- El séptimo filme de Asghar Farhadi explora las relaciones humanas a partir del colapso de un joven matrimonio
Desalojar su departamento por estar en riesgo de colapsar fue el detonador que sirvió a Asghar Farhadi para la creación de su más reciente entrega. Especialista de la naturaleza humana, el cineasta regresa a su nativa Irán con actores ya recurrentes en su cine para filmar su séptimo largometraje, que explora nuevamente la relación entre un hombre y una mujer, una pareja de actores que ensaya Muerte de un viajante, de Arthur Miller, interpretando a Willy y Linda Loman, respectivamente.
Ganadora a Mejor Guión en el pasado Festival de Cannes, la cinta El cliente (2016), escrita por el propio realizador originario de Khomeyni Shahr, se suma a la programación de la 61 Muestra Internacional de Cine y se podrá disfrutar del 15 al 20 de noviembre en la Sala 3, Fernando de Fuentes.
Todo parece transcurrir tranquilamente, dentro de lo que implica una mudanza inesperada, cuando el nuevo hogar de la pareja se ve ultrajado por un incidente —plasmado con una sutilidad que no revela nada concreto para el espectador— que poco a poco comienza a habitar cada rincón de sus vidas.
“Cuando una película cuenta la historia de una familia, la casa, obviamente, tiene un papel importante. De nuevo, como en mis películas pasadas, la casa y la ciudad juegan un rol central”. Así lo expresó Farhadi en la conferencia de prensa celebrada en Cannes el pasado mes de mayo.
El incidente, la irrupción de un desconocido al departamento al que se acaban de mudar, hace suponer a Emad (Shahab Hosseini, ganador a Mejor Actor en Cannes) que su mujer fue violada, suposición que se volverá el principal punto de tensión de la cinta. Paulatinamente, la ira, la impotencia, el deseo de venganza y el reconocimiento de una humillación que debilita su condición de hombre, se irán apoderando de Emad hasta llevarlo a tomar decisiones que sorprenderán al espectador.
Elegida para representar a Irán en los Premios de la Academia del próximo año, El cliente logra construir suspenso en un espacio íntimo, como lo es el hogar, que resulta violentado. La consecuencia es una revelación del verdadero vínculo entre sus habitantes, una relación colapsada mucho antes que su primer hogar, el edificio que tienen que abandonar. Farhadi elabora una minuciosa y delicada metáfora de un matrimonio que se estaba cayendo a pedazos sin que los protagonistas se dieran cuenta.
En su crítica para El País, Carlos Boyero expresó que Farhadi “describe todo esto de forma sutil, consciente de la complejidad del ser humano y la mezcla de sentimientos cuando se enfrenta a situaciones límite. Esa comprensión no le impide la dureza ni la lucidez. Siempre sales tocado en su cine. Te perturba lo que te ha contado, su lenguaje es de primera clase.”
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