- Philippe Ollé-Laprune expuso la manera en que el escritor y el cineasta plasmaron sus reflexiones en torno a la religión y la fe en Diario de un cura rural
Entre los postulados y memorias que se encuentran en las páginas de Esculpir el tiempo (1986), el maestro del cine Andréi Tarkovski alabó a Robert Bresson como el director más coherente que había conocido. El legado del francés no se quedó en Rusia; desde Godard y los jóvenes de la Nueva Ola hasta los trabajos de Carlos Reygadas, la vigencia bressoniana persiste hasta nuestros días.
Photography: Carlos Pineda/Cineteca Naciona |
“Las reflexiones de Bresson sobre el cine y su práctica cinematográfica hacen que tenga el papel de radical: el que lanzó un estilo de cine hasta un punto extremo. Yo creo que por eso lo vamos a recordar”, afirmó Philippe Ollé-Laprune durante su ponencia en “Charlas sobre cine francés”, que se llevó a cabo este 15 de agosto en la Sala 4, Arcady Boytler.
Organizada por la Coordinación Nacional de Literatura del INBA, la Dirección de Literatura de la UNAM y la Cineteca Nacional, la serie de charlas se lleva a cabo todos los lunes y se dedica a reflexionar sobre la relación entre literatura francesa y sus adaptaciones en el cine. En esta sesión, el promotor cultural expuso los conflictos compartidos entre el cineasta francés y el escritor Georges Bernanos, cuya novela Diario de un cura rural (Journal d'un curé de campagne, 1936) fue llevada al cine por Bresson.
La adaptación de 1951 —a la que Raúl Miranda, moderador de la charla y Subdirector de Documentación y Catalogación de la Cineteca Nacional, calificó como “un viaje de desesperación y de búsqueda”— sigue fielmente el relato de Bernanos, en el que un joven cura llega a una parroquia rural y es recibido con hostilidad por la población, cuya falta de fe hace que el mismo protagonista dude de los designios de Dios.
“Es una interrogación muy dura sobre el bien y el mal”, comentó Ollé-Laprune. “Es una obra, tanto la literaria como la cinematográfica, que está muy obsesionada con esta idea de ‘¿Qué le pasó a Dios para que nos hiciera todo esto?’, y la única respuesta es lo que dice al final: ‘Todo es gracia’”.
Photography: Pedro Valenzuela/Cineteca Nacional |
El ensayista apuntó que Bresson y Bernanos tuvieron infancias muy parecidas; ambos fueron criados por una fe católica muy fuerte que no permitía el “pensamiento barroco” o las ideas complejas. Como reacción ante esa ideología opresiva, los dos franceses terminaron por plasmar sus reflexiones con exigencia y radicalidad.
A pesar del encuentro temático que ambos autores tuvieron en Diario de un cura rural, el editor parisino apuntó una diferencia importante en el tratamiento de sus personajes: “Bernanos es muy cercano a sus personajes y les pone mucha pasión”. En el extremo opuesto, Bresson es principalmente reconocido por la neutralidad que imponía sobre sus actores, a los que forzaba a repetir tomas hasta que sus interpretaciones carecieran de emotividad y exageración.
En el mismo sentido, su uso de actores no-profesionales en lugar del convencional star system francés ayudó a que sus historias no se vieran interrumpidas por distractores como las acciones prototípicas de Jean Gabin o la sensualidad irreverente de Brigitte Bardot y pudieran ser apreciadas como una intención artística. Ollé-Laprune aseguró que, cuando en París se asistía a los estrenos de Bresson, “sabíamos que íbamos a ver la obra de un director”.
Durante la próxima sesión de Charlas sobre cine francés se proyectará El año pasado en Marienbad (L'Année dernière à Marienbad, Alain Resnais, 1961), comentada por Isaí Moreno, y se llevará a cabo el lunes 22 de agosto a las 18:00 horas en la Sala 4. La entrada es libre y las cortesías de acceso pueden ser recogidas en la taquilla 5 de la Cineteca Nacional.
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