Heriberto Villacaña, relata
su vida: una versión norteña del Dr. Jekyll y Mr. Hyde
"Un
hombre que no educado en el dolor-ha escrito Tommaseo-permanece siempre
niño". Y Séneca: "Nadie me parece más desgraciado que el que no conoció
la desventura. Y no puede ser más verdadera la expresión de Veulliot:
"Ciertas cosas no se ven como deben ser vistas, porque las miran ojos
que no han llorado". Es el dolor el que nos inician en la seriedad de la
vida, el que trunca los sueños y desvanece las fantasías.
Tal es el caso de Heriberto
Villacaña Salazar, pese a ser un hombre de negocios, es un hombre muy sencillo. El mes
pasado presentó el libro La Red. Rescate de
un hijo sin futuro. Sin embargo, el libro lleva el nombre de Mauricio Vaca,
ya que este personaje escribió lo que Villacaña le dictó, como él no es
escritor se le complicó escribirlo. Así que le entregó a Mauricio lo que había escrito
y los testimonios que había recabado, es decir, a sus papás, maestros, coordinadores,
tíos, a personas que les hizo bullyng, a toda la gente, que en cierto modo
dañó, en esa parte difícil de su vida, les pidió que escribieran sobre él sin
pelos en la lengua, que escribieran lo que realmente pensaban sobre él en esa
etapa de su vida. Obviamente, no le fue nada bien, escribieron muchas cosas que
le dolió leerlas. Como no sabía pulir los testimonios y quería hacerlo de una
manera que el lector se enganchara y le llamara la atención, acudió con
Mauricio Vaca.
Investigando la causa
del problema
En
esa época le diagnosticaron Trastorno Límite de la Personalidad, Déficit de
Atención e Hiperactividad y tuvo una lesión. Por esa razón, de joven hizo muchos
destrozos y lastimó a mucha gente. Por eso, cuando revisaba lo que escribía se
desesperaba porque de repente leía y se regresaba, por eso se dijo: “zapatero a
tus zapatos” y le ayudó Mauricio Vaca a escribir el libro. No obstante, pese a
que en la portada del libro no aparece su nombre sino el de Mauricio Vaca no le
interesa tanto, pues como no se considera escritor no le preocupa tanto el
prestigio, sino el mensaje que pretende llevar tanto a los padres de familia
como a las personas afectadas de este trastorno. Heriberto padeció anorexia,
bulimia, alcoholismo, intentos de suicidio, violencia hacia su familia, sin
embargo, tuvo la fortuna de tener a una familia que siempre estuvo al pendiente
de él y de ayudarlo y de investigar la causa de su problema. Por lo tanto, sus
padres se rodearon de mucha gente para ver qué era lo que tenía.
Catarsis
Dicen mis papás que
desde los 7 años me empezaron a notar comportamientos de explosividad
injustificados; llego a la secundaria y con el cambio a la adolescencia se
potencializó. Fue ahí donde pasé esa etapa tan difícil de mi vida. Entonces,
por sugerencias de otras personas, mis padres pensaron que tal vez lo mío fuese
algo fisiológico. Fue así como mis padres me llevaron con una psiquiatra quien
me mandó hacer unos estudios y el diagnóstico fue Trastorno Límite de la
Personalidad debido a una lesión en el cerebro, que hacía qué cuando me enojaba
me comportara haciendo daño de forma inconsciente.
Pese a todo
pronóstico…
La psiquiatra les
dijo a mis padres que mi problema era tan severo al grado que la familia se
pudiera desintegrar; les sugirió que cuando me vieran enojado no se pusieran al
tú por tú conmigo porque les podría causar daño, pues era como echarle gasolina
al fuego. La especialista en salud mental les dijo que tal vez no iba a
terminar la secundaria o que la preparatoria iba a ser muy difícil y una
carrera universitaria era casi imposible. El caso es que, cuando yo tomo la decisión de cambiar de escuela, entré
a estudiar a la Universidad Panamericana; soy graduado de dicha institución
contra todo pronóstico. Lo que veo en la actualidad, es que cada vez los padres
de familia les dedican menos tiempo a los hijos y en ocasiones pueden pensar
erróneamente que las actitudes que yo tuve, las ven en sus hijos y creen que se
les va a pasar, y como en mi caso, puede haber algo de fondo, que cuando se
lleguen a dar cuenta, a lo mejor ya va a ser demasiado tarde.
