lunes, 14 de noviembre de 2016

Fuocoammare: Fuego en el mar trae fragmentos de vida y migración a la 61 Muestra Internacional de Cine




  • El italiano Gianfranco Rosi presenta la cotidianidad en la isla de Lampedusa donde sus habitantes se convierten en testigos del incesante flujo de migrantes


La isla de Lampedusa es el punto más meridional de Italia y desde 1990 se ha convertido en un lugar de desembarco de inmigrantes ilegales procedentes de tierras africanas. En poco más de 20 años, cerca de 20,000 personas han perecido durante la travesía para alcanzar lo que supone una vía de entrada a Europa.
Es en ese contexto que transcurre Fuocoammare: Fuego en el mar (2016), el impactante documental del realizador Gianfranco Rosi que formará parte de la 61 Muestra Internacional de la Cineteca Nacional, exhibiéndose del 13 al 18 de noviembre en la Sala 2, Salvador Toscano. El quinto trabajo de Rosi es un retrato de la vida cotidiana en Lampedusa, donde sus habitantes son testigos del flujo diario e incesante de embarcaciones atestadas de migrantes que aspiran a llegar al viejo continente buscando escapar de la guerra y el hambre.
Durante su recorrido, el director contó con un particular guía que adquirió cierto protagonismo en el relato; Samuele, un intrépido adolescente de 12 años que lleva una vida común: va a la escuela, le gusta divertirse e ir de caza. Sin embargo, el joven y su familia, bien asentados en la isla, representan la contraparte de la historia. El cineasta nos muestra lo que ellos no ven en su cotidianidad: hombres, mujeres y niños que continuamente luchan para sobrevivir en lo que para Samuele es un hogar.

El chico no fue el único colaborador en el proyecto. También participó el doctor Pietro Bartolo, quien forma parte del personal sanitario que examina a los refugiados a su llegada. “Cuando le pregunté por qué Lampedusa es un lugar tan generoso, me respondió que es una isla de pescadores y que los pescadores siempre aceptan todo lo que llega por el mar. Ésa es una gran lección que aprender”, declaró el cineasta ante los medios al recibir el Oso de Oro a Mejor Película en la Berlinale.
Narrativamente Fuocoammare: Fuego en el mar es una película pausada y de un estilo contemplativo, y el rodaje se llevó a cabo con ese mismo esmero y detenimiento. Al igual que en sus trabajos anteriores, la fotografía corre a cargo de Rosi en persona, quien se instaló en la isla durante más de un año para obtener suficiente material y así poder capturar la llegada masiva de refugiados al lugar.
"La poesía aquí es un arma política. Fuocoammare: Fuego en el mar nos trastorna y nos conmueve. Sin ruido, cosecha con benevolencia una historia extraña y dolorosa que nos concierne a todos, de manera terriblemente íntima", describió la cinta Vincent Thabourey, de la revista Positif, en su edición del mes de octubre.
Luego de pasar su juventud en Italia, Gianfranco Rosi se mudó en 1985 a Nueva York, donde realizó sus estudios en cine. Su primer largometraje, Boatman (1993), fue proyectado en diversos festivales. En 2013 obtuvo el León de Oro a Mejor Película en la Muestra de Venecia por su documental Sacro GRA. Con Fuocoammare ha sido seleccionado para representar a Italia en la categoría de Mejor Película de Lengua Extranjera en la próxima edición de los Premios de la Academia.

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