Por Alberto Estevez Arreola
*La Mano de Alberto Ciurana imponente
La Academia comenzó con la marca del experimentado productor Alberto Ciurana, a todo lujo, con buen ritmo y a tambor batiente en emociones varias, cuasi perfecta. Las voces y sueños de los concursantes crearon una buena Gala, que fue más emotiva al presentar al público televidente un Homenaje a Joan Sebastian muy sentido y luego un Performance con participación de todo el talento Azteca TV incluyendo a la ganadora de Mexicana Universal. Y como ya es costumbre en todas presentaciones de sus telenovelas o programas, ahí estaban una vez más, protagonizando el suceso, los conductores del programa Ventaneando, con Paty Chapoy. Todos muy contentos.
Pero el verdadero protagonista del éxito fue Adal
Ramones, quien sacó algo de psicólogo. Le dio un toque diferente a La
Academia. La levantó, como él dice “arribotota”. Se vio inmejorable con
su estilo y combinando los buenos “puntachos”
en el transcurso de la trama musical, que la hicieron más amena.
La Academia fue diferente, fue Otro Rollo, con
un Ramones muy atinado en su trabajo al grado de que, hablaba con cada
uno de los concursantes, incluso con los tres que quedaron fuera de la
contienda. Esto fue lo muy
positivo, pues permitió que los neo cantantes se sintieran más en
confianza, apoyados y a la vez, permitió un mejor desarrollo de sus
números musicales.
Tres de los aspirantes quedaron fuera y esa fue la parte triste del espectáculo pues pobres chavos iban con todo
y de repente ya no forman parte de este círculo del éxito.
Esperaríamos público y periodistas que la Academia, reconsidere esa
postura. Que permitieran que los expulsados tengan una oportunidad más y
muestren de qué están hechos.
Esto por una razón poderosa. ¿Cuál es? Pues que
estos chicos que no entraron a La Academia, fueron vapuleados con
críticas severas, digamos que fueron correctas pero muy lastimosas.
Luego quedan fuera ¡Que terrible!
Es incluso inaceptable para algunos el hecho de que no hayan
podido expresarse al menos durante los primeros programas.
Los jueces, excelentes tal y como se esperaba: Arturo López Gavito, es quien yo pienso, es el más preparado, por su
experiencia en música y canto. A Gavito le conozco hace
muchos años. El era un alto ejecutivo de una multinacional de discos y
yo reportero del viejo EXCELSIOR.
Horacio Villalobos, súper firme muy certero,
a veces muy duro, hasta rudo que causó tensión, temeridad, entre los
concursantes, sus familiares y amigos, pero se le reconoce lo que sabe.
Eso le pudo un especial matiz
muy atractivo al grado de que nadie se acordó de Lolita Cortés.
Edwin Luna, por su parte comentó varias veces
“estoy de acuerdo con mis compañeros”. Quiso ser menos duro,
porque él vivió la experiencia de ser Académico y se vio ecuánime. Por
su parte la que está convertida en un mujeron, hermosa y con una voz
privilegiada es la muy buena cantante Edith Márquez,
poniéndole su parte interesante a la crítica con sus detalles muy
claros.
La Academia comenzó así con la mano de Alberto Ciurana,
quien como si fuese un cirujano de la televisión operó en La
Academia en su primera noche, para dejarla con nueva vida, nueva
expectativa, muy buen ambiente de los invitados y un Adal Ramones, que
no cambia es el mismo que todos hemos visto siempre:
Excelente.
Se me olvidaba: Chacho Gaytán, talentoso pianista fue el autor del Performance, que gustó a los asistentes.
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