POR ALFREDO ARNOLD MORALES
Académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara
Como en el ciclo biológico de los seres vivos, las noticias nacen, crecen, se reproducen y mueren. Con este axioma (suponiendo que fuera axioma) acostumbro iniciar mis cursos de Periodismo Informativo.
Nacen cuando difundimos por primera vez el hecho noticioso; crecen, dependiendo de su importancia y el seguimiento que les demos, y se reproducen, es decir, del tema original van surgiendo otros asuntos que por sí mismos generan interés.
La noticia del coronavirus se desarrolló lentamente en México. A finales de enero, cuando el asunto ya tenía dimensiones catastróficas en Wuhan, China, aquí estábamos perplejos por la inesperada muerte de Kobe Bryant. Las noticias que llegaban de Italia y España nos comenzaron a inquietar, y a partir de la segunda semana de marzo se convirtió en tema de primera plana. Durante dos meses ha sido la “nota de ocho”.
La noticia nació, creció y se ha reproducido de manera exuberante. Estos son algunos temas que, como ramas de árboles, nacieron del tronco del coronavirus:
La llegada de la pandemia a México; devastación en Estados Unidos y evolución en otros países; discrepancia entre las estrategias adoptadas por autoridades de distinto nivel; confrontación por las cifras oficiales de la pandemia; afectación de la economía y pronósticos de los expertos; pérdida de empleos; cierre de negocios grandes y pequeños; lista de empresas indispensables; la educación a distancia; el comercio electrónico; el trabajo en casa, home office; Comité de bioética (atender a los jóvenes y rechazar a los viejos); avances en la fabricación de la vacuna y fármacos; proliferación de fake news en redes sociales; afectación al deporte, cancelación de Juegos Olímpicos y suspensión del futbol; apoyo a micro empresarios con créditos del Gobierno; facilidades de los bancos a sus clientes; choque político entre el Gobierno y las cúpulas empresariales; la salud física y psicológica durante la cuarentena; desactivación del turismo en plenas vacaciones; mutación y rebotes del virus; personalidades infectadas; reconversión de hospitales; importación de equipo médico; agresiones al personal de salud; aplicación de ley seca y toque de queda; escasez y carestía de productos básicos; cierre de iglesias; manifestaciones de gremios inconformes; aplicación de los Derechos Humanos; el Día de las Madres en el marco de la crisis sanitaria, etcétera. Todo ello, aderezado con teorías, consejos, comentarios, conferencias, foros y otras formas de comunicación.
Algunos de los temas mencionados podrían seguir vigentes aun cuando la noticia central del Covid-19 pasara a segundo plano. Seguramente la reactivación económica, el desempleo, el recuento de daños y la entrada a la “nueva realidad” serán los asuntos prioritarios.
En resumen, la noticia del coronavirus nació, creció y se ha reproducido en abundancia. Esperemos que llegue a su fin no por falta de interés de la población, sino porque la emergencia y el peligro hayan sido efectivamente desterrados.
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