Capítulo I
Por Héctor Medina Varalta
(Guadalajara – México)
***** El escritor colombiano –quien donará para la causa ecológica el dinero percibido por las ventas del libro El Quijote Infantil– nos entrega en exclusiva sus perspectivas acerca del mundo, los libros, la infancia y los procesos de creación literaria. Con esta entrevista logramos vislumbrar la personalidad en torno al creador del Movimiento Hipnotismo Eólico, una vanguardia literaria del Siglo XXI que empieza a destellar en la lengua española. *****
1. Pocas veces, al menos en México, se escribe literatura infantil con toques de poesía. ¿Cómo nació la idea de escribir “Don Valeroso Oso Futbolista: El Quijote Infantil”?
La idea de escribir El Quijote Infantil surge como una tentativa de revolucionar la literatura infantil en idioma español. Toda obra clásica necesita ser actualizada y revisada, desde todos los formatos posibles, sea cine, teatro, televisión o literatura. Desde cervantes hasta nuestros días, el lenguaje ha sufrido las metamorfosis inherentes al tiempo y, no obstante ser una obra monumental, el Quijote es un libro que poca gente lee, está en las casas pero la gente no lo lee; los lectores modernos no lo comprenden: el extraordinario lenguaje que lo hizo destellar en su época es hoy obsoleto; para leer el Quijote se debe visitar el diccionario muchas veces por cada página y esto obstaculiza los ritmos naturales de la lectura, haciendo difícil el descubrimiento de la obra. Las ideas y riquezas del Quijote siguen intactas y son siempre deslumbrantes. Lo que trato de hacer es una versión contemporánea del Quijote, para lectores de este tiempo. Busco acercar a niños, docentes, jóvenes y adultos a los imaginarios de la magna obra de Cervantes. Procuro un lenguaje diáfano, actual y comprensible, pero sobre todo divertido y lúcido, siendo fiel a Cervantes. Ahora bien, la poesía, en su manifestación más transparente, se presenta como una herramienta sonora secreta, con la que esbozo un musical, donde prima el juego con la palabra, la comedia, el color de los personajes, el pensamiento eco-lógico y –más que nada– ese componente que no es frecuente en el hombre moderno: la alegría. Lo aseguro: la mejor manera de leer es jugando y sonriendo.
2. Cualquier persona que haya leído Don Quijote de la Mancha, puede darse cuenta que el autor quiere con la versión del Quijote Infantil introducir a los niños a la literatura, ya que el cuento habla de molinos y de frases como: “Un elefantillo de cuyo ingeniosillo nombre habré de acordarme”; “Ancho Lanza”, etc. ¿Estoy en lo cierto?
Así es. El objetivo principal del Quijote Infantil es contagiar a niños y lectores con la riqueza de la literatura. Contagiarlos de letras y sonrisas, de lucidez e historias, de realidades fantásticas y realidades soñadas, de cantos y ecología. Lo que aprendemos en los libros es pertenencia intrínseca, que nadie puede robarnos. Podemos perderlo todo y pueden quitarnos todo, menos lo que hemos aprendido. Es más, intuyo que en la literatura están muchas de las respuestas que el hombre moderno necesita para resolver sus crisis. El conjunto cultural no conoce su riqueza literaria. “Quizá tenemos alas, y ni sabemos”, dice Rómulo Bustos, poeta colombiano. Actualmente esbozo un nuevo libro: La odisea infantil. Trato de universalizar la grandeza de la literatura clásica en libros divertidos, que puedan ser disfrutados por lectores frecuentes tanto por personas que no tienen el hábito de la lectura. Concibo un libro como una especie de viento cuya libertad puede ser respirada por todos los seres. Exijo que los libros salgan de las bibliotecas, encuentren puentes de cristal, modernicen sus vestimentas y se internen en el alma del hombre. La literatura infantil me parece una plataforma estupenda para contagiar a las personas la alegría y sencillez que tiene la palabra escrita. Leer es como un vuelo que todos merecemos conocer. En el fondo, personajes como Ancho Lanza, Simón el Burrito, el elefante Pim Pim Pom Pum y el mismo protagonista, Nino el Quijotito, están siempre para recordarnos que la vida es más alegre, bella y sencilla de lo que suponemos y de lo que nos han dicho las religiones, las escuelas, los gobiernos y las empresas.
3. ¿Consideras que este libro tendrá más aceptación leído que narrado, o ambas cosas?
