Cuando cursaba la Carrera de Medicina en la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), el Dr. Daniel Manzur Sandoval nunca se imaginó estar en medio de una pandemia como la que se vive con el Covid-19.
Egresado de la UAG en el 2009, actualmente trabaja en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez y el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), dos centros hospitalarios que han atendido a un buen número de pacientes infectados con el Covid-19.
“A mí me tocó de estudiante de medicina la epidemia de la Influenza y la verdad recuerdo que hasta suspendieron las clases, yo ya estaba casi por terminar, pero probablemente uno no magnifica el contexto”, recordó.
“Lo que sucedió ahora es algo sin precedentes, al menos en la historia moderna y yo creo que la verdad nunca me lo imaginaba”.
Cuando se comenzaron a propagar los casos en México, el principal miedo del Dr. Manzur fue enfrentarse a una enfermedad desconocida, sin tratamiento, pero gracias a su profesionalismo y convicción por ayudar a los demás, superó su temor y comenzó a salvar vidas en el área de terapia intensiva, donde se ven a los pacientes más críticos.
Con el paso del tiempo, el egresado de la UAG ha aprendido mucho de este gran reto, el cual, al final de cuentas, también le ha dejado muchas satisfacciones.
“Al final, sacar adelante a un paciente es lo más satisfactorio, porque nos ha tocado ver casos gravísimos, gente joven y, la verdad, cuando los logramos sacara delante y se van a su casa, al final de cuentas es lo que nos toca hacer, pero siempre por dentro te quedas con esa gran satisfacción de hacer las cosas bien”, expresó.
Además de ayudar a los pacientes a superar la enfermedad, otro punto destacable es la unión del personal de salud en ambos hospitales que se logró a partir de la pandemia.
Como el Dr. Manzur, existen cientos de egresados de Medicina de la UAG que han estado en el primer frente de batalla en la lucha contra el Covid-19.
Exitosa trayectoria
Nacido en la ciudad de Tampico, Tamaulipas, pero radicado por muchos años en San Luis Potosí, el Dr. Daniel Manzur comenzó su formación universitaria en el 2005 en la Facultad de Medicina de la UAG.
Gran parte de la decisión de estudiar esta carrera se lo debe a sus padres, quienes también estudiaron Medicina en esta casa de estudios.
Luego de culminar su carrera continuó su especialización. Fue así como en el 2012 comenzó su Especialidad en Medicina Interna en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, donde el último año fue nombrado Jefe de Residentes y estuvo a cargo de cerca de 200 médicos.
“La labor es básicamente coordinar todo lo que involucra la parte de enseñanza, organizar roles, la parte asistencial, también es bien importante que los residentes no tengan algún problema personal, estar cerca de ellos, de alguna manera te ven como una figura cercana”, afirmó el egresado de la UAG.
“Es un año pesado, en el sentido que son como tres cuatro trabajos al mismo tiempo, pero al final es algo muy satisfactorio, bueno a mí personalmente siempre me ha gustado mucho esta parte de estar cerca de los residentes, enseñarles, y para mí fue un año muy enriquecedor”
Posteriormente, en el 2016 inició la Especialidad de Cardiología Clínica en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez, donde fue Subjefe de Residentes.
Para el 2019 inició la Alta Especialidad en Terapia Intensiva Cardiovascular en el mismo instituto.
Actualmente es Médico Adscrito a la Unidad de Terapia Intensiva Cardiovascular en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez y también es Médico Adscrito del Departamento de Urgencias en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias.
Además de brindar sus servicios como médico, el Dr. Manzur también se ha dedicado a la investigación, pues continuamente realiza publicaciones de sus hallazgos médicos.
Su paso por la UAG
Uno de los recuerdos más importantes del Dr. Manzur durante su paso por la UAG fueron las amistades que pudo hacer en la biblioteca del Instituto de Ciencias Biológicas.
Y es que, después de sus clases, iba todos los días a la biblioteca, donde pasaba horas estudiando y haciendo amistad con sus compañeros.
Aunque reconoce que su fuerte nunca fue memorizar las cosas, supo que era más importante saber analizar, comprender y aplicar los conocimientos, así fue como egresó con un destacado promedio de 9.84.
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