Educar a base de amor
La consigna fue que
me iban a educar a base de amor, no sin antes enviarme a un hospital
psiquiátrico. No obstante, las personas que me estaban asesorando mi caso no lo
vieron conveniente porque el día que yo saliera del psiquiátrico iba a salir
con rencor, ya que si en esos momentos no me podían controlar, muchos menos
podrían hacerlo con rencor. Mis papás siempre estuvieron tratando de ayudarme
de salir adelante y les estoy muy agradecido. Pude haber hecho cualquier
destrozo, falta de respeto hacia mis papás, violencia hacia ellos, y todas las
noches por más enojados que estuvieran, así me quisieran ahorcar, entraban a mi
recámara me daban un beso y me decían: “Te quiero mucho”. Incluso, a pesar del
amor que me brindaban, en una ocasión al discutir con mi papá lo empecé a
agredir, la situación se salió de control, mi padre puso sus manos en su pecho
y cae al piso. Voy con mi mamá y le digo: “Mamá, tu marido se está muriendo,
atiéndelo”, y me fui. Una vez que se me bajó el coraje regreso a casa y me doy
cuenta que mi papá se encontraba en el hospital y ahí me dirigí. Estaba una tía
en el nosocomio y me dijo: “tu papá te quiere ver” y que me bajara del auto, a
lo que me negué, tanto insistió que accedí. Estoy seguro que la mayoría de los
padres de familia no querían ver a sus hijos. Recuerdo que entré a urgencias y
veo a mi papá en la cama lleno de tubos, oxígeno, suero y demás; al cruzar
nuestras miradas lo único que hizo fue abrirme sus brazos. Me acerqué a él, me
abrazó y me dijo: “te quiero mucho”. Nunca había un regaño o reproche hacia mí
de su parte, al contrario, siempre había una plática o un consejo, y eso me
daba la confianza de que cualquier problema que tuviera podía llegar con toda
confianza con él.
Opiniones opuestas
Es como la educación
de antes. A propósito, una vez unos amigos y yo discutimos, uno de ellos decía
que la educación de antes era estricta, pero estábamos mejor, a lo que
respondí: “en efecto, era estricta, pero te apuesto a que no hubieras llegado
drogado con tu papá como yo lo hice y decirle: “papá, me siento mal, ayúdame. Te
hubiera dado pavor hacerlo porque te iban a meter una chinga”. Además, los
tiempos no son los mismos, antes no había tanta oportunidad de conseguir droga.
Yo tenía la confianza de haber hecho lo que sea y llegar y saber que lo único
que iba a tener era una plática o un consejo. Por esa razón no estoy de acuerdo
con la educación de antes. A la mejor, si uno es pequeño una nalgada a tiempo
vale más.
Amor y comprensión
El libro les puede
ser útil tanto a los padres de familia para que se den cuenta de que existe ese
problema. Puede ser que los padres estén desesperados, pero hay una solución. Asimismo,
el problema no solo es de los padres, también le corresponde a uno echarle
ganas, como en mi caso. Si yo no lo hubiera hecho así y salir adelante, todo
hubiese quedado en el esfuerzo de mis padres nada más. En el texto se van a dar
cuenta también, que los hijos tienen diferentes personalidades y no se pueden y
no se pueden tratar de la misma manera. En mi caso personal, mis padres no me
exigían lo mismo que a mi hermano de en medio, lo importante también es cómo el
amor de mis papás hicieron que mi hermano me perdonara, porque le dijeron que
lo mío era un problema y que me iban a tratar diferente que a él. Es un libro
muy fuerte, que cuando lo tuve entre las manos para autorizar el primer tiraje,
me dio miedo porque sabía cómo me iba a ver la gente al término de la lectura.
Si padeces Trastorno
Límite de la Personalidad, se parte de la Red
Afortunadamente, he
tenido muy buenos comentarios, no he tenido ninguno negativo, únicamente
agradecimiento por haberlo publicado y eso es algo muy bonito. De hecho, una
psicóloga con la que platicaba me dijo que no estuviese narrando mi vida porque
la pueden usar en mi contra. Me imagino que lo mencionó a la hora de pedir un
trabajo y me dije: “con más razón la voy a platicar. Es cuando se me vino la
idea de escribir el libro. Ya hice lo que tenía que hacer: tener un hijo,
sembrar un árbol y escribir un libro. Por el momento el libro solo se puede
encontrar en El Rincón Mochiteco, ubicado en Juan Palomar y Arias 443, local 2,
a cuadra y media de Naciones Unidas, en Zapopan, Jalisco. Las personas que
viven fuera me pueden contactar por medio de Facebook: El Rincón Mochiteco o en
el mismo sitio en La Red Rescate de un hijo sin futuro. Espero que La Red se
extienda y ayude tanto a los padres de familia como a personas con la misma
problemática que tuve y salga algo bueno de ese sufrimiento.
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