martes, 15 de octubre de 2019

Fabula Los monos y el búho


Por Héctor Medina Varalta

   En una playa, a la orilla del mar, bajo los inclementes rayos del sol dos monos discutían acaloradamente.
-           Yo soy más inteligente que tú, pues conozco la isla como la palma de mi mano.

-           Conocer el lugar donde uno vive no tiene ninguna gracia. En cambio, yo he atravesado el otro lado del mar, conozco la civilización y cuando gustes puedo dar una cátedra de mis conocimientos. Estoy seguro que cuando tu grupo escuche lo que yo sé, me otorgará el título de sabio.

   Como ambos monos eran líderes, los que les seguían, como muestra de solidaridad, aplaudían y lanzaban chillidos de contento. La noche sorprendió a los monos quienes continuaban discutiendo. La voz del búho interrumpió el debate.


-           Es triste, ustedes que son guías, en vez de emanar luz, esparcen tinieblas.

   Como sabían que ningún animal era más sabio que el búho, líderes y seguidores lo escuchaban con respeto.

-           ¿Qué quieres decir?- , preguntó uno de los líderes.

   El búho recorrió con los ojos a todos los monos. Su mirada se detuvo en el más pequeño, quien había vivido en la isla vecina y por haber quedado huérfano se mudó a ese lugar.

-           Hijo-exclamó el búho-, tienes un par de meses en esta isla, tiempo suficiente para conocer a ambos líderes. Por favor, con la rama de un árbol dibuja en la arena un par de círculos; hazlos tan grandes como consideres lo que ellos saben.

El monito no sólo dibujó los círculos de los dos líderes, sino que también trazó un tercero. Los dos primeros tenían el tamaño de un coco, apenas unos centímetros hacían la diferencia; y el último era de la dimensión de una enorme roca.

-           Venerable búho- expresó el monito mientras hacía una caravana-, los dos círculos pertenecen a quienes nos guían, el tercero es el tuyo.

-           Me tienes en un concepto muy elevado, hijo. Sin embargo, suponiendo que en cada círculo está encerrado lo que uno sabe, creo que nadie se ha dado cuenta de un simple hecho.

-           ¿De qué cosa hablas- preguntaron en coro-, poderoso búho?

-           Lo que queda fuera de los círculos es lo que nos falta por aprender. Así que ustedes que son guías no se sigan jactando de sus conocimientos, porque si continúan haciéndolo, sus respectivos círculos nunca se extenderán, ni tampoco los más pequeños se beneficiarán. En lo sucesivo, en vez de vanagloriarse mejor compartan sus conocimientos.
   Aquellos líderes no dijeron nada, sólo bajaron la vista a la tierra mientras se alejaban en silencio



Moraleja: quien a gritos proclama ser sabio sólo está demostrando su necedad e ignorancia.

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