En principio, el Quijote Infantil fue escrito para para ser narrado. Para que el adulto o el profesor lo lean con el niño. El acto de contar historias se ha venido desmembrando con la aparición de nuevas tecnologías. Estamos atados a las máquinas y los tiempos de compartir en familia en torno a la narración están en peligro. Prevalecen las pantallas. Campea el esnobismo cibernético. El hombre digital aún no da un uso adecuado a las herramientas de tecnología. Por tanto, mi intención es crear obras de alto impacto, que le permitan a las familias leer en las noches: reír, jugar, olvidar, nacer. La sonrisa es el alimento más potente para el alma del ser humano, tan importante como la comida o el oxígeno. A parte de la alegría de leer en familia, en el momento de hacer lectura compartida con los niños nace algo que también está en crisis: la amistad entre padres e hijos; nuestros niños pasan demasiado tiempo en las pantallas. Y quiero proponer la lectura narrada para enriquecer el tiempo en familia. A fin de cuentas los libros son pantallas más mágicas y poderosas que cualquier otra. Y aunque el Quijote infantil fue creado para ser narrado, la obra puede leerse perfectamente en “soledad”. La mejor compañía para un hombre solo es un buen libro. Espero que escrita y narrada la obra produzca los mismos efectos sobre el ser, entre ellos despertar a la magia de la realidad.
4. Considero que para contar cuentos a los niños, salvo tu opinión, no es necesario disfrazarse de ningún protagonista, ya que el narrador tiene la magia, el encanto de transportar al niño al maravilloso mundo de la imaginación. Esa es mi opinión, ¿cuál es la tuya?
Héctor, comparto tu opinión. La misión del narrador es transportar al lector a los mundos de la imaginación. Esa es la magia: crear e imaginar mundos que nos permitan –no soñar– sino despertar a esa otra gran magia, llamada realidad. La realidad es la magia de magias, la gran magia; y el mundo –con las estructuras que lo conforman hoy– es un sueño, donde las personas llevan un disfraz, un antifaz que no les pertenece. Pocos se atreven a ser lo que son. Los países no producen hombres sino máscaras que consumen y van por ahí, sonámbulas, lóbregas, obscuras. El hombre que no despierta se pierde de la gran magia y realidad que el universo puso en su interior. La imaginación –entonces– debe ser un puente que nos acerque a nuestra rica realidad, a nuestro yo verdadero. La filosofía nos confronta de una forma, la ciencia de otra, la religión de otra, el cine de otra. Con la literatura infantil busco confrontar al mundo a través de la comedia. Le apuesto a la alegría como esencia humana. Creo en la sonrisa como cumbre de la pedagogía. Creo en la imaginación y en la infancia como surtidores vitales para construir seres más humanos, más felices, más libres y más fantásticos, en el sentido potencial de la palabra. Saramago lo dijo a su manera: “Déjate llevar por el niño que fuiste”.
5. Me encantó leer la metáfora de que el “Diamante Mandarín come frutas y defeca piedras preciosas: anillos de diamante, bollitos de oro y piedritas de esmeralda”, ya que a los niños les gusta todo esto, así como el moco, el moquito, el mocote (trompa) del elefante Pim Pim Pom Pum. Aquí entre nos, como mis padres eran muy pobres, de niño yo solía fantasear eso, no precisamente con pájaros, pero solía fantasear mucho. Estoy seguro que a los niños les gustará. ¿Cuánto tiempo te llevó escribir El Quijote Infantil?
Héctor, tu comentario es muy oportuno. La literatura infantil de modo usual no tiene en cuenta a los niños; a veces obedece patrones comerciales u otros factores. Propongo a las grandes editoriales que los jurados para concursos de literatura infantil sean los niños, no los adultos. Los niños son científicos en potencia, son fantasía pura: pura libertad. Creo en el potencial de los niños y estoy seguro que para construir mundos posibles necesitaremos de la creatividad de los niños. Imagino ciudades inventadas por niños: aeropuertos, rascacielos, parques, industrias. El mundo, con sus ocho horas laborales y sus impuestos y sus reglas, hace que el individuo se vaya apagando con el tiempo. Es urgente reinventar el mundo y el hombre. Curiosamente, mis dos últimos libros nacieron de la idea de los niños. Por mi trabajo con primera infancia, he descubierto el maestro que habita en cada niño e intuyo los intereses de los niños para crear mis obras. Varias veces traté de acercar a los niños a la obra de Cervantes, pero no funcionó, por la complejidad de su lenguaje: los niños no lo entienden; no les interesa. Por eso decidí crear una versión que sí apasione a los niños. Otro día, una mañana, en un taller de exploración artística en un jardín infantil, un niño me dijo que le gustaría ser invisible (antes de esto me había dicho: “viento es lo que hace volar las cosas”). Desde ese día empecé a escribir la que considero mi mejor obra: El mago invisible (inédita). De tal modo que mis procesos de creación han surgido de los niños, esos maestros de quienes tenemos que aprender mucho. Y en cuanto al tiempo de escritura, fue muy rápido. A veces tardo unos dos o tres años recolectando los insumos necesarios para un libro, pero la escritura la hago en un par de semanas o meses cuando mucho. En las vacaciones me recluyo en mi casa y no salgo hasta tener un libro escrito. Los personajes me buscan, me llaman y el momento sucede como por arte de magia. Así pasó con el Quijote Infantil: me lo pasé tres años recogiendo ideas, perfeccionando personajes y lo escribí casi de golpe, en tres arduas e interminables semanas de trabajo diurno y nocturno (180 páginas aproximadamente).
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