje de ser mediocre”, destacó el académico.
Precisó que, para lograrlo, es necesario desarrollar una visión incluyente de largo plazo, así como políticas públicas migratorias y económicas claras y bien encaminadas hacia conseguir ese objetivo.
“No se trata de subsidiar o mantener a nuestros hermanos latinoamericanos. Tampoco de tolerar actos delictivos u otras conductas negativas en la población migrante, pero sí de otorgarle a personas con buenos antecedentes, mediante adecuadas negociaciones diplomáticas con los países expulsores, todas las facilidades para integrarse a la vida mexicana”.
De esta forma, México cambiaría su rostro económico y social en el mediano plazo. En este panorama, es de suma relevancia el papel del ciudadano habitante de la franja fronteriza que está albergando a la población migrante.
“Es muy importante tomar conciencia y no dejarnos llevar por el racismo y el patrioterismo. Principalmente en la frontera con Estados Unidos, las empresas industriales ofrecen gran cantidad de posiciones laborales, en las que tanto mexicanos como migrantes pueden desarrollarse y cimentar una mejor vida, y qué mejor que lo hagan quienes tienen las ganas de superarse, de crecer y de demostrar que este país puede ser el suyo también”, concluyó el docente.
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