
Organizado por la Dirección General de Seguridad Vial de la Secretaría de Transporte, con teoría y práctica en las instalaciones del Macrobús, los conductores aprenden que mover personas es la ciudad es un gran reto, pero sobre todo una responsabilidad, porque implica sortear múltiples factores, y no atenderlos significa pérdidas, no sólo materiales, sino a veces hasta vidas humanas.
Por ello el punto de partida es el estado de salud y el ánimo del conductor, y éste se refleja en aspectos que van desde el trato que se da a los usuarios hasta la velocidad a la que circulan y, se destaca, un vehículo automotor es una arma cuyo calibre va en proporción a la velocidad con que circula y a su tamaño.
Se subraya que la calidad en la movilidad de la ciudad parte de la actitud de cada uno de sus habitantes, y en la práctica un conductor de transporte público debe, entre otros aspectos, analizar en su entorno todo lo que está en movimiento, la infraestructura, condiciones del clima y hasta el estado del piso, y de acuerdo a ello valorar la velocidad a la que puede circular, pues ésta es inversamente proporcional a la posibilidad de que, por ejemplo, una persona atropellada sobreviva.
En la parte práctica los conductores aprenden a identificar los puntos “ciegos” desde una unidad de transporte público, tanto a través de espejos cóncavos como planos, y a bordo de una bicicleta, conocen el equilibrio que debe guardar un ciclista cuando se ve presionado por un automotor en espacios reducidos, así como a experimentar la sensación cuando una unidad los rebasa a mínima distancia.
Igualmente, parte de la práctica consiste en pedalear una bicicleta y sortear diversos obstáculos que simulan un congestionamiento vial, para hacerles hincapié de que en la toma de decisiones intervienen factores como distancia y velocidad.
Este fin de semana acudieron a los cursos conductores de rutas como la 78, 78-C, 636, 612 y 45, así como de la Troncal y Alimentadoras del Macrobús.
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