En México, anualmente se registran alrededor de 170 mil infartos cerebrales y 9 de cada 10 casos se deben a factores modificables como el tabaquismo (1), dejando secuelas graves e incluso provocando la muerte en algunos casos.
Las secuelas de un Accidente Cerebrovascular (ACV), conocido popularmente en México como “derrame cerebral”, pueden variar desde leves hasta severas, y pueden incluir parálisis, problemas de raciocinio, del habla, problemas de visión, y problemas en la coordinación motora.
Un ensayo clínico realizado por varios investigadores entre ellos, neurocirujanos del Hospital Houston Methodist, sugiere que la interfaz cerebro-máquina ofrece mayores beneficios para los sobrevivientes de un accidente cerebrovascular.
“Aquellos de nosotros que hemos estudiado el cerebro durante tantos años hemos anticipado que sus poderes combinados con la robótica y la interfaz cerebro-máquina podrían ofrecer beneficios inimaginables a los sobrevivientes de accidentes cerebrovasculares y otros pacientes con lesiones cerebrales”, explicó el Dr. Robert Grossman, Médico Neurocirujano y Profesor de Neurocirugía del Hospital Houston Methodist. “Este estudio es sólo el comienzo de lo que será posible para tratar accidentes cerebrovasculares, lesiones de la médula espinal y otras lesiones cerebrales traumáticas en el futuro.”
El ensayo implicó entrenar a sobrevivientes de accidentes cerebrovasculares con movimiento limitado en un brazo para usar una interfaz cerebro-máquina (BMI), que es un programa de computadora que captura la actividad cerebral para determinar las intenciones del sujeto y luego activa un exoesqueleto o dispositivo robótico adherido al brazo afectado para moverse en respuesta a esas intenciones.
Las pruebas de este estudio mostraron que la mayoría de los pacientes retuvieron los beneficios durante al menos dos meses después de que terminaron las sesiones de terapia, lo que sugiere el potencial de ganancias duraderas.
El uso de la robótica en la rehabilitación no es nuevo, de acuerdo con los investigadores, pero el ejercicio asistido por robot generalmente no involucra al usuario, lo cual es fundamental para aprovechar la plasticidad del cerebro y permitir que los pacientes vuelvan a aprender el movimiento.
“Este proyecto asegura que el cerebro esté involucrado en el proceso. Sabemos que, si el brazo se mueve, es porque le están ordenando que se mueva. Ese es un concepto muy poderoso”, dijo José Luis Contreras-Vidal, director del Laboratorio de Sistemas de Interfaz Cerebro Máquina No Invasiva de la Universidad de Houston. Al evaluar a los sujetos durante un período de tiempo antes de que comenzara el ensayo, los investigadores pudieron asegurarse de que cualquier cambio o mejora se debiera a la intervención. Además de un mejor movimiento del brazo, los investigadores informaron que los sujetos también mostraron mejoras en el uso de sus manos.
Este estudio es una forma novedosa de medir lo que está sucediendo en el cerebro en respuesta a la intervención terapéutica. Este estudio sugirió que ciertos tipos de intervención, en este caso utilizando el robot superior, pueden hacer que ciertas partes del cerebro desarrollen la intención de moverse. En el futuro, esto significa que se pueden aumentar los programas de terapia existentes prestando más atención a la importancia de involucrar ciertas partes del cerebro que pueden magnificar la respuesta a la terapia. El ensayo se extendió por un período de varios años, en parte porque tomó tiempo encontrar sujetos que cumplieran con los criterios y que estuvieran interesados en participar y fueran capaces de comprometerse con el tiempo requerido. Finalmente, se inscribieron 10 personas entre las edades de 41 y 71 años.
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