Por Héctor Medina
Varalta
“Los oídos no pueden
escuchar ni la lengua
describir las torturas de ese infierno
interior.”
Lord Byron
Con el corazón en la
mano
Kodiak
Bear trata de un pintor adolescente de 17 años que padece una depresión,
ansiedad e ideas suicidas; Wess Dominintz, el protagonista principal, se
percata de que lo están vigilando y persiguiendo. Por lo tanto, se percata de
que su problema se convirtió en un problema de paranoia. Más tarde, se da
cuenta de que no es una paranoia, de que si lo están persiguiendo. En el transcurso
de la novela va tratando de solucionar sus crisis de ansiedad y depresión.
Nuestro
entrevistado confesó que a los 9 años padecía, lo que él llama, vértigo
existencial porque se imaginaba qué iba a pasar después del tiempo, es decir,
eran preguntas ontológicas y filosóficas de metafísica, pues, como todo niño
curioso se preguntaba: “qué iba a pasar después de que el mundo se acabe”, esto
lo ponía muy mal y padeció los primeros ataques de ansiedad. Por esa razón,
Aragón Iriarte considera que también los niños padecen depresión y qué los
padres del niño deben tomarlo muy en cuenta y atenderlo lo más pronto posible.
La literatura no
tiene fronteras
Aunque
el libro está diseñado para jóvenes de 15 años en adelante, además hay unos
contextos algo difícil de entender para los niños, ya que son experiencias que
los jóvenes viven y los niños no se pueden sentir identificados. El libro es
una novela juvenil, pero también lo pueden leer los niños, ya que no aborda
temas fuertes, sin embargo, hay experiencias que solo los jóvenes viven, y
estos se van a sentir más identificados que los niños. No obstante, si un padre
de familia quiere leerle la novela al niño, le puede ir explicando paso a paso
lo que significan las experiencias que vive el personaje. La clasificación de
la novela es juvenil. Algunos autores consideran que la literatura es una sola
y que lo juvenil y literatura para adulto, únicamente los necesitan los
publicistas y los mercadologos para venderlos a cierto sector de la población,
pero la literatura en sí, no tiene fronteras.
Depresión y trastorno
de ansiedad
No
hay suficiente información de la depresión y los demás trastornos mentales, ya
que muchas personas consideran a quienes padecen depresión que son cobardes,
caprichosos, más no es así, pues es una enfermedad biológica, es algo que quien
la padece, aunque sea muy valiente, no puede controlar; las terapias pueden
ayudar, pero solo con medicación. Es imprescindible la medicación porque es una
enfermedad biológica. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la definió como
una enfermedad con todo el significado de la palabra. Si la persona afectada no
se trata la depresión o la ansiedad, se puede complicar más, hasta llevarlo a
las ideas suicidas. Por lo tanto, es muy importante que la sociedad aprenda se
concientice sobre estos tipos de trastornos, que son muy comunes y no los
conocen o no saben cómo definirlos. Una cosa es ver el trastorno de ansiedad o
depresión de forma exterior a una experiencia personal, pues Aragón Iriarte la
vivió, y sabe lo que se siente. Los síntomas van a ser idénticos o muy
parecidos con los lectores que sufran de ansiedad o depresión, pues les va a
llegar un clic donde se van a identificar con el personaje y posiblemente
también con el escritor, pues parte de la historia la vivió en carne
propia.
La depresión lo llevó
de la mano a la escritura
Espero que mi libro
toque corazones, pues, en lo personal estoy en contra de los libros de
superación personal. Esto no quiere decir que soy pesimista sino que el lector
entienda el trastorno de ansiedad o depresión que puede estar viviendo y que lo
viva con una buena calidad de vida, pero siempre, tratándose con un
especialista de la salud mental. En México las tasas de suicidio son muy altas,
por diversos factores, tanto ambientales como psicológicos y biológicos. Por
eso, es muy importante hacerlo notar, sobre todo, en los niños y en los
jóvenes, porque a veces los padres consideran a la depresión, la ansiedad y el
suicidio como temas tabú, ya que consideran como una trascendental en la etapa de la vida de su
hijo o hija. Espero que este libro los ayude a concienciar, así como en las
escuelas, que los estudiantes los lleguen a leer, de que hay personas como
ellos, que no se sientan frustrados o agobiados, pues hay solución para todo.
