Sólo con una logística perfecta es posible que en 17 días se realicen 339 justas deportivas en 33 diferentes disciplinas, con 11,326 atletas representando a 206 países, compitiendo para ganar una de las más de mil medallas en disputa
Los Juegos Olímpicos son el evento deportivo más grande del mundo. En ellos participan más atletas y espectadores que en cualquier otro acontecimiento atlético, por lo que además se catalogan como uno de los acontecimientos más vistos a nivel mundial.
Pero, para llevar a cabo esta fiesta deportiva es necesaria la intervención de muchos más que atletas y entrenadores, pues requiere de una fina gestión operativa para definir los horarios de todas y cada una de las competencias, y que además estos coincidan con las necesidades de las televisoras que a nivel mundial poseen los derechos de transmisión.
Al mismo tiempo es necesario cubrir todos los requerimientos del Comité Olímpico Internacional (COI), para que los miles de atletas competidores cuenten con las facilidades y dispongan de todos los elementos necesarios para su óptimo rendimiento; y como si todo esto fuera poco, también se debe asegurar un adecuado nivel de servicio a los millones de turistas que acuden a presenciar las diferentes competiciones.
Es por esto que “le puede tomar a una ciudad que quiere ser sede de los Juegos Olímpico casi una década, estar lista para ser anfitriona de un evento como este, que debe tener pautas y lineamientos estrictos para poderse llevar a cabo”, indicó la Dra. Bertha Martínez Cisneros, coordinadora de la Licenciatura en Logística Internacional de CETYS Universidad Campus Mexicali.
Por ejemplo, el Contrato de Requisitos Operativos para la Ciudad Anfitriona del COI es tan detallado que contempla desde el número de asientos necesarios en cada lugar hasta los diferentes grados de iluminación que empleará cada cámara para retransmitir los eventos.
Tokio construyó ocho sedes específicamente para los Juegos a un costo de alrededor de 3 mil millones de dólares, incluido el Estadio Olímpico que tiene una capacidad de 68 mil espectadores. Pero también tuvo que instalar estaciones meteorológicas en los lugares en donde se llevarían todas las competencias al aire libre 3 años antes de los juegos, para recolectar información que usaría el COI para su programación de eventos.
Para esta edición olímpica, el COI había solicitado que se reservaran 41 mil 177 cuartos de hotel para autoridades deportivas, socios comerciales y diversos invitados oficiales al evento. Este número representaba aproximadamente el 50% de la capacidad hotelera de la ciudad, por lo que el comité organizador había considerado que cruceros atracaran en la Bahía de Tokio para que fueron utilizados como hoteles.
“Claro, ni el COI ni el comité organizador nipón tenían en consideración la pandemia que a partir de enero del 2020 amenazó la realización de los Juegos Olímpicos de Tokio, que prohibiría la entrada de espectadores a los encuentros deportivos y que terminó por posponerlos un año, tras el anuncio oficial emitido en marzo del 2020”.
Tras dicho anuncio, toda la logística del evento debió ajustarse para atender los protocolos de salud necesarios, para garantizar la salud e integridad de todos los involucrados.
Así, tuvieron que desarrollarse manuales para atletas, entrenadores, medios de comunicación, integrantes de las federaciones deportivas, voluntarios y familiares de los atletas, indicándoles los protocolos a seguir antes, durante y después de los juegos olímpicos, sus responsabilidades como participantes de los Juegos y las reglas que deben seguirse, comenzando 14 días antes del viaje, así como la entrada a Japón, durante los Juegos y la salida.
También, las delegaciones olímpicas de cada país hicieron cambios logísticos importantes. Durante el mes de julio cientos de contenedores que se dirigían a Japón estaban llenos de artículos como cubre colchones, sábanas, mantas, almohadas, fundas de almohada y toallas, para uso de los atletas y funcionarios que se alojarían en la Villa Olímpica.
La mayoría de los equipos viajó con sus propias bebidas de recuperación y paquetes de bocadillos, gestionando cada uno su propia forma de transportarlos. Empacar para unos juegos olímpicos en pandemia ha significado agregar al equipo deportivo y uniformes, una nueva categoría de artículos relacionados con el COVID-19.
A Tokio se enviaron un millón de mascarillas, delantales y cubrezapatos desechables, junto con miles de litros de alcohol y desinfectantes de manos. Por ejemplo, los cinco contenedores del equipo olímpico australiano incluyen 75 mil mascarillas, 544 botellas de desinfectante de manos y 40 mil toallitas desinfectantes.
“Sin duda, estos juegos olímpicos pusieron a prueba lo que será la logística de eventos masivos y deportivos dentro de la nueva normalidad. Vemos cómo los atletas aparecen con cubrebocas, cómo no pueden saludarse unos a otros, cómo en las ceremonias de premiación son ellos mismos quienes se cuelgan su medalla y estadios vacíos sin público que aplauda sus victorias. Pero sin duda, son los juegos de la esperanza, de la resiliencia que demuestran la capacidad de adaptación y superación que tenemos los seres humanos”, concluyó la coordinadora.
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