Tercera parte
El infierno en Auschwitz
Por Héctor Medina Varalta

Los esclavos y los desechables
Estas personas, eran llevadas por personas vestidas de la Cruz Roja a lo que llamaban las “duchas”, eran muy sinvergüenzas porque adornaban con flores y un bello jardín, los metían a un sótano, ahí les pedían que se desnudaran, no sin antes decirles que dejaran muy bien acomodada la ropa para que al salir no se confundieran, intentando de engañarlos para que no se rebelaran. Algunos, en el último momento, se daban cuenta de lo que iba a suceder, y como los prisioneros llevaban dinero en los forros de los abrigos o de los trajes, rompían el dinero, como diciendo: “cuando menos no se van a llevar el dinero estos sinvergüenzas”. El comando que ayudaba en las cámaras los apremiaban diciéndoles que se apresuraran, pues el agua se podía enfriar o a los últimos no les iba a quedar agua caliente. Y los metían en aquellas terribles cámaras de gas, en la que morían en cuestión de minutos. No obstante, había otro Auschwitz, el de los “dioses” en aquel momento, que tenían en su mano la vida y la muerte de seres humanos inocentes, que por capricho podrían matarles, sin que eso supusiera para ellos ni siquiera una pestañeada de arrepentimiento; ese Auschwitz era un sitio para privilegiados, ya que tenían piscina climatizada, un club oficial con los mejores alimentos-el mejor alimento del ejército alemán-, un gimnasio, tenían teatro, tenían cine; el autor quiso reflejar a través de Ernest como era el mundo de los verdugos. En cambio, Rudolf Hess, el comandante de campo que vivía con su familia a pocos metros de donde se cometían estos horrores con un jardín precioso y jugaba con los niños después del “trabajo” pues robaban las pertenencias de los prisioneros al momento de ser arrestados, pues creían que iban a un sitio a trabajar y llevaban su propia comida y algunos eran personas con mucho dinero. Esto es un gran contraste cuando pensamos en el Auschwitz de las víctimas que era un campo de destrucción y muerte, pero al lado del infierno, Hess y su familia vivía en su pequeño Paraíso.
La indiferencia, la gran enfermedad del siglo XXI

Los extranjeros, embajadores del Tercer Reich
Un dato muy curioso acerca de las Olimpiadas en Alemania se dieron antes de que Hitler llegara al poder; antes de celebrarse el Comité Olímpico este les dijo a los alemanes, que tenían que aceptar a atletas judíos y de cualquier raza; el siguiente país que les iba a tocar celebrar las Olimpiadas y no lo llevó a cabo fue Japón. Es increíble que dos de los miembros de los ejes más importantes consecutivamente iban a celebrar las Olimpiadas; Japón era un estado fascista, pero el emperador era “dios” y le rendían pleitesía, pero es curioso que se produjo ese hecho. Las olimpiadas, además de ser el escaparate de Hitler, fue un sitio donde se manipuló a la población, incluso a la alemana, de una manera singular. Como sabían que el deporte era muy fácil de utilizar para manipular a la gente, por primera vez en la historia de las Olimpiadas y de cualquier otro evento de importancia, se grabó en directo y se transmitió en pantallas gigantes en Berlín, que era una cosa muy novedosa en ese momento y también por televisión, que es una cosa que muy pocos saben. Muy pocas personas tenían una televisión en casa en aquella época, pero los nazis pusieron todo el empeño en que la gente conociera lo que pasaba, es decir, como les sucedió a Mario y Eduardo, pues serían embajadores de lo que sucedía en el Tercer Reich. Referente a las víctimas del Holocausto, es muy difícil saber el número exacto de las víctimas del Holocausto, pues sólo se registra a los prisioneros que quedaban en el campo para hacer trabajos forzados, por no decir, matarlos lentamente de hambre y trabajo.
Es muy difícil saber cuántas personas murieron en el Holocausto

Los nazis querían desarraigar a una raza
Todavía se pueden encontrar testigos de Holocausto, por ejemplo, los niños de ese entonces que salían de los pueblos para ver a dónde llevaban a la gente y presenciaban los fusilamientos. Aun así, es muy difícil calcular cuánta gente murió. Por ejemplo, en el grupo de los gitanos, algunos hablan de medio millón y otros aseguran que casi fue un millón, en el grupo de los judíos se habló que fueron hasta 6 millones, ahora se está hablando que fueron entre 9 y 10 millones. La cifra no es tan importante, sino que al final, al matar a un solo hombre, no sólo se mata a ese individuo, sino a toda su estirpe; todos los descendientes que podrían salir se ese hombre ya no saldrán y todos los ascendientes serán olvidados, porque los nazis no sólo querían exterminar a un pueblo o a una raza, querían desarraigarla de la Tierra, que se perdiera de la memoria. Todas estas historias, al final lo que consiste, es devolverles la memoria o la voz a aquellos que los nazis se las quitaron.
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