Por eso, por más oscura esté la noche o más fuerte esté la tormenta, siempre
uno va a salir. Eso es lo que le pasa a mi protagonista: empieza en un estado
de depresión y ansiedad total a un estado de realización donde se da cuenta de
una verdad, en la cual vive muy bien consigo mismo, entiende el concepto de su
vida y, sobre todo, se realiza como el artista que es. En parte, el libro
aborda como viví la depresión en esa etapa de mi vida y traté de plasmar unas
experiencias en mi libro.
Profesionales de la
salud mental
Nuestro
entrevistado mencionó que hay grupos de sin fines de lucro que mucho han mejorado la
calidad de vida de sus miembros como Alcohólicos Anónimos o Neuróticos
Anónimos, pero la depresión no es únicamente de origen psicológico; las
terapias de neuróticos y de alcohólicos pueden ser una parte más de una
terapia. El escritor sugiere que la persona que padezca depresión busque a un
psiquiatra, pues se tiene que medicar, no hay otra solución, es decir, la
depresión puede ser tan grave, que una terapia psicológica no ayuda del todo,
por un momento uno se puede sentir bien, pero el problema biológico va a
continuar. Eso puede ser contraproducente, ya que erróneamente se puede pensar
que no hay solución. Por lo tanto, la depresión se debe tratar con un
psiquiatra y fármacos. A propósito, también la medicación para los trastornos
emocionales para muchas personas es tabú, pues piensan que los medicamentos les
pueden hacer daño. Todo lo contrario, ayudan a superar la depresión y mejorar
la calidad de vida.
Desastre completo
No
es que todos los que padecen depresión deban tomar medicamento, hay que acudir
con un psiquiatra, si él les receta medicamento, adelante; si les dicen que no
lo necesitan, solo terapia psicológica, está bien. Uno mismo no debe
autodiagnosticarse y menos recomendaciones de quien no es profesional, también
pueden acudir con un psicólogo, quien también lo puede canalizar con un
psiquiatra, si así lo amerita el caso, ya que la medicación es indispensable
cuando el trastorno es fuerte. En mi caso personal, estoy tomando un
antidepresivo que me está subiendo el nivel de serotonina y lo voy a tomar por
un tiempo determinado, una vez terminado el tratamiento, voy a llevar una
calidad de vida como una persona “normal”. Me está beneficiando mucho, además,
no crean dependencia ni adicción. Espero que los lectores de tus medio compren
mi libro. Estoy sumamente emocionado con el Premio Gran Angular, que es el más
importante de la literatura juvenil. Me siento súper afortunado. Espero que
quienes lo lean vean que yo era un desastre completo, se identifiquen con el
protagonista y conmigo mismo, busquen ayuda profesional si es que padecen
depresión, ya que yo la padecí así como la ansiedad, y aun así, pude publicar
mi libro y ganar un premio.
Testimonio de vida
Una mala broma, toda
la vida era una mala broma. Como si no fuera suficiente con mi depresión y mis
ataques de ansiedad a mis diecisiete años, mi salud mental estaba siendo
invadida por otro mal, o eso pensé. Estaba casi seguro de que se trataba de las
primeras etapas de una cruel psicosis paranoica. La noche en que lo sospeché no
pude dormir (a decir verdad casi nunca dormía bien). Buscaba en la web cada uno
de los síntomas que sufría, y como buen ansioso llegué a un autodiagnóstico:
experimentaba un trastorno delirante de tipo persecutorio.
Esto había empezado
pocos días antes en un Starbucks. Bocetaba en mi cuaderno unos gorriones que se
veían por la ventana mientras daba sorbos a mi café, cuando de repente sentí
una mirada. De esas que hasta percibes su peso en tu cara. No me atreví a
voltear pues ese ha sido uno de mis infinitos defectos, ser tímido frente a los
extraños a tal grado que solo me centro en lo mío. Pero la molestia que sentía
sobrepasó por mucho a mi tolerancia cuando el individuo al que miraba de reojo
le dio un codazo a su acompañante y comenzaron a cuchichear sin despegar la
vista de mi lugar. Eso fue todo, guardé el cuaderno y me levanté para
observarlos y enfrentarlos. Ambos voltearon en direcciones opuestas en un
intento ridículo por disimular que estaban hablando mal de mí. No lo pensé más
y decidí largarme en ese instante… Kodiak Bear